ZTE Axon M, análisis: una valiente apuesta por la doble pantalla que se queda a medio gas
El terreno de juego en el panorama del móvil es cada vez más complicado, y encontrar el punto clave en los ejes de la innovación y la utilidad es todo un reto para el que parece que toque arriesgar. En ZTE decidieron dejar a un lado el factor forma imperante y lo intentaron doblando, literalmente, la pantalla, y por fin hemos tenido ocasión de ver qué tal resulta esto en el análisis del ZTE Axon M.
Aunque, si hemos de ser justos, los chinos jugaron con algo que tampoco era estrictamente innovador (aunque sí llamativo y rompedor). Ya tuvimos un buen aperitivo con la toma de contacto del Axon M, aprovechando para ver qué tal la experiencia con esa doble pantalla, pero ahora hemos comprobado a fondo si el ZTE Axon M es, además de llamativo, útil.
Ficha técnica del ZTE Axon M
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Pantalla |
Resolución FullHD (1.920 x 1.080), 426 ppp |
Dimensiones |
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Peso |
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Procesador |
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Núcleos |
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Tarjeta gráfica |
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RAM |
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Almacenamiento interno |
Ampliable hasta 256 GB con microSD |
Sistema operativo |
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Conectividad |
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Batería |
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Cámara trasera |
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Cámara frontal |
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Otros |
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Diseño: un móvil para atraer las miradas de todo el mundo
Sin duda ésta es una de las características diferenciales del Axon M, tanto que hace que tenga poco que ver con lo coetáneo o lo anterior tanto a nivel de marca como de competencia. El ZTE Axon M se sale de las líneas de diseño de lo móviles ZTE, de la familia Axon y de lo que estamos viendo en el mercado los últimos años, optando por alargar la diagonal doblando pantalla y dejando a un lado las tendencias de reducir marcos y curvar pantallas (en cualquiera de los tres ejes).
No es especialmente alto, pero es muy, muy grueso cuando lo tenemos plegado del todo. Y muy pesado: esos 230 gramos cansan tras un rato lo usemos del modo que lo usemos, y no ayuda que ninguno de los agarres resulte cómodo del todo.
La elección de unos bordes en ángulo recto es otro punto que no favorece un agarre cómodo al molestar sobre todo si lo sujetamos con una mano estando plegado, con curvas únicamente en las esquinas de esa autopista de aluminio que borde lateral. La uniformidad en el color le da un toque de sobriedad (más aún al ser completamente negro), pero el lado de la bisagra es bastante antiestético así como las traseras de las pantallas.
Hablando de la parte trasera, dada la naturaleza de este móvil no tenemos una espalda convencional. La interacción ocurre en las pantallas y en los botones físicos del lateral izquierdo (incluyendo el lector de huellas) al no haber trasera como tal. De hecho, no tenemos dos cámaras, tenemos una que vale por dos jugando con la doble pantalla (lo veremos más adelante).
Para que sea algo más fácil abrir el móvil para usar las dos pantallas la trasera o secundaria tiene en su borde derecho (si la miramos de frente) un saliente bastante discreto que ayuda a desplegar el móvil. En cuanto a los botones físicos dispone de los dos de volumen, el de encendido (que integra el lector de huellas) y un botón para accesos rápidos que permite configurar qué app se abre si mantenemos la pulsación (y la posibilidad de abrir la cámara con un doble toque, ninguna otra aplicación).
Se trata de un móvil más bien incómodo de usar si lo vamos a tener más en mano que sobre una mesa, pero uno de los aspectos que más penaliza la experiencia es que, estando plegado, siempre haya un cristal como superficie de apoyo. La consecuencia: arañazos y resbalones, muchísimos. Donde otros móviles se apoyan sin más, éste se escurre (por materiales y peso), y nos toca ir con más cuidado.
Pantalla(s): mucho panel y pocas nueces
Al hablar de resoluciones, brillos y pulgadas lo hacemos en duplicado esta vez, pero aunque son pantallas gemelas a nivel de especificaciones no siempre nos van a dar la misma experiencia. Así, tenemos dos pantallas de 5,2 pulgadas con resolución FullHD y protección de Gorilla Glass 2.5D.
En cuanto a resolución, tenemos lo que puede considerarse el mínimo más que aceptable, suficiente para quienes no exigen el máximo detalle o una mayor resolución como la que ya integran de serie los móviles de gama alta. Quizás a nivel de equilibrio de características se pueda echar de menos algo más de píxeles por esto mismo (hablamos de un procesador antiguo pero de primera línea, 4 GB de RAM y un precio alto), pero a nivel de experiencia es más que suficiente para el usuario medio.
Buena sensibilidad táctil en ambos paneles, colores ligeramente apagados y buen nivel de brillo máximo. Eso sí, el ajuste de brillo automático falla en ocasiones dejando un nivel por debajo de lo deseado, aunque no ocurre de una manera continuada, sino puntualmente cuando nos encontramos en una situación de iluminación media en interiores.
Si inclinamos el terminal más de 45 grados con respecto a la vertical o ligeramente hacia los lados las pantallas pierden algo de brillo, si bien en inclinaciones más habituales (más frontales) no se observan estas pérdidas ni ningún tipo de degradación. Es decir, bien a nivel de ángulo de visión, incluso usando el móvil como tablet para lectura.
Hablando de las capacidades (y al fin y al cabo, la experiencia) que nos da cada panel por separado, en la pantalla secundaria no podremos sacar los menús desplegables de opciones de las apps en el cajón de apps, pero por lo demás no hemos detectado ninguna carencia con respecto a la principa. Y si habilitamos el modo dual no podremos ver el escritorio en la secundaria, teniendo en cajón de apps si pulsamos el botón de cerrar tarea.
Comentar como siempre el asunto de los ajustes de pantalla, que en este caso van algo más allá de lo habitual. En el Axon M tenemos algunos correspondientes a las posibilidades de la doble pantalla, forzar apps en modo dual o extendido, y la opción de ajustar la temperatura de los blancos de manera independiente para cada panel (aunque esta posibilidad es de utilidad cuestionable).
Podemos activar la pantalla ambiente para que las notificaciones aparezcan en la pantalla principal cuando está bloqueada, pero no hay opción de doble tap para activar pantalla (y sería bastante interesante).
Doble pantalla
¿Necesitamos un móvil con tanta pantalla que requiera ser plegable? ¿Es práctica una doble pantalla con una bisagra en el medio? Rotundamente no, a éstas y a otras preguntas derivadas.
El móvil se inicia con el modo de pantalla única, lo tengamos o no desplegado. Una vez acabada la configuración inicial ya podemos ver el cuarto botón que ZTE ha habilitado exclusivamente para cambiar de modo de pantalla, pudiendo elegir entre: pantalla única, modo espejo (contenido duplicado), modo extendido (la doble pantalla queda como pantalla única) y modo dual (podemos abrir contenido independientemente en cada pantalla).
Esta manera de cambiar de modo de pantalla es bastante práctica y sencilla, de modo que podemos alternar según qué uso estemos haciendo e ir probando qué se ajusta más según lo que se esté ejecutando. Pero el propio uso es lo que al final no acaba de dar una buena experiencia global, o ese sentido que buscamos darle al factor forma (cuando no es algo que habitualmente se busque, sino que es inherente).
Plegar y desplegar el móvil con la pantalla (o pantallas) activa es incómodo y, según que tengamos abierto, contraproducente, por lo que hemos de acostumbrarnos a hacerlo con el móvil bloqueado. Esto es casi lo de menos; el quid de la cuestión es que no hemos llegado a sentir esa necesidad de usar la doble pantalla en cualquiera de sus modos, esa idoneidad que la marca quiso enfatizar con el lanzamiento de este concepto.
Ver un contenido multimedia aprovechando la diagonal que conforman ambas pantallas en conjunto es una experiencia totalmente coartada debido a la barrera estéticamente aterradora que supone la separación de las pantallas. Al final uno se acaba habituando, pero es como el sonido de una obra cercana: han de pasar muchas horas para que se dé la desensibilización y nos olvidemos de esa línea (si es que ocurre).
Más allá del inevitable marco negro (que casi es lo de menos), lo verdaderamente molesto es el desnivel entre pantallas (maniaticos y demás sufridores de TOC, este móvil es una amenaza continua a nuestra tranquilidad y estabilidad mental) y que lo que queda es lo opuesto a esos 18:9 que tan están de moda en los frontales de los smartphones; nos queda una pantalla casi cuadrada con unos marcos superior e inferior que nos impiden situarnos en el siglo XXI de los móviles.
Eso sí, escribir con el móvil desplegado es relativamente cómodo, más o menos como lo es hacerlo en un móvil apaisado o un tablet. Aunque la experiencia depende de qué teclado usemos, porque GBoard sí se parte en dos mitades (adaptándose a esta escritura al acercar las teclas a los bordes para que estén más cercanas) pero otros como SwiftKey no.
¿La utilidad? Posiblemente tener una pantalla más grande (para gustos, colores) o usar el móvil en modo doble ventana continuamente, yendo un poco más allá del modo de pantalla partida que ya hace tiempo que permite Android e incorporan muchos terminales.
Rendimiento: tirando de caballos grandes, pero viejos
En la toma de contacto con el terminal comentamos que las especificaciones no lo eran todo para ZTE, dado que en 2017 apostaba por un procesador potente de Qualcomm, pero de la línea del año anterior. Lo que trae en sus tripas el Axon M es un Snapdragon 821 con 4 GB de RAM.
Sobre el papel es hardware que ha de poder con las tareas más pesadas sin mucho problema (quizás con algo más de dificultad si se tratase de un tú a tú con los más nuevos con realidad virtual). ¿Es buena idea apostar por componentes "antiguos"?
A nivel de durabilidad y de que el móvil tarde más en pedir renovación, siempre será mejor apostar por lo último en procesadores, sobre todo si la idea es competir en primera línea contra los más fuertes. Pero dejando a un lado esto, en la práctica el Axon M no se ha quejado ni ha carraspeado a la hora de cargar las apps más exigentes a nivel gráfico y de rendimiento, como la reproducción multimedia o los videojuegos.
No obstante, la fluidez no es la esperada y encontramos un mínimo lag en ocasiones, si bien es algo que puede achacarse a un software al que probablemente le falte más de una revisión (como comentaremos en detalle en el siguiente apartado). Notaremos el aumento de temperatura habitual cuando estamos usando durante un rato y de manera ininterrumpida el terminal, sin que sea algo fuera de lo normal ni mucho menos molesto.
Para quienes os guiáis con los tests de rendimiento, os dejamos los resultados del Axon M en los benchmarks más habituales. Lo comparamos con móviles de configuración pareja, con la excepción del ASUS ZenFone AR que tiene 2 GB más de RAM.
Prueba |
ZTE Axon M |
ASUS ZenFone AR |
LG G6 |
Pixel XL |
Xiaomi Mi Mix |
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AnTuTu |
172.003 |
146.962 |
157.208 |
141.405 |
149.418 |
GeekBench (Single / Multi) |
1.684 / 4.398 |
1.830 / 3.822 |
1.797 / 4.285 |
1.549/ 4.066 |
1.825 / 4.342 |
PCMark Work |
6.457 |
5.929 |
6.072 |
4.982 |
6.529 |
3DMark (IceStorm Unlimited) |
29.967 |
31.850 |
28.457 |
28.256 |
31.681 |
zte-axon-m-benchmarks
Software: las apariencias engañan (una vez más)
Grata sorpresa en un primer momento cuando al acabar el preload tras el primer arranque del ZTE Axon M nos encontramos con un Android Nougat 7.1.2 prácticamente sin tocar, muy distinto a esa capa invasiva que traía el ZTE Axon 7. Sorpresa agradable porque esto supone ya desde un primer momento que no haya añadidos que sobrecarguen el sistema y que esto repercuta en el uso, aunque desafortunadamente las sorpresas no acaban aquí y no todas son positivas.
Más allá de la estética y de los iconos, lo primero que percibimos es que no hay bloatware. Nada de apps duplicadas por parte de la casa, las que impone el padre del sistema operativo y que podemos inhabilitar si no queremos usar ni que estén en el cajón de apps.
¿Qué es entonces lo malo? La inestabilidad que por un motivo u otro nos encontramos de manera puntual, pero continua. Cierres inesperados de apps, lag en el cambio de orientación de la pantalla, falta de elementos en la carga de algunas apps o algunos bugs como que no baje el porcentaje de batería con el consumo o que el botón virtual de minimizar/cerrar falle.
Hemos tenido la sensación constante de estar usando un móvil en fase de pruebas o con betas. Sumando todo esto al mal funcionamiento del brillo automático, el móvil pide a gritos una buena actualización de software que pula todos estos aspectos, ya que llegan a empobrecer bastante la experiencia.
A favor hay que puntualizar que no hay lag ni comportamientos anómalo cuando cambiamos el modo de la pantallas. Es decir, si por ejemplo pasamos de pantalla dual a extendida no habrá parones ni nada molesto, y el gesto de pasar un contenido al otro panel usando el modo dual (deslizando con tres dedos) funciona perfectamente.
¿Qué otras cosas hay que mejorar? Quizás adaptar el software a la principal característica del móvil: el uso de la doble pantalla. Cuando plegamos el móvil no se inactivan las pantallas, de modo que lo normal es que haya toques accidentales en ambas. Lo suyo quizás sería que una vez se rompiese la horizontal al plegar el teléfono, las pantallas se inactivasen o pasasen a un estado de parón momentáneo de modo que se evitasen estos toques.
Cámara: una puede ser suficiente, pero tampoco se luce como debería
Justo en la época en la que una sola cámara trasera nos sabe a poco, el ZTE Axon M viene con una sola cámara en total. No tenemos frontal y trasera ni por supuesto ninguna doble cámara; un sensor de 20 megapíxeles servirá para fotografías de nuestro entorno y de nuestro rostro, jugando para ello con la doble pantalla.
Sobre el papel la cámara promete, por tanto, una igualdad de condiciones haciendo justicia entre disparos frontales y traseros: la estabilización dual de imagen, la resolución y el desenfoque que permite una apertura máxima de F/1.8 son las características de la única cámara que hay y deberían reflejarse en ambos disparos. Veamos qué tal, paseándonos primero por la app como siempre y dedicando algo más de atención a la particular manera de usar la(s) cámara(s) en este móvil.
App de cámara
La personalización tiene cabida en el móvil de ZTE en la app de cámara, la cual tiene la interfaz y las opciones que ya vimos en anteriores móviles como el ZTE Axon 7 que recordamos antes. Tenemos tres modos principales para la cámara "trasera", foto, vídeo y manual, con botones directos al HDR, el flash, el temporizador, cambiar de cámara, filtros, live photos y ajustes.
Hay también algunas opciones de configuraciones predefinidas o distintas interfaces para disparos panorámicos, foto nocturna, exposición múltiple, disparo súper nocturno y cámara lenta. Y para la cámara frontal los botones directos corresponden al flash, la detección de sonrisas, el temporizador, el cambio de cámara y los ajustes, teniendo los modos de foto normal, "mejorada" y vídeo.
La navegación es sencilla y se agradece tener un el HDR a tiro de tap sin tener que entrar en el menú de ajustes. No hay opciones dependientes de la resolución en cuanto al vídeo, así que no se echa en falta que pueda ajustarse la calidad desde la interfaz principal.
La app es bastante completa e intuitiva, así como el modo de disparo manual que permite ajustar de manera independiente el enfoque, la ISO, la velocidad de obturación, el balance de blancos y la exposición. Quizás los más exigentes echen en falta la posibilidad de editar el RAW y ayudaría que hubiese una herramienta similar al "peak" de Xiaomi (que permite ver muy bien qué área se está enfocando), pero en general el uso es cómodo y satisfactorio, sin errores ni parones.
El juego con la cámara
Debido al factor forma del móvil las posibilidades de las cámaras son más limitadas: poner una cámara trasera implicaría una segunda frontal en la pantalla secundaria o una trasera que estaría tapada cuando el móvil estuviese plegado. Ante esto, ZTE ha optado por el caballo grande para una necesidad u otra, jugando con la doble pantalla para el cambio a frontal o a trasera.
¿Es práctico esto? Quizás con las opciones que había era lo más conveniente, pero cómodo no es. Al abrir la app de cámara se nos indicará que si queremos usarla como trasera tendremos que usar la pantalla secundaria, de modo que la cámara quede al otro lado de nuestra cara. Es decir, lo primero que se nos activa es la cámara frontal, aunque lo hagamos desde la pantalla de bloqueo.
Lo primero que se nos activa es siempre la cámara frontal, aunque lo hagamos desde la pantalla de bloqueo
La cámara, por cierto, puede abrirse tirando del botón de inicio rápido que hay debajo del lector de huellas. De hecho es la única opción que puede configurarse para el doble toque con este botón (hay más para la pulsación mantenida), y funciona para activar la cámara con el móvil bloqueado.
¿Cómo se porta la cámara? No tenemos una lente prominente ni llamativa como las de las dobles cámaras protuberantes de la competencia u otras cámaras potentes, pero al estar en la parte de la electrónica del teléfono ésta aprovecha toda la profundidad del chasis. No obstante, el resultado no es el de una de estas cámaras sobresalientes de los topísimos de gama, que siempre sacan pecho (y lente) en este sentido.
Nos encontramos unos disparos que recuerdan más a un móvil de gama media de 2017, con resultados muy, muy dependientes de la luz de la escena. Se echa en falta realismo al obtener instantáneas con una saturación algo baja, y la falta de detalle no tarda nada en salir si estamos en un día nublado o en interiores.
Como suele ocurrir, las macros se resuelven bastante bien incluso en media luz, pudiendo apurar más la distancia mínima de enfoque (y el desenfoque) con el modo manual. No obstante, el enfoque falla bastante si la luz es muy abundante, tanto en el modo trasero como en el frontal.
El HDR puede sernos de ayuda en escenas en las que el cielo tiende a quemarse, salvándolo, así como en disparos nocturnos. No nos libraremos del ruido y de la falta de nitidez en esta situación, pero sí tendremos algo más de exposición con la combinación de disparos que realiza este modo.
El disparo manual es nuestro amigo en macros y disparos con poca luz en los que queramos reducir el ruido, al permitir estrujar algo más la ISO, o si queremos hacer los efectos del agua de seda o las estelas de luz por nuestra parte y no bajo la imposición de las preconfiguraciones de la app. Eso sí, en días nublados o interiores con media-baja luz puede interesarnos más el HDR, según lo que queramos salvar.
¿Tenemos súper selfies con la democratización que supone una sola cámara? No precisamente. Con buena luz sale bien parada (no con demasiada, donde el enfoque automático falla), incluso en interiores con luz abundante, con buen nivel de detalle aunque con esos colores algo apagados. Pero en baja luz la falta de nitidez es aproximada a la que da una cámara frontal de resolución algo más alta, disparando más lento y resultando en muchas tomas movidas o desenfocadas.
La deformación debida a la curvatura de la lente es bastante evidente, si bien esto se nota más si el rostro está más cercano a los boredes laterales. Eso sí, el flash es una buena ayuda, sin ser agresivo y evitando que salgan fotos movidas o subexpuestas.
Aquí además tenemos las habituales herramientas de "mejora" para "belleza". hay cinco grados de "mejora" posibles, disponibles en el modo correspondiente, que lo que hacen es eliminar detalle, blanquear piel y modificar ligeramente las facciones.
En cuanto al vídeo, la cámara permite grabar hasta 4K si actúa como cámara trasera y hasta 1080p si la usamos como frontal.
Obviamente tendremos mejores resultados tirando de la máxima resolución, se nota sobre todo al hacer zoom, pero la estabilización (por software) es demasiado agresiva y quedan tirones incluso en tomas con buena luz. Buena captura de sonido y resultados bastante realistas a nivel de color, aunque según tomas notaremos esa falta de viveza (ligera).
La estabilización logra buenos resultados en tomas a 1080p de día, pero de noche no notamos demasiada mejora ni a nivel de movimiento ni de ruido.
Os dejamos una galería con algunas fotografías hechas con la cámara del ZTE Axon M en los distintos modos, actuando como trasera y como frontal.
zte-axon-m-fotografias
Autonomía: aguanta bien para consumir "el doble"
El ZTE Axon M cuando pesa, es que pesa de verdad. Los 230 gramos se notan con el uso continuado del terminal, sobre todo si venimos de un móvil más fino y ligero, pero algo bueno que tiene esto es que parte de esos gramos corresponden a una batería de 3.180 mAh, que no son una barbaridad pero que como veremos están bien aprovechados.
El Axon M aguanta bien un día de uso intensivo, con cámara, multimedia y más horas de conexión de datos, y teniendo en cuenta que a ratos hay dos pantallas encendidas (y consumiendo) esto tiene su mérito. Tenemos autonomía media de unas 21 horas, teniendo que poner bastante empeño para que una carga no aguante y se tenga que cargar antes de que acabe el día.
El hardware soporta carga rápida y el cargador que incluye el pack es compatible con dicha tecnología, obteniendo un 50% de la carga en media hora y la carga completa en hora y media. Dispone de USB tipo-C, e incluye un adaptador de micro-USB a USB tipo-C para cables con esta conexión.
En resumen, no tenemos una autonomía extraordinaria ni mucho menos, pero por los miliamperios/hora y por el asunto de las dos pantallas esperábamos una autonomía menor de la obtenida. Y salvo que hagamos un uso intensivo, una carga nos dará para aguantar la jornada sin tener que vivir pendiente del cable de una batería externa.
Sonido: lo más discreto
Teniendo en cuenta el formato y su relativo atractivo como centro multimedia, puede que esperemos que en cuestión de audio el ZTE venga bien armado. De hecho, la experiencia con el ZTE Axon 7 fue bastante buena en cuanto a calidad e intensidad, teniendo además altavoces en estéreo, pero esto se ha perdido en la genética del Axon M.
Dispone de jack de audio (en el borde superior) e incluye auriculares con dicha conexión, pero sólo tiene un altavoz (nada de estéreo) en el borde inferior, al otro lado del micrófono junto al USB tipo-C. La calidad es aceptable; no destaca, no sorprende, pero tampoco puede decirse que sea mediocre o quede por debajo de las expectativas una vez se sabe que no hay un hardware (altavoces y DAC) avanzado.
El volumen da para que se oiga bien estando relativamente cerca o tenerlo como centro de reproducción en una habitación no muy grande, quedando en unos 102 decibelios como punto máximo. La calidad del audio siempre será mejor si no llegamos hasta ahí, pero la experiencia es notablemente mejor tirando de auriculares.
ZTE Axon M, la opinión de Xataka
A veces llamar la atención es un peaje. A veces se planea dar un golpe en la mesa y lo que ocurre la experiencia de usuario pasa a ser el saco de boxeo que recibe todos los golpes. A veces alejarse del status quo es el remedio peor que la enfermedad del aburrimiento en el diseño.
Tras unos días con el ZTE Axon M no se le encuentra el sentido al factor forma. Se logra ser la sensación allá donde se está; la gente mira qué es ese aparato y si es un móvil, un tablet o una agenda electrónica, pero más allá de ser el centro de atención no existe un reclamo claro para un móvil con una bisagra. Un smartphone con un ecuador notorio con muchas cosas por pulir, de hecho como hemos comentado se puede mejorar la situación de actividad de la pantalla al plegar y desplegar.
El diseño hace que tampoco sea cómodo ni ergonómico: muchas veces no se nos desbloquea porque los dedos no nos llegan bien al ser tan grueso (agarrándolo con la mano derecha). Algo que parece problema del sensor de huellas, pero que más bien es algo relativo a la longitud de nuestros dedos y el diseño.
¿Compensa pasar de una diagonal de 5,2 a 6,44 pulgadas? Sólo si somos usuarios frecuentes de la doble ventana y si esto nos es prioritario, porque la experiencia en este sentido es mucho mejor que en cualquier móvil de pantalla partida (sin hablar de extras como el S-Pen, refiriéndonos sólo a lo relativo a la superficie de uso).
Escribir con las pantallas abiertas y las apps extendidas puede ser algo más cómodo, similar a la experiencia con un tablet de dimensiones como las del iPad mini, pero el teclado será determinante para que esto sea positivo o una pesadilla. Y ver contenido multimedia con los anchos marcos y ese marcado ecuador que comentábamos no es agradable: las pantallas están desniveladas (es medio milímetro, pero es así y una vez lo descubráis no podréis dejar de verlo) y si tiramos de subtítulos es una fiesta si la palabra se corta.
Las pantallas están desniveladas (poco, pero es así y una vez lo descubráis no podréis dejar de verlo
La cosa no mejora al hablar del software. Los problemas que hemos tenido transmiten una sensación continua de inmadurez y necesidad de mejora, por no hablar de lo incómodo que es ir con cuidado continuamente si estamos con la cámara (al bloquear con la cámara en primer plano, si no cerramos rápido en cuanto desbloqueamos podemos entrar en un bucle de cambios de pantalla y bloqueos muy molesto) o queremos plegar o desplegar el móvil.
Sobre el papel no pinta mal en cuanto a características y cierto es que hemos podido mover todo tipo de apps, pero nada brilla en este móvil salvo el cristal. Un cristal que además siempre tendrá que ser la parte que se apoya y que estará en riesgo constante de sufrir arañazos y resbalar.
La cámara y el audio tampoco sobresalen (ni físicamente ni a nivel de calidad), desaprovechando otro posible reclamo. La experiencia con la cámara, de hecho, es bastante incómoda con el asunto de tener que intercambiar pantallas, y el grosor y el peso del móvil no ayudan.
En resumen, el ZTE Axon es un Nokia Lumia 1020, un Samsung Note Edge, un Xiaomi Mi MIX más, y muy caro.
Un 'Yes, we can'. Un carraspeo ante un panorama de estética y factor forma hegemónicos, porque el golpe de mesa ya se dio anteriormente y no hizo temblar nada de lo que había encima cayendo en el olvido.
7.4
A favor
- Es un soplo de aire fresco en el mercado en cuanto a diferenciarse en diseño, aunque el resultado final tenga bastantes puntos a mejorar.
- La batería da para una autonomía aceptable teniendo en cuenta la actividad de las dos pantallas.
- La bisagra es fuerte y permite ponerlo en modo atril en cualquier momento, sin que cueste abrirlo.
En contra
- Resulta incómodo en muchas ocasiones y muy pesado.
- Tiene una sola cámara y no es de alto nivel.
- Es muy caro, sobre todo para tener hardware "antiguo", casi ninguna característica de gama alta y ser más bien un concepto.
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La noticia ZTE Axon M, análisis: una valiente apuesta por la doble pantalla que se queda a medio gas fue publicada originalmente en Xataka por Anna Martí .
Fuente: Xataka
Enlace: ZTE Axon M, análisis: una valiente apuesta por la doble pantalla que se queda a medio gas
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