Mi keynote en el Apple Park
“¿Que tal el vuelo?” me preguntaba el conductor del enlace que me recogía en el aeropuerto, mientras yo cambiaba de tarjeta SIM en el iPhone para poder tener datos en territorio estadounidense. “Bien, muy tranquilo” dije mientras se encendía la manzanita en el teléfono. El avión había sido bastante puntual, lo que me permitiría llegar a buena hora a San Francisco. “¿Cuanto tardaremos en llegar a San José?”, pregunté mientras miraba solo levantando los ojos al conductor. “Oh, apenas media hora, depende del tráfico. Aquí en Silicon Valley siempre hay algún atasco. 45 minutos como mucho.” Volví a bajar la vista a la pantalla del iPhone: “Salgo del aeropuerto. Ya voy.” escribí a un compañero en iMessage, y lo guardé en un bolsillo.
No iba a perderme las vistas, pero quería saber cuando llegábamos a Infinite Loop
La carretera se iluminaba son tonos anaranjados mientras salíamos de la ciudad, pero al poco comenzó a chispear. Aquellos inmensos árboles que abrazaban a ambos lados la carretera daban cierta serenidad al momento, y uno podría olvidar que me encontraba en una de las cunas de la tecnología del mundo. No quería perderme las vistas, pero estaba atento a una de las zonas por las que pasaba esa carretera - cuando supe que estaba cerca, miré hacia la derecha y ya tenía preparado el teléfono para grabar. Allí estaban aquellos edificios tan conocidos con tonos verdosos: estaba pasando por 1 Infinite Loop, la localización del campus original de Apple, la mothership tal y como la conocíamos.
Sonreí. La Junipero Serra Freeway es un tramo de 57 millas que conecta la ciudad de San José y San Francisco, aunque actualmente se la conoce como Interestatal 280. Es conocida por ser, según dicen, la “autovía más bella del mundo” debido a su ruta escénica a lo largo de la península de San Francisco. A vosotros os sonará su logotipo - un pequeño escudo azul y rojo con un “280” en él - es el que aparece en el icono de Apple Maps. Ahí supe que ya estaba cerca, y de alguna forma, todo me resultaba confortablemente familiar.
Los preparativos
Doce días, 1 horas y 20 segundos. Ese es el tiempo que transcurrió desde que me llegó la invitación aquel jueves por la tarde, hasta que empezó la keynote. Durante ese tiempo, me obsesioné con la idea de conseguir llevar todo lo que fuera a vivir allí a todos vosotros de la mejor forma posible - de todas las formas posibles. Empecé a buscar vídeos de seguimientos en directo de eventos, no necesariamente de tecnología, también de moda o deportivos. Era plenamente consciente de que esta vez, cada segundo contaba para contar esta historia. Pero yo tenía un plan.
La noche antes de la keynote sólo pude dormir cuatro horas: quería que todo fuese perfecto
Dormí cuatro horas. Y arriba. Mientras me vestía seguía con la mirada visualmente donde estaba mi MacBook Pro, donde dejé la cámara de fotos, donde estaba el maletín donde llevarlo todo. “El adaptador americano, que no se me olvide” y lo fui metiendo todo. Grababa vídeo de todo aquello para mi Instagram Stories, una forma sencilla de llevar el momento a quien quisiera conocer los entresijos o las curiosidades de preparar un evento así. Tuve que desactivar las notificaciones para esa red social porque el día anterior prácticamente casi destruye la batería de mi iPhone. También las de Twitter y Facebook - ese nivel de atención que estaba logrando me gustaba porque entendía que todo aquello también era interesante para vosotros: y aún no había comenzado nada.
El año pasado, vi a muchos periodistas con trípode en la presentación. Eran esencialmente americanos, y se podían permitir llevar más material puesto que no tenían que hacer un vuelo transatlántico como yo - ya que además no quería facturar para evitar problemas con las maletas. Así que se me ocurrió buscar en Amazon días antes un palo de selfie que ademas se convirtiera en trípode. Odio los palos de selfie pero esta ocasión requería medidas excepcionales. Encontré uno razonablemente ligero, compacto, resistente, con un mini espejo para poder verme mientras hacía el directo. Allí lo tenía todo preparado encima del escritorio del hotel. Cogí aquello y lo metí dentro del maletín. Se parecía a una espada láser. Let’s do this.
La llegada
La prensa internacional ya ocupaba los primeros puestos del autobús, así que nos sentamos detrás del todo. Mientras salíamos de San José - que tan sólo estaba a 20km del destino - parecía un día normal. El trasiego de aquella de cotidianidad en aquella ciudad de California le daba todavía un cariz más especial a donde íbamos, si es que eso era posible.
Todo el mundo estaba sentado en aquel bus, pero yo no dejaba de mirar la pantalla del iPhone. “Deja el móvil que te vas a quedar sin batería” me dijo alguien - cosa que era prácticamente imposible porque iba armado con dos baterías externas de 10.000 mAh cargadas al máximo. En realidad estaba mirando Apple Maps para conocer exactamente por donde íbamos, y de reojo miraba por la ventana.
Quiero que nos detengamos en este preciso instante un momento. Si esto fuera una película, me gustaría congelar este fotograma, o hacer que pasara a cámara lenta. En esos segundos imaginé todas las imágenes que había visto, todo lo que había leído, todos aquellos malditos videos a vista de dron. Todo aquello pasó mientras me daba realmente cuenta de donde estaba.
El Apple Park en directo impresiona mucho más porque no nos lo imaginábamos tan grande
La flecha envuelta en un círculo azul de Mapas estaba entrando al perímetro. Levanté la vista por la ventanilla izquierda y no pude evitar apartar mi maletín, ponerme de pie con la rodilla apoyada en el asiento y sin mirar la pantalla, abrir la cámara y empezar a grabar vídeo. Seguramente las pupilas se me dilataron, creo que me aumentaron las pulsaciones y estoy convencido que sonreí. El círculo del Apple Park estaba allí, gigantesco, como salido de una película de ciencia ficción. Todos comenzaron a mirar por la ventana y a sorprenderse en voz alta por lo que teníamos delante.
Habíamos llegado.
Bienvenidos al Apple Park
El aparcamiento del Visitor Center ya nos daba las primeras sorpresas. Las farolas eran rectángulos led, los asientos de las paradas de autobús tenían un diseño que nunca habíamos visto y todo aquel sitio parecía en realidad un render de ordenador. Todo estaba tan pulcro, ordenado y en su sitio, con esa mezcla de naturaleza y diseño que daba casi una sensación irreal. Cuando bajamos del vehículo un camino llevaba hacia una de las colinas más altas del parque: allí arriba estaba el mismísimo Auditorio Steve Jobs.
En el camino, grabé un par de Stories para Instagram y alguna foto para Twitter. Me detuve a visitar la entrada del auditorio sin hacer ninguna otra cosa: aquel cilindro enorme de 50m de diámetro y 6m de alto se levantaba imponente mientras en el horizonte estaba omnipresente el edificio circular. Alguien se sorprendió de que no hubiera ni un solo pilar para aguantar el techo, y de que la sensación térmica allí adentro era perfectamente agradable. “Esto tienen que verlo ya”.
Salí al exterior y grabé uno de los primeros vídeos para el Facebook de Applesfera: aquel horrendo palo de selfie estaba funcionando perfectamente porque me permitía moverme y maniobrar entre la gente sin perder de vista lo que os quería enseñar. Había mucho que contar, pero prefería que lo vieseis por vosotros mismos:
En el interior, los periodistas ya se estaban preparando para bajar al evento. Dos gigantescas escaleras laterales permitían el acceso a la zona inferior y un misterioso ascensor que parecía girar sobre su propio eje se encontraba al fondo de donde estaba yo. Allí dentro daba todavía más la sensación de irrealidad: un lugar super tecnológico rodeado de árboles y zonas verdes - algunas recién plantadas - junto a la imponente visión del círculo al fondo. Esto había que contarlo, así que de nuevo probé otro vídeo en directo:
La gente ya se agolpaba al comienzo de las escaleras de bajada, así que recluté a los compañeros más próximos que pude encontrar y fuimos hacia ellas. “Tenemos que ser los primeros”, dije mientras zigzagueaba hasta donde me dejaron. A los poco minutos, alguien dio permiso a que la prensa comenzase a bajar.
El Auditorio Steve Jobs
Bajando por aquella escalera enorme, perfectamente preparada para albergar a una gran cantidad de gente por ella, descendimos al nivel inferior. Incluso la barandilla está tallada hacia adentro de la pared, para no entorpecer la bajada si aquella escalera está llena de gente. De tonos blancos, combinados con aluminio, todo aquel lugar parecía un producto más de Apple. Perfilado y detallado hasta el más mínimo detalle.
La rumoreada pared circular estaba allí: escondía detrás de ella todos los productos que nos iban a presentar
Sin embargo, me parecía que no había mucho espacio en el centro. Miré hacia mi izquierda y una gigantesca pared de algún material de color aluminio cerraba de forma circular de extremo a extremo la semicircunferencia que parecía salir de la planta superior. Ahí recordé todos aquellos rumores de la pared que giraba que durante semanas anteriores a la presentación, se había comentado que existía allí. Esa, sin duda, era la zona de pruebas donde más tarde podríamos tocar todo los productos que estábamos a punto de conocer. Arriba, a la derecha, justo antes de la entrada, tallado sobre la pared superior, tres palabras “Steve Jobs Theater”. Saqué el iPhone y grabé un vídeo, era la primera vez que la prensa llegaba a aquel lugar.
Buscamos sitio a la derecha, aunque en realidad cualquier lugar era bueno para seguir la presentación. Aquí entendí un poco el por qué limitar el auditorio a mil personas: todos los asientos tienen una visión fantástica del escenario. Escogimos nuestros asientos, no sin antes hacer alguna foto: íbamos a estrenarlos, y sobre ellos se había hablado mucho.
Mientras terminaba algún nuevo vídeo para Facebook, di comienzo al seguimiento en Applesfera. El interés de la gente por aquel evento era más que evidente, y la prensa que había en aquel lugar comenzaba a sentarse y a llenar el auditorio. Se acercaba el momento. Las luces se atenuaban poco a poco, una voz en off nos dijo - cuando ya todos estábamos preparados - que por favor bajáramos la pantalla de los portátiles y apagáramos los móviles. Y de repente, se oyó la voz de Steve Jobs de nuevo en una keynote de Apple.
La keynote
Así iba a empezar la primera presentación en el Apple Park. Instintivamente, y bajando la pantalla del teléfono al mínimo para no molestar, grabé aquel comienzo que podéis ver arriba - aunque fijándome, al final, en una perspectiva distinta: la grada, donde los compañeros de la prensa, invitados y personal de Apple estaban sentados.
El sonido era impresionante, y la visibilidad de la pantalla era perfecta desde cualquier lugar del auditorio
El sonido en aquella sala fue lo que más me impresionó. Quizás esperaba una pantalla aún más grande, pero la visibilidad increíble de aquel lugar hacía que no hiciera falta nada mayor. La decoración del sitio me pareció que recordaba en algunos aspectos a la clásica sala del Town Hall de 1 Infinite Loop, donde se presentó el iPod. Había momentos en que me paraba unos segundos y observaba alrededor: vivir una keynote desde dentro me permitía esas licencias. Por ejemplo, descubrí que Apple ponía una persona que traducía todo el contenido de la presentación en lenguaje de signos, por si alguien en la sala tenía dificultades auditivas.
La presentación tuvo un ritmo bastante tranquilo, pero la densidad de lo que estaban presentando sólo nos preparaba para la última etapa de aquello: había que probarlo todo y llevaros hasta casa las sensaciones de cada producto. En el auditorio no hay sala de prensa, por lo que después podríamos volver a aquellos cómodos asientos a terminar de escribir las crónicas para enviar cuanto antes. La keynote acabó, y detrás de nosotros fuera de la zona de los asientos, la inmensa pared circular se descubrió y dejó ver varias mesas, custodiadas por empleados de Apple.
La zona de pruebas
Afortunadamente, nos pusimos en una zona alta del auditorio, por lo que pudimos salir más o menos pronto a ver los productos. Como siempre, las mesas ya estaban a tope de gente haciendo las primeras fotos y vídeos, así que aproveché para grabar una entrada para mi artículo de primeras impresiones. Sin embargo, olvidé el maldito micrófono de solapa que me había comprado especialmente para la ocasión - el ruido ambiente impedía grabar directamente con el iPhone.
El compañero Ángel Jiménez acudió al rescate. Me prestó su micro, que me puse por debajo de la camisa casi como pude, y sin calibrar el sonido, grabé mi vídeo. Luego descubrí que el sonido quedó demasiado saturado - un punto a mejorar para la próxima ocasión - o mejor aún, quizás no olvidar el mío en el hotel que por cierto había estado probando hasta las tantas la noche anterior.
La mesa de pruebas, en esta ocasión, fue bastante divertida. La marea de prensa internacional se agolpaba mayormente en la mesa de los iPhone X - la gran estrella - pero yo mientras adelantaba material en las mesas laterales grabando el nuevo Apple Watch Series 3 y los iPhone 8. De repente, se formó un gran barullo al lado de la mesa y mucha gente fue para allí. “¿Que es tan interesante como para dejar el iPhone X en la mesa después de hacer cola para probarlo?” pensé… hasta que me di cuenta de quien pasaba por mi lado.
Era Tim Cook, y a su lado estaba Jonathan Ive.
Cook hacía declaraciones con un iPhone X en la mano y Ive, como una estrella de Hollywood, se hacía fotos con los fans. Mentalmente les pedí perdón por no prestarles atención pero la mesa que yo quería acababa de quedar libre: crucé al otro extremo y pedí una demo a un amabilísimo empleado de Apple que me dejó jugar un poco con el nuevo teléfono. Le pregunté qué le parecía a él - aún esperando que me contestase una declaración “oficial” - y me sorprendió con “nada de lo que te pueda decir te convencerá tanto como cuando lo pruebes.” Sonreí y me escabullí como pude de vuelta a aquella cómoda butaca a escribir y terminar de montar mi artículo de primeras impresiones.
Aquel día que compartimos
Sin ninguna duda, aquel lugar fue uno de los últimos sueños de Steve Jobs
Recuerdo acabar ese día con risas con los compañeros, con recuerdos de los últimos detalles, con conversaciones sobre los nuevos productos, con aquella vuelta en autobús a mediodía para seguir trabajando en el hotel. Recuerdo una conversación realmente interesante sobre Steve Jobs, sobre el comienzo de aquella keynote y sobre qué habría sentido él de estar allí. En cierta forma, todos sentimos que Jobs también fue el protagonista aquel día, y que aquel lugar asombroso era simplemente uno de sus últimos sueños.
Fuimos a cenar pero volvimos pronto al hotel, estábamos agotados. Yo terminé en la cama repasando las fotos y los vídeos de aquel día, de aquel momento, y tan sólo pude conciliar el sueño un par de horas. A las tres de la mañana envié un audio para un programa de radio en el que me pidieron colaborar. A las cuatro de la mañana grabé una entrevista de una hora para TerritoriMac. Sinceramente, sólo me apetecía hablar de todo lo que había pasado aquel día.
Vivir una keynote de Apple es un momento especial porque todas y cada una de ellas son parte de la mitología de la compañía, y forman parte de una historia mucho mayor que conecta todos los puntos. Es uno de esos momentos que acabas contando durante años después en los cafés con los amigos, que recuerdas con una sonrisa cuando te encuentras con alguna foto, o cuando piensas en un momento emocionante de tu vida.
Yo estuve allí, pero ya no fue únicamente mi keynote. Me gusta pensar que fue la de todos nosotros, que la compartimos de forma especial y que todos la vivimos intensamente.
“One of the ways that I believe people express their appreciation to the rest of humanity is to make something wonderful and put it out there.” - Steve Jobs
En Applesfera | Todo sobre la keynote del 12 de Septiembre
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La noticia Mi keynote en el Apple Park fue publicada originalmente en Applesfera por Pedro Aznar .
Fuente: Applesfera
Enlace: Mi keynote en el Apple Park
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