Análisis de Ghost Recon Wildlands: la mejor cara de la fórmula Ubisoft
Si hay algo que no le puedo perdonar a ‘Ghost Recon: Wildlands’ es que ha salido en el peor momento posible, con juegos mirándome desde la estantería con ojitos de cordero y juegazos riéndose en mi cara por estar yo peleando con subirme a una lancha sin mucho éxito en vez de vivir aventuras de obra maestra.
Todo lo demás, los fallos, la historia que soy incapaz de tomarme en serio, los vuelos a reacción cuando chocas con una piedra que no tocaba mientras vas en moto, la inteligencia artificial de chiste de los enemigos, son aspectos que se olvidan tan pronto te pones a jugar, ya sea en serio o en plan coña. Y es que si algo se puede decir de ‘Ghost Recon: Wildlands’ es que es tremendamente divertido.
La perfección de la fórmula Ubisoft
No las tenía todas conmigo, debo decir. Varias pasadas por las versiones de prueba del juego me habían dejado claro que ‘Ghost Recon: Wildlands’ podía tener su gracia pero no acababa de hacer nada de una forma realmente sorprendente.
Esto es, con todo lo bueno y lo malo que eso supone, el típico juego de Ubisoft de esta época, pero donde otros fracasaron estrepitosamente por experimentar con lo que no tocaba, el enésimo sandbox de la casa sale airoso.
La lista es fácil de relatar. No se le acaban pronto las pilas como a ‘The Division’, no se hace tan repetitivo como ‘Far Cry 4’, el escenario es más grande y variado que en ‘Watch Dogs 2’ y la variedad de situaciones que promete va mucho más allá de lo que cualquier ‘Assassin’s Creed’ haya conseguido parir.
Así, consigue ser más inteligente que el resto de juegos de la casa por una simple razón, hace mucho que dejó de tomarse en serio, y aunque la historia del cartel y un aparente trasfondo verídico intenta asomar el hocico en forma de propaganda política, de esas en las que los buenos son muy buenos y los malos son lo peor, al final del día esto va de pegar tiros solo o en compañía, de explotar sus posibilidades tácticas al máximo o saltar del asiento del piloto sin avisar a los compañeros que van dentro y no van a tener tiempo de hacer lo propio antes de estrellarse contra un peñasco.
Solo o en compañía
Esa dualidad, la de ir por tu cuenta o con los cascos puestos comentando la jugada con tus amigos, es probablemente la gran baza de un juego que, además, y como casi todo sandbox que se precie, también admite dos estilos de juego muy diferenciados.
Ambos funcionan a la perfección en esas dos situaciones, pero es innegable que en una casan más que en otra. Lo de jugar en modo táctico se siente mejor en solitario por una simple razón, el disparo sincronizado que te permite marcar hasta tres enemigos y que tus compañeros se encarguen de ellos al unísono es una gozada.
Moverte por la base marcando enemigos desde tierra o a vista de dron, buscando qué camino seguirás cuando el poder se vuelva a recargar y puedas seguir limpiando el campamento, es un episodio muy satisfactorio que, aún con algunos jefes por aniquilar, todavía sigue sin mostrar signos de desgaste.
Alguno podría pensar que hacer lo propio cuando estás jugando con tus amigos equivale a lo mismo, que aunque el disparo sincronizado no funcione en cooperativo, basta con contar hasta tres.
Sí, eso pensaba yo también. Pero la alineación de Júpiter con Saturno debe volver manca a mis compañeros, o sordos, o demasiado imaginativos como para creer que en realidad había dicho que el disparo se hacía a la de un, dos, tres, ¡ahora! Lo que nos deja vendidos en no pocas ocasiones y da para más de unas risas y una posterior venganza en forma de C4.
Si la misión no requiere que pasemos por ella sin ser detectados, eso suele derivar en un “a tomar por culo” al que le sigue una ensalada de tiros en la que más de uno suele acabar muerto y esperando a que lo reanimen mientras el resto acaba escondido en una habitación rezando para que las cosas se calmen un poco.
Acción táctica con tintes arcade
Porque sí, dentro del estilo arcade del juego y las pocas concesiones que hace al jugador (como que los enemigos nunca descubran a tus aliados cuando juegas en solitario o que su inteligencia artificial no sea nada del otro mundo), ‘Ghost Recon: Wildlands’ te pone contra las cuerdas siempre que puede.
Que salte la alarma y empiecen a llegar refuerzos siempre suele acabar con una ensalada de tiros en la que tienes todas las de perder. Huir en pleno tiroteo nunca suele ser una opción y, si se juntan demasiados enemigos en ese berenjenal, las vas a pasar canutas para sobrevivir.
Es una forma de potenciar la rama táctica del juego y una idea muy bien medida. Prefiero esos tintes de frustración a que las misiones sean un paseo, francamente, y el juego en cooperativo lo agradece para limitar la locura y el desenfreno a cuando tienes que destrozar un casino en vez de a cuando debes infiltrarte en una base con defensas tierra aire.
Digamos que todo tiene su momento, algo que el juego se encarga de apoyar con misiones lo suficientemente variadas para que no se haga pesado estar haciendo siempre lo mismo, pero los cambios siempre suelen estar más apoyados en la diferencia de escenarios o situaciones que en hacer algo que no sea pegar tiros a diestro y siniestro.
Un juego enorme y tremendamente divertido
Con todas las cartas sobre la mesa, llega el momento que temerán aquellos que, como servidor, abandonaron el cooperativo de ‘The Division’ o ‘Destiny’ a las pocas semanas por estar repitiendo las mismas misiones y escenarios una vez tras otra.
Nada que temer aquí. ‘Ghost Recon: Wildlands’ es un juego enorme. En serio, muy grande. Y no sólo por su mapeado, los suficientemente vistoso y variado para que sea una delicia pasearse por él en helicóptero, también por todas las misiones y jefes a los que tocará hacer frente.
La idea es ir desestabilizando la red de narcotráfico a base de eliminar cabecillas (27) que nos puedan llevar hasta el jefe. Cada uno cuenta con seis misiones de historia que se irán desbloqueando paulatinamente (superadas en cooperativo se mantienen en tu historia como completadas, con opción a rejugarlas, aunque no hayas llegado nunca a esa zona por tu cuenta) y que, en ese sexto tramo, suele representar un reto o diversión a la altura de las circunstancias.
Tras ello está, cómo no, la fórmula Ubisoft de rellenar todo el mapa de coleccionables. Están las piezas de armas para mejorar el cañón, la culata o casi cualquier otra parte de tu preciado rifle francotirador, las medallas que te permiten desbloquear habilidades especiales o los puntos de habilidad que, sumados a los recursos que vas marcando en las misiones (desde una caja de comida hasta medicinas), te permiten acciones como mejorar la visibilidad nocturna de tu dron o acelerar la reanimación de compañeros.
Estando todos esos puntitos del mapa siempre cerca de donde estás o en el camino a la siguiente misión, recogerlos nunca supone un esfuerzo y tampoco tienes la sensación de tener que farmear porque siempre vas corto de recursos. Sí se agradecería que, al jugar en cooperativo, lo que pilla uno se sumase al resto, pero tal cosa sólo ocurre con desbloqueos relativos al mapa, no con cosas como medallas o piezas de arma.
La opinión de VidaExtra
Debo decir que mis esperanzas con ‘Ghost Recon: Wildlands’ eran casi nulas, cansado de una fórmula que parece no tener planes de futuro inmediato y se limita a volver sobre sus pasos colocándose un sombrero nuevo. Sin embargo es el juego de Ubisoft en el que más se aprecia que han intentando corregir los errores del pasado y su jugabilidad sale beneficiada de ello.
Están los bugs que dan para captura pero no rompen la partida, los momentos de “pero por qué pasa esto si lo ideal sería esto”, los enemigos y NPC clónicos y los vehículos que nunca funcionan como a ti te gustaría, exactamente que en cualquier otro sandbox, pero todo eso son nimiedades que desaparecen cuando llegan las 10 de la noche y recuerdas que estaría bien cenar algo después de cinco horas pegado a la pantalla.
Llevaba mucho tiempo comentando con mis compañeros de VidaExtra que tenía ganas de volver a un juego en el que pudiésemos disfrutar todos por igual, algo nada fácil teniendo en cuenta que los gustos de cada uno difieren entre sí. Estando casi todo el equipo pendiente de qué día y a qué hora vamos a volver a conectarnos, siento que ‘Ghost Recon: Wildlands’ es ese juego.
Ghost Recon: Wildlands
Plataformas | PC, Xbox One y PS4 (versión analizada) |
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Multijugador | Cooperativo hasta 4 jugadores |
Desarrollador | Ubisoft |
Compañía | Ubisoft |
Lanzamiento | Ya disponible |
Precio | 59,90 euros |
Lo mejor
- Un mundo enorme que te costará completar al 100%
- Agradable variedad de misiones y situaciones
- Disfrutarlo en compañía lo convierte en una joya
Lo peor
- Algunos bugs menores
- La inefectividad de colocarte frente a compañeros tras el respawn en ciertas situaciones
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La noticia Análisis de Ghost Recon Wildlands: la mejor cara de la fórmula Ubisoft fue publicada originalmente en Vidaextra por R. Marquez .
Fuente: Vidaextra
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