He jugado tres horas a Prey y ahora tengo clarísimo que lo quiero para ayer
‘Prey’ es uno de esos juegos con los que, tras ver su primer tráiler, me he querido mantener completamente al margen hasta que pusiese mis manos sobre él. No pude evitar tragarme lo de convertirte en taza, pero todo lo demás era completamente nuevo para mí.
Imagino que tras una introducción así no hará falta que os confirme que la sorpresa ha sido mayúscula, convirtiéndose la sesión de unas dos horas que tuve con él en excusa suficiente para que ya sea uno de los juegos que espero con más ganas. Razones no me faltan.
Dishonored en el espacio
Pasé de puntillas por el primer ‘Prey’ y su sistema de portales, así que no había nada en el cambio de registro que me molestase especialmente. Además, saber que detrás del juego estaba la gente de Arkane me aportaba la tranquilidad que las idas y venidas de su desarrollo habían minado hace ya bastante tiempo.
Para bien y para mal, que el estudio francés esté detrás del juego coloca a ‘Prey’ en una posición relativamente cómoda entre la avalancha de juegos que tenemos en 2017. Para bien porque ‘Dishonored 2’ se ha encargado de allanarle el camino. Para mal porque las comparativas con este último no se harán esperar.
Lo bueno en ese sentido es que ‘Prey’ no lo esconde en absoluto. Todo gira entorno a la fórmula de ‘Dishonored’, desde el aspecto gráfico hasta la forma en la que el juego y su historia equilibran la dualidad entre el bien y el mal, así que si te da por decir que esto es un ‘Dishonored’ en el espacio, probablemente no vayas muy desencaminado.
¿Debes tomarte eso como un signo de flaqueza? En absoluto. Todo lo contrario, si disfrutaste de la saga ‘Dishonored 2’ vas a gozar de lo lindo con ‘Prey’, especialmente porque, aunque la fórmula sea muy similar, las sorpresas y mecánicas que te aguardan aquí consiguen hacer de él un título tan fresco como interesante.
Jugando a Prey
En nuestras manos está la vida de Morgan Yu, otro de esos casos de conveniente amnesia que, en esta ocasión, nos lleva a una estación espacial asolada por una especie alienígena con la que estamos estrechamente relacionados.
La idea es evitar que la población extraterrestre se nos vaya de las manos y acabe colándose en la Tierra, algo bastante probable teniendo en cuenta que tienen la capacidad de transformarse en cualquier objeto y ocultarse a simple vista.
Conforme avance la aventura y sepamos más sobre lo que está sucediendo en la estación, acabaremos conociendo la posiblidad de utilizar los poderes de esta raza a nuestro favor, pero el coste que llevaremos a nuestra espalda es que cada vez que nos acerquemos a esa rama de habilidades nuestro ADN se irá acercando a estar más cerca del alienígena que del humano.
Ahí tenéis la clave para los distintos finales de ‘Prey’, pero además de unas elecciones que serán cruciales para la historia, también afectarán a nuestra partida, ya sea porque hemos elegido sumar más poderes y los sistemas de defensa empezarán a confundirnos con un bicho más, o porque los hemos obviado por completo y en vez de colarnos por una ventana transformados en un pisapapeles tendremos que buscar la forma de entrar.
Ahí entran en juego también las decisiones que tomemos durante la aventura, encontrándonos por ejemplo a sujetos de prueba cuyo destino quedará en nuestras manos y que, dependiendo de cómo actuemos con ellos, se nos abrirán unos u otros caminos.
Libertad
Gran parte de la gracia de lo probado hasta el momento está precisamente ahí, en la libertad que ‘Prey’ te cede a la hora de actuar en cualquier situación. Así, a esa sala puedes acceder con tus poderes, consiguiendo el número de la puerta a base de exploración o colándote por una rejilla, sumándose a esa capacidad de decisión un completo arsenal de armas y poderes que nos permitirán acercarnos a los combates con el mismo albedrío.
Lo complicado es que aquí no nos vale con tirar de escopetazo limpio, toca plantear muy bien cada combate y, por encima de todo, aprovechar nuestras habilidades y el entorno para luchar, de lo contrario vamos a morder el polvo en no pocas ocasiones.
En mi caso mi mayor problema durante la prueba fue la escasez de munición, lo que me obligó a ingeniármelas más de una vez para intentar salir airoso de combates en los que tocó manipular torretas, crear trampas explosivas y destrozar tuberías de gas para acabar con bichos a los que me habría tocado matar a base de golpes de poca eficacia.
Ese giro a lo survival, a ir andando por pasillos angostos, empezar a escuchar ruidos y desconfiar hasta de las sillas que hay colocadas por el escenario, es probablemente la gran baza de este ‘Prey’. Ese sufrimiento controlado es probablemente lo que más me ha gustado del juego, y la posibilidad de darle la vuelta a la situación convirtiéndome yo en un monstruo dispuesto a hacerle la vida imposible a mis enemigos a base de ingenio y creatividad, lo que me dejó suspirando por más.
Una aventura muy prometedora
Opciones como la posiblidad de reciclar toda la morralla que vamos encontrando por el escenario para conseguir accesorios o ítems, modificar armas para mejorarlas añadiendo aspectos como un silenciador o mayor capacidad de munición y, sobre todo, el tener que utilizar nuestros poderes no sólo para luchar, también para resolver puzles, es el resto de cosas que convierten a ‘Prey’ en uno de esos juegos que aún no sabía que deseaba.
Si las buenas impresiones se mantienen durante el resto del juego, y es algo sobre lo que ahora mismo no me caben demasiadas dudas, puede que estemos ante uno de esos juegos que, siguiendo la rama iniciada por ‘Bioshock’, nos entregue una experiencia inolvidable. Si no, siempre tendremos un ‘Dishonored’ en el espacio, y eso ya me parece suficientemente bueno como para darle una oportunidad.
Plataformas: PC (versión analizada), PS4 y Xbox One
Multijugador: no
Desarrollador: Arkane Studios
Compañía: Bethesda Softworks
Lanzamiento: 5 de mayo de 2017
Precio: 52,94 euros (PC) y 62,94 euros (PS4 y Xbox One)
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