Esos auriculares blancos
Era 2004 y había muy poca gente en aquel vagón de metro que escuchara música. El vaivén de aquella máquina parecía mecer en la profunda nada a todos los que viajábamos en su interior. Unos, eligieron el infinito o los destellos de las ventanas para dirigir su mirada. Yo, me encontré con unos auriculares blancos. Quien los llevaba parecía mirar de reojo al resto de pasajeros, aunque se hacía el distraído. Unas paradas después, mientras se bajaba en su estación, sacó del bolsillo un iPod y cambió de canción, continuando su camino.
Hoy en día recuerdo esa imagen junto al comentario del vendedor de unos grandes almacenes, unos meses después de aquel vagón. “El iPod, todo el mundo se está volviendo loco por el iPod. Pero, ¿sabes qué? No van a vender tantos. La gente no escucha tanta música, no hay gente con auriculares por las calles”. Justo en ese mismo momento, yo le estaba pagando por el mío. Mi primer iPod, un modelo de cuarta generación con 20GB.
La primera vez que vi unos auriculares blancos, me dio la sensación de estar encontrándome con algo distinto. Ya existían los reproductores de MP3, pero eran toscos, lentos y sinceramente, les importaban a muy poca gente. Llevar en aquel momento unos auriculares blancos era una señal de ser distinto, de apostar contracorriente. Para muchos - y aquí si le doy la razón a aquel vendedor - su primera vez con música por la calle. Apple convirtió los auriculares blancos en un símbolo incluso de su recuperación, como parte de uno de sus productos fuera de la órbita de los ordenadores que ponía sobre la mesa sus nuevas intenciones:
Estar en todas partes.
Iconos de Apple
¿Si os preguntaran cual es la característica que más os gusta y que tienen en común todos los productos de Apple, que diríais? Steve Jobs presentó la que probablemente estéis pensando como parte de un nuevo producto en 2001, el iPod original. Llegaba el “Apple Design” como parte del ADN de la nueva Apple, de la compañía que se recuperaba de aquel laberinto de malas ideas de finales de los 90 y que sólo un loco con ideas de genio podía salvar.
Vaya si lo hizo. Lanzar un ordenador de escritorio todo en uno, sin disquetera, utilizando aquel extraño puerto USB que nadie acaba de entender, y encima transparente. Y de colores. Y “más bonito incluso por detrás que lo que tiene nuestra competencia por delante”, como él mismo dijo. ¿Cómo se atrevía? Pues se atrevió porque supo que lo que hacía grande a una compañía era convertir sus productos en icónicos, cosa que sólo se consigue cuando te alejas mucho del centro establecido y la gente empieza a seguirte. Hay que ser excéntrico.
Los auriculares blancos se convirtieron en un icono de la marca, sin necesidad de llevar la manzana mordida
Podemos decir que si Apple quería su propio Walkman, a lo largo de la historia ha tenido unos cuantos. El Mac, el iPod, el iPhone, el iPad, incluso el Apple Watch. Sin embargo, hay cierta conexión especial con aquellos auriculares blancos que se mantenido en nuestras orejas con muchas y muy variadas formas, llegando hasta la última evolución que conocimos por primera vez en Septiembre de 2016. Para mi, el primer “wearable” de Apple, el primer signo de pertenencia algo distinto y el auténtico primer icono de la marca sin mostrar la forma de la manzana mordida. Se potenció en los anuncios de las sombras de iTunes y el iPod, y hoy en día, ya casi cuesta diferenciarlos de los de las otras marcas.
Que momento tan fantástico para lanzar los AirPods y volver a ser excéntricos.
La vida con los AirPods
Todos supusimos que Apple iba a anunciar unos nuevos auriculares inalámbricos y era en aquella keynote donde los esperábamos. Tuve la suerte de estar en San Francisco y vivirla en directo, ver en aquella gigantesca pantalla detrás de Schiller la primera imagen de algo salido como de una película de ciencia ficción, y sobre todo, probarlos justo después de conocerlos. En aquella sala enorme que se quedaba pequeña por la cantidad de periodistas, llena de ruido, comentarios, y gente con nervios. Me acerqué a una mesa de demostración y alguien de Apple me ofreció unos: “Sólo póntelos y disfruta”.
Creo que fue allí cuando me di cuenta que iban a ser un rotundo éxito. Era el producto más “Apple” que había visto en las presentaciones, y a pesar del sonido que nos sorprendía a todos, también vi como el resto de compañeros se tomaban fotos con ellos puestos. La forma aún nos parecía extraña, pero era algo que no habíamos visto nunca, aunque no fueran los primeros auriculares inalámbricos del mercado. De la misma que el iPhone no fue el primer teléfono inteligente, la iPad no fue la primera tableta ni el Mac no fue el primer ordenador. Pero estaban destinados a convertirse en iconos.
“Esto va a ser enorme”, le dije a aquella persona de Apple. Cuando salí de la keynote y me dispuse a escribir la crónica, me senté en el suelo y me puse música. Música en auriculares con cable, que automáticamente me parecían obsoletos. Sonreí mientras recordaba lo cómodo que sería tener unos AirPods, y olvidarte de ir anclado al iPhone o al Mac, y que cómo aquel cable de los EarPods se estaba convirtiendo en la disquetera que había que extinguir.
Los AirPods son imprescindibles en mi día a día: prácticos, cómodos y me permiten disfrutar mejor de mi música
Hoy casi, ya hace casi seis meses desde que los AirPods forman parte de mi vida diaria. En realidad, debería decir que son imprescindibles, una vez casi pierdo un vuelo por volver a casa a por ellos. No hacen nada que no hicieran los EarPods - o cualquier otro auricular con cable - pero son cómodos, prácticos y ese “Apple Design” parece haber nacido de muchas buenas ideas que no querían conformarse con cortar un cable simplemente. Hacen que escuche mucha más música, que la disfrute mucho más, y de nuevo pensemos en ellos como un icono de la siguiente gran revolución.
AirPods y WWDC17
No hay que menospreciar la tecnología del producto por muy pequeño que sea. Se compararon incluso con el primer iPhone en capacidad de proceso, y es que esa pequeña cápsula tiene mucho más potencial del que podemos imaginar a priori. Esta misma semana hemos visto como Apple nos actualizaba su firmware para mejorar la agilidad de conexión, y esto nos deja un pequeño espacio para jugar con nuestros deseos para el futuro.
Más allá de que los próximos AirPods aparezcan con una cápsula quizás más delgada, la gran ventaja de ellos es que precisamente son pequeños ordenadores, y por tanto, pueden ser mejorados por software. Quizás sea demasiado pronto aún para un producto con tan corto período de vida, pero sería fantástico que para la próxima WWDC17 Apple ofreciese una API de conexión a los desarrolladores de aplicaciones que les permitiese interactuar con el dispositivo.
Yo pediría que no sólo desde iOS se pudiera ajustar el acelerómetro para activar Siri o pausar canciones, también para adelantarlas, volver atrás o bajar el volumen con “combos” de toques. Si además permitimos que los desarrolladores pudieran personalizar esa funcionalidad por aplicación, hablaríamos de juegos con combos en los AirPods para hablar con otros jugadores en red, cambiar de arma, o pausar la partida, por ejemplo. El futuro apenas nos ha rozado con ellos, y en muchas ocasiones me recuerda a ciertas escenas de la magistral película Her, donde la auténtica cuarta interfaz es la voz. Y ello consigue que las máquinas sean más parecidas a nosotros que nosotros a ellas.
Los veo en aeropuertos, en oficinas, cafeterías, por la calle de distintas ciudades y también en el metro. Aquel metro donde hace unos años nadie escuchaba música y hoy ya no destacan unos auriculares por ser blancos, sino por ser esos auriculares blancos, de nuevo.
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La noticia Esos auriculares blancos fue publicada originalmente en Applesfera por Pedro Aznar .
Fuente: Applesfera
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