Apple más allá de Intel: la posible tercera transición
Apple es una compañía que conecta historias a lo largo de su recorrido: habitualmente, los aficionados a la marca hablamos sobre sus productos - el resultado de todo lo que hacen, de lo que son como marca y de lo que ofrecen a sus usuarios. Sin embargo, conviene recordar ciertos logros que también han conseguido y que - si bien no son tan visibles como el último iPhone o el nuevo iMac Pro - son tan importantes porque determinan una trayectoria y una declaración de intenciones para futuras decisiones.
Una de estas decisiones - que ya se han tomado dos veces en el pasado - podría estar a punto de tomarse en los próximos años, sobre los que quizás ya se han adelantado movimientos en 2017 y seguro que vemos más en 2018: hablamos sobre las transiciones de microprocesadores, y de cómo Apple ha sido la única compañía informática que ha conseguido llevarlas a cabo con éxito, dos veces.
Apple ha llevado con éxito dos transiciones en la arquitectura de sus procesadores, de Motorola 68k a PowerPC - y después a Intel x86
Entendemos como transición dentro de esta historia el cambio en la arquitectura del hardware, partiendo principalmente desde el procesador utilizado en el sistema. Este cambio no sólo consiste en cambiar la CPU, ya que tanto el sistema operativo como las aplicaciones deben recompilarse para que funcione con la nueva arquitectura - y aquí ha residido en cierta forma el éxito en la dos anteriores transiciones: su discreción respecto a los usuarios, tratando de impactarles lo menos posible. La primera transición fue el cambio de procesadores Motorola 68k a PowerPC, la segunda de PowerPC a Intel, y la tercera será la próxima. La actualidad de estos días con los problemas de Intel y sus procesadores volverán a sacar este tema a la palestra, pero no es algo de lo que se empiece a hablar ahora.
La primera transición: Motorola 68k a PowerPC
Siempre se habla de ésta como la primera transición, aunque hay un escenario previo. Hablamos de los tres primeros ordenadores que fabricó Apple: el Apple I, Apple // y el Apple III. Estas tres máquinas contaban con un procesador MOS 6502 de 8 Bits, fabricado en 1975. En el Apple I y el Apple // corría a la asombrosa velocidad de 1Mhz, y para Wozniak, era el procesador perfecto. Tenía varias características impactantes: era una CPU completa - para la época esto no era nada fácil - y era barato. Por si fuera poco, además era más rápido que muchos procesadores de la competencia. Esto permitió que las primeras máquinas de Apple fueran más fáciles de ensamblar y no se dispararan de precio - aunque no fueran “asequibles” por cualquiera en la época, eran más baratas y casi tan potentes como las grandes máquinas de los laboratorios. El lema era “un ordenador en cada hogar”, recordemos.
MOS Technology tenía un procesador barato y potente, perfecto para los primeros ordenadores de Apple
También había algo interesante con este procesador, y era quien lo había creado. No me refiero a MOS Technology, sino a que fue diseñada por ex ingenieros de Motorola. La generación anterior 6501 era compatible con el Motorola 6800 - por lo que tuvieron que crear esta nueva generación 6502 haciendo incompatibles a nivel de pines los chips. No pudieron escapar de la demanda de Motorola, y al final la acabó comprando nada más y nada menos que Commodore. Sin embargo, todo esto podría tener un punto de estrategia mirando al futuro: si se necesita evolucionar este procesador en futuros proyectos de Apple, los podría hacer MOS (en caso que hubieran podido)… o podrían llamar a la puerta de Motorola, mucho más boyante y con más recursos. Y así lo hicieron.
El Motorola 68k fue el nuevo procesador para todos los ordenadores a partir del Lisa, Macintosh incluido por supuesto. Facilitó la tarea del nuevo sistema operativo gráfico del Lisa gracias a su potencia, y más tarde llegó a los Mac. El Motorola 68k fue el hermano mayor del 6800 del que partía su clon 6501/6502 - contaba con una arquitectura nueva y no era retrocompatible con su predecesor de 8-Bits, pero no se partía de cero. Fue una decisión acertada por parte de Apple - y una de las pocas opciones que tenía en la época - ya que el 68k ha sido una de las familias de procesadores con más éxito en la historia de la informática: a día de hoy, todavía se siguen utilizando en algunos sistemas.
La alianza AIM
Sin embargo, la nueva generación de Macintosh a mitad de los noventa llegaba a un punto en el que Apple quería tener más capacidad de decisión sobre el procesador que corría en sus sistemas. Las arquitecturas RISC tenían fuerza ya que permitían trabajar en paralelo y segmentar la ejecución de instrucciones - así como reducir los accesos a memoria. Tres grandes compañía se unieron en lo que se llamó “La alianza AIM”, por quienes las integraban: Apple, IBM y Motorola. Su objetivo era aprovechar la arquitectura PowerPC para crear un nuevo estándar más potente para que cada integrador pudiera usarlo y de paso, plantar cara a la popular plataforma “Wintel” que dominaba los grandes mercados compuesta por Windows y procesadores Intel.
La alianza era demasiado ambiciosa. Intel y Apple crearon una compañía satélite para desarrollar un sistema operativo de próxima generación, de nombre en clave “Pink”. Como curiosidad, el proyecto secreto para crear iPhone OS - más adelante lo conoceríamos como iOS - fue llamado “Purple”, quizás como alguna referencia nostálgica a lo que se pretendía en aquel momento. Pero con Pink no funcionó. Las compañías satélites entraron en bancarrota, ya que no consiguieron popularizar la plataforma al no haber ningún sistema operativo real que los respaldase…
Bueno, había uno que sí que lo hizo: ¡nada más y nada menos que UNIX! ¿Os suena esa X del final del nombre? Exacto, estáis cansados de verla en lo que se convirtió en el nuevo sistema operativo de la próxima generación de Macintosh: Mac OS X, basada en núcleo UNIX sobre - finalmente - procesadores PowerPC. El problema de las transiciones es que rompen con todo lo anterior: PowerPC era incompatible con Motorola, y Apple no quería que eso intimidase a los usuarios. Así que hizo algo para que no lo notaran.
Apple no quería que el usuario tuviera impacto negativo en la transición: así que la hizo invisible y le otorgó un protagonismo positivo
Construyó una capa de emulación de instrucciones del 68k basado en la arquitectura RISC de los nuevos procesadores PPC. Esto causó dos grandes impactos positivos en los consumidores, ambos muy positivos: el primero, la inmensa mayoría de software escrito para 68k, funcionaba en la nueva arquitectura. El segundo, si esos mismos programas se recompilaban en PPC, correrían el doble de rápido. Esto mitigó el impacto que la decisión de la compañía tuvo al cambiar de procesadores, y demostró al público que era el camino correcto. PPC dotaba de una potencia tremenda a los nuevos productos, pero también estaba pensado para máquinas de escritorio, no para el mundo de la movilidad, que comenzaba a ser importante en portátiles.
La segunda transición: de PowerPC a Intel
Imaginad que estáis en 2005 y Steve Jobs sale a un escenario diciendo que se había equivocado. Apple prometió procesadores PowerPC a 3Ghz y portátiles PowerBook con procesadores G5, pero no evolucionaban lo suficiente. No sólo en potencia, sino también en la cantidad de energía que necesitaban. Jobs lo explicó muy claramente con el concepto “rendimiento por vatio”. En la gráfica, los nuevos procesadores de Intel quedaban muy por encima de los PowerPC de IBM, y no era sólo eso. También tenían un mapa de ruta mucho más trazado, con claros objetivos para los próximos años que los preparaban para el asalto a las nuevas generaciones de dispositivos portátiles sobre lo que debían ser todo lo eficientes energéticamente que se pudiera conseguir.
La informática, los consumidores y el mundo Apple era mucho más maduro que diez años antes, en la anterior transición. Había que explicar claramente al consumidor que ese cambio no afectaría a su día a día, y que el futuro era prometedor. La compañía recordó como lo hizo en el pasado, pero esta vez a esa capa de emulación de la arquitectura pasada le puso nombre propio - Rosetta, como la famosa piedra de granito que contenía el mismo texto en tres lenguas distintas: jeroglífico, demótico y griego. Esta tecnología fue premiada meses después, y permitió utilizar software PPC en los nuevos Mac con procesadores Intel.
Este movimiento ha sido reconocido años después como un gran acierto: permitió a Apple desarrollar productos más competitivos que no hubieran sido posible con PowerPC, y acercó los Mac a cierto segmento del público que los miraba con el miedo a la incompatibilidad. Ahora se podía instalar Windows de forma nativa en cualquier ordenador de Apple con esta arquitectura… si lo necesitaban.
La llegada de la tercera transición
El orden natural de una compañía que quiere crear el hardware junto con el software de sus productos, es crear de arriba a abajo “en casa” todo lo que los compone. Con el software ya lo están haciendo, y en el hardware han dado muchos grandes pasos los últimos años. La llegada de los procesadores AX al mundo iOS pasó de ser un experimento a una declaración de intenciones: y hemos visto un punto de inflexión - el último procesador creado por Apple, el chip A11 Bionic es ya más potente que algunos Intel que integran ciertos Mac. Esto destapó muchos comentarios sobre el momento perfecto para que comiencen a llegar a los Macbook, adalides de un diseño compacto sobre el que estos procesadores pueden jugar tan fuerte.
Apple parece haber comenzado una transición silenciosa: chips ARM en el iMac Pro, binarios universales multiplataforma para 2018...
Estos procesadores están diseñados completamente por Apple, basados en la - ¡sorpresa! - arquitectura RISC. De hecho, sus siglas pertenecen a Advanced RISC Machine, y están gestionadas por una sociedad que vela por el desarrollo de la arquitectura. Los ARM tienen menos transistores que las tecnologías CISC (Intel), y esto permite que consuman y se calienten menos. De nuevo, como veis, parece que la historia se podría repetir. Si tenéis dudas sobre si un Mac llevará alguna vez un chip ARM, os diré que ya existe uno: se llama iMac Pro, e integra ciertos chips basados en ARM para diversas tareas complementarias. Si me preguntáis, os diré que todo esto me suena a los primeros pasos de un nuevo Rosetta, pero esta vez apoyado por hardware de ambas arquitecturas complementándose, hasta que se acabe esta hipotética tercera transición.
Los incrédulos también pensaréis que estamos lejos de esto: de nuevo habría que recompilar no sólo los sistemas operativos, también las apps. De lo primero, no tengo ninguna duda que hay algún equipo de Apple que ya lo está haciendo, tal como sucedió con la transición a Intel - donde cada Mac OS X se compilaba en secreto durante años para procesadores x86 de Intel. De lo segundo, la solución también la hemos vivido con la segunda transición, se llaman binarios universales y consisten en apps que tienen todas sus distintas compilaciones y versiones dentro del mismo ejecutable. Vaya, justo lo que dice Mark Gurman que podría pasar este mismo año: apps universales que puedan ejecutarse en iOS y en macOS. Es curioso, porque el mejor escenario para que esto pase es que ambos sistemas utilicen la misma arquitectura, en el futuro.
ARM no es una arquitectura perfecta - eso jamás existirá - y también ha sido tocada por el problema que tienen los procesadores Intel de esta semana, pero Apple ganaría mucho control sobre el diseño de sus procesadores y su sistema operativo se ocuparía de terminar de personalizar y asegurar el resto de puntos. Es la jugada final si la compañía se quiere diferenciar de su competencia controlando todo el proceso de creación de sus productos, desde dentro hacia afuera. Y por qué no decirlo, la única que después de todo este lío con Intel lo puede hacer - aunque no necesariamente lo tenga que hacer por ello.
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La noticia Apple más allá de Intel: la posible tercera transición fue publicada originalmente en Applesfera por Pedro Aznar .
Fuente: Applesfera
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