Análisis de Call of Duty: WWII, el primer paso (en falso) hacia un futuro muy prometedor
Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto con un 'Call of Duty'. A partir del lanzamiento de ‘Call of Duty: Ghosts’, lo máximo a lo que aspiraban mis partidas era superar la campaña, probar lo que sea que hubiesen hecho con el modo zombis y darle un par de semanas al multijugador, probablemente más por inercia u obligación que por estar disfrutando lo que tenía en mis manos.
Nada que ver con 'Call of Duty: WWII', un juego que sigue sin alcanzar ese Olimpo que para mí ocupan ‘Black Ops 2’ y la trilogía ‘Modern Warfare’, pero que me resulta infinitamente más atractivo y divertido que todos los inventos que se han generado desde entonces. Sledgehammer Games no entrega un juego perfecto, pero sí indudablemente más inteligente.
Una campaña que cumple y poco más
Lo de ser el listo de la clase le viene por saber qué escuchar y dónde fijarse y, aunque no siempre acierta con su estrategia, sí se palpan buenas intenciones. Su campaña es buena muestra de ello, sabiendo gestionar la tensión con algo tan simple como olvidar la regeneración automática de salud e invitándonos a tirar de botiquines.
La posibilidad de curarte no suele escasear, pero cuando lo hace, cuando estás a un hilo de vida y cualquier fallo supone volver a repetir una sección, la galería de tiro de feria que son sus secciones de disparo ganan muchos enteros.
Se suma, además, la posibilidad de pedir ayuda a tus compañeros de equipo acercándonos a cada uno de ellos para que nos entreguen munición, granadas, la posición de los enemigos o un valioso botiquín. Pero cuando para hacerlo debes atravesar un campo de batalla en el que las balas vuelan de aquí para allí, la creación de una situación de riesgo y recompensa le sienta de maravilla.
Lo malo es que ese tipo de situaciones se cuentan con los dedos de una mano y, por lo tanto, la épica como característica primordial de los últimos 'Call of Duty' se difumina más de la cuenta. Nada de lo que hace es realmente especial y, las ideas que copia de otros éxitos, quedan muy por debajo de lo que se hizo en su día.
Comentaba en las primeras impresiones ciertas comparativas y, tras terminar la historia, esa sensación se hizo aún más evidente.
No hay nada que no haya visto ya hacerse mejor, ni siquiera dentro de la propia saga CoD
El desembarco no es el de ‘Medal of Honor: Allied Assault’, la tensión por la superación de una galería de tiros con vida limitada no es la de ‘Black’, las muchas escenas en las que toca aguantar oleadas de enemigos no son el risco afgano de ‘Medal of Honor: Warfighter’, las secciones de sigilo en las que infiltrarte en una base enemiga no son ‘Deus Ex’ y, puede que para muchos la más importante, sus secuencias de acción con la espectacularidad por bandera no están a la altura, ni en número ni en calidad, de lo que han entregado otros 'Call of Duty'.
De hecho, la única que se vive bajo ese sello es una bestialidad que haría llorar a Michael Bay, no por su calidad, sino por lo exagerado que supone. Me parece hasta increíble estar diciendo algo así de un 'Call of Duty', pero os aseguro que es la locura más hiperbólica con la que me he cruzado en un videojuego. Algo así como ver cómo te explota un edificio en la cara y pensar “qué chulo”, pero sin saber que aún quedan por explotar 27 edificios más de la misma forma.
Tampoco pasará a la historia por lo que narra, una historia típica en la que un paleto se va a la guerra para acabar con los fantasmas de su pasado y se acaba cruzando con los personajes más cliché que había en toda la contienda, incluido ese jefazo agrio que presupones desde el primer minuto que al final acabará teniendo su corazoncito.
En resumen, un “nostamal” con buenas ideas y algunos momentos memorables, pero poco más. No tiene nada que le haga pasar a la historia más allá de ciertas buenas intenciones. Un portento gráfico y sonoro, eso sí, pero con pocas excusas en lo jugable para que tengas el mínimo atisbo de intentar defenderlo con entusiasmo.
Un lanzamiento desastroso a nivel técnico
Donde sí hay buenas razones para, como mínimo, tomarse la situación con algo más de alegría, es en el multijugador. De hecho, que el de 'Call of Duty: WWII' esté siendo uno de los lanzamientos más problemáticos de la saga, y que día tras día haya seguido jugando, dice mucho de lo adictivo y divertido que puede llegar a ser.
Y os aseguro que los problemas están siendo enormes, lo que inevitablemente nos lleva a pensar que a Activision ya le da igual todo. Es inadmisible que a estas alturas de la película, sabiendo los problemas de servidores que tienen cualquier juego de la saga, los mismos problemas sigan repitiéndose una y otra vez.
Lo curioso del tema es que, pese a no tropezar donde lo hacían los anteriores, lo hace sobre otros que parecen más que solucionados en alternativas de la compañía como ‘Destiny 2’. Sí, es cierto que cuando el servidor funciona bien (y ahí reconozco que he tenido un par de momentos puñeteros muy puntuales) todo va sobre ruedas, encontrando partidas rapidísimo en casi cualquier modo y sin problemas de lag.
Pero luego está todo lo demás. Lo de empezar partida y ver la cámara de espectador de un compañero sin texturas en las manos y sin arma durante varios segundos hasta que decide meterte en la partida. Lo de entrar en el cuartel general y que siga desierto cuando en ‘Destiny’ es algo que se hace sin problemas. Lo de las excesivamente largas cargas de escenarios. Lo de tirarte varios minutos entre partida y partida sin poder hacer nada y luego tener escasos segundos para modificar tu clase…
Ni hay un acabado digno del presupuesto del juego ni está habiendo una respuesta acorde a la situación. Sólo otra estrategia de esas en las que parece que distribuidora y compañía dan por hecho que los primeros días son los peores y ya se arreglará todo cuando los servidores se calmen. Es intolerable que siga ocurriendo esto.
El mejor multijugador en años
Y pese a todo eso aquí sigo, en la carrera por el prestigio e intentando cumplir desafíos para acumular puntos, cajas de loot y tarjetas de visita. Aunque tarde, 'Call of Duty' ha entendido que lo de los aspectos cosméticos y las bonificaciones de experiencia ya son más que suficiente para que las ballenas se tiren a la piscina a comprar cajas y que, para el resto, la experiencia está mucho más equilibrada y es más sana si no hay armas especiales con estadísticas chetadas al alcance de los que se dejan el sueldo en microtransacciones.
Aunque sea algo psicológico, es más que suficiente para que las partidas se disfruten más y no te venga a la cabeza eso de “he muerto por su culpa”, cuando en realidad la culpa es completamente tuya y de tu manquismo. No sólo eso, a base de contratos y desafíos, el juego continuamente te invita a probar otros modos, otras armas y otras estrategias, lo que al final se acaba traduciendo en aprender a jugar más y mejor.
Digamos que, en ese sentido, lo de orientar el juego a un servicio que se vaya actualizando y añadiendo funcionalidades le sienta de maravilla. Al fin y al cabo un 'Call of Duty' es ya como un ‘FIFA’, un juego al que ir volviendo de tanto en tanto hasta que salga el nuevo el año siguiente.
Call of Duty: WWII es un juego lo suficientemente grande y divertido para que dure meses
La estrategia funciona y, a diferencia de los anteriores, puedo verme jugando a 'Call of Duty: WWII' durante los próximos meses en vez de hacerlo sólo durante semanas. Pero eso no quita que el juego esté ahora mismo en una situación que tampoco me parece la correcta. Hablo de camuflajes de armas personalizados y galerías de emblemas, dos puntos casi insignificantes para la experiencia que ahora mismo están en modo “próximamente” a la espera de una actualización que los active.
Como digo, no es en absoluto importante para disfrutar del juego, pero sí un poco desalentador verlos ahí sin poder usarlos, dando la sensación de que el juego crecerá a base de parches sobre lo ya visto en vez de con novedades realmente importantes. Háblame de modos que vendrán, de actualizaciones de armas o características que alarguen la vida del juego, no de detalles sin importancia que ya deberían estar en él desde el día 1.
Sin pegas en lo jugable más allá de echar de menos más variedad de modos (¿en qué momento se decidió que Infectado, Guerra Terrestre o Demolición ya no eran divertidos?) y otro estilo de mapas. En ese último aspecto se mantiene la idea de crear tres carriles, algo que le funcionó de perlas a ‘Black Ops 2’, pero lo hace recargando todo en exceso a base de decenas de casas y callejones cerrados en los que ceder hueco a los camperos.
Hay un barco que fácilmente podría ser Hijacked y no se le acerca ni a la suela, una ciudad que está casi en el punto de parecerse a Overflow o Standoff y un campo más abierto que por momentos recuerda a Wasteland, pero ninguno brilla especialmente y todos son lo suficientemente genéricos para que no te importe demasiado jugar en uno o en otro.
Ningún mapa de esta entrega brilla especialmente, menos aún si los comparamos con joyas como Nuketown
Es un palo no encontrar nunca algo similar a Terminal, Rust o Dome, ya ni hablemos del adictivo Nuketown, e inevitablemente invita a soñar con ese día en el que podamos disfrutar de un recopilatorio con los mejores mapas, armas y rachas. Correctas esas dos últimas partes en 'Call of Duty: WWII', por cierto, pero me parece incomprensible que no se vuelva a una creación de clase más abierta y por puntos en vez de limitar tantísimo la combinación de habilidades y equipamiento.
Suerte que ideas como la de Guerra, una vuelta de tuerca al modo que hizo famoso a 'Star Wars Battlefront', borren de nuestra cabeza cualquier atisbo de queja. En él, como si de una porción del modo historia se tratase, debemos cumplir distintos objetivos con nuestro equipo para ganar.
Pensad, por ejemplo, en todo lo que conlleva atravesar la playa de Normandía, destruir las comunicaciones enemigas y acabar con las baterías antiaéreas. Todo paso a paso en un escenario pasillero, pero enorme, con un equipo contrario tratando de evitar que suceda.
No hay muchas opciones jugables, creo haber contado cuatro dentro de ese modo, pero en todas ellas hay un soplo de aire fresco en el que disfrutar con amigos cuando te canses de confirmar bajas o tomar banderas. Es el añadido más importante a la saga en toda su historia, y además funciona a las mil maravillas.
Con todo, 'Call of Duty: WWII' parece uno de esos juegos sobre los que empezar a trabajar de cara al futuro. Una base sólida y divertida sobre la que empezar a iterar y a mejorar, como ya lo fue ‘Modern Warfare’ en su día. Ahora lo único que hace falta es soñar con que sus soldados no empiecen a volar y a correr por las paredes con el paso de los años.
El modo zombis que más se acerca al espíritu Treyarch
Desde que Treyarch reinventase la fórmula a la hora de incluir contenidos adicionales en las entregas de 'Call of Duty', el resto de compañías han intentado acercarse al concepto sin mucho éxito. Puede que sea Sledgehammer la que, finalmente, haya entendido qué hace grande a un modo zombis.
Lo hace además con un estilo propio, añadiendo novedades como las habilidades especiales que nos dan munición infinita o la posibilidad de ser invisibles a la horda, pero también girando más hacia el terror y los jump scares, con zombis que aparecen del suelo de repente u otros que saltan de la ventana cuando estás cómodamente activando una palanca. Le sienta genial, pero el tema de las habilidades y la poca variedad de enemigos hace que todo sea mucho más fácil de lo que debería y le acaba restando tensión al conjunto.
El giro hacia el terror le sienta genial, pero los zombis de Treyarch siguen siendo los mejores
Lástima que ni mapa ni objetivos estén a la altura de cosas como Alcatraz o Shadows of Evil, con mapas mucho más completos y cargados de secretos que ir desbloqueando poco a poco. Resulta demasiado guiado, evidente y falto de carisma, pero lo más problemático está en su lore interno, mucho menos atractivo de lo que estamos acostumbrados a ver en las entregas de Treyarch.
Desconozco qué tónica seguirá Sledgehammer Games en las posteriores entregas en formato DLC, pero sí sé que el primer capítulo de un modo zombis debe ser lo suficientemente potente como para querer comprar los siguientes y, lamentablemente, este no es el caso. Eso no quita que, por sus buenas ideas, esté atento a lo que puedan acabar entregando en el futuro.
La opinión de VidaExtra
'Call of Duty: WWII' está lejos de ser el 'Call of Duty' perfecto en todos sus ámbitos. La del multijugador es sin duda su mejor cara, probablemente lo más importante en esta saga, pero se echa en falta algo más de ambición en lo que a campaña y zombis se refiere, quedándose ambas en el mero complemento en vez de en una razón más para lanzarse a por el juego.
Pese a ello, es probablemente la entrega más interesante de los últimos años y la que más se esfuerza por agradar, no sólo haciendo caso a las demandas de los jugadores, también corrigiendo errores pasados y volviendo a sus orígenes con jugosas novedades.
Con todo, no causará el impacto que tuvo el primer ‘Modern Warfare’, pero sí servirá, como aquél, para crear una base sobre la que seguir trabajando de cara al futuro. Así que, si dentro de uno o dos años se lanza un 'Call of Duty' al que haya que aplaudir con todas nuestras fuerzas, probablemente tocará acordarse de 'Call of Duty: WWII' para darle las gracias por ello.
Call of Duty: WWII
Plataformas | PC, PS4 y Xbox One (versión analizada) |
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Multijugador | Sí |
Desarrollador | Sledgehammer Games |
Compañía | Activision |
Lanzamiento | Ya disponible |
Precio | 59,99 euros |
Lo mejor
- El multijugador es una gozada
- La inclusión del modo Guerra
- Multitud de opciones para seguir jugando durante meses
Lo peor
- Demasiados problemas técnicos en el lanzamiento
- Su campaña es bastante descafeinada
- El modo zombis cumple, pero no sorprende
Más en VidaExtra
- Puede que Call of Duty WWII no pase a la historia por su campaña, pero sí por todo lo demás
- Jugamos al multi de Call of Duty WWII: el nuevo modo Guerra es una verdadera joya
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Puede que Call of Duty WWII no pase a la historia por su campaña, pero sí por todo lo demás
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Fuente: Vidaextra
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