Análisis de State of Decay 2: sin ser la experiencia contra zombis perfecta, engancha como pocos
'State of Decay' no fue un juego perfecto, pero sí uno de los que mejor supo recrear lo que supondría sobrevivir a un apocalipsis zombi y el que más se asemejaba a lo que estaban viviendo (y sufriendo) los protagonistas de The Walking Dead al tener que cambiar de asentamiento cada dos por tres.
Las primeras horas de juego con su secuela me dejaron claro que éste tampoco iba a ser un juego perfecto, pero sí que me podría enganchar más si cabe que el original de 2013. Por lo tanto, toca analizar a fondo 'State of Decay 2'.
Lo que pedíamos desde 2013. O casi
Vaya por delante que, a pesar de sus fallos, 'State of Decay' me encantó. Y su secuela, por desgracia, conserva parte de la tosquedad de su control (se ha pulido un pelín, pero le falta un hervor) y nos sorprenderá de vez en cuando con errores de lo más inexplicables donde nos atascaremos sin poder salir y que se pueden solucionar de una forma cuanto menos curiosa: mediante llamada de radio.
Pero, aun con todo, 'State of Decay 2' se juega mucho mejor que el original, no solo por la fluidez de la que hace gala en esta generación (al de 2013 se le notaba un pelín justo), sino porque resulta ser una experiencia mucho más completa.
Su mayor atractivo, sin duda alguna, lo tenemos en la demandada inclusión del modo multijugador online para hasta un máximo de cuatro personas, donde podremos lanzar una bengala para que se unan desconocidos a nuestra partida, invitar a colegas o unirnos al que esté pidiendo ayuda. Ahora bien, con límites.
Pero vayamos por partes.
¿Dónde quieres sobrevivir en State of Decay 2?
Uno de los puntos donde cojeaba el primer 'State of Decay' fue en lo pequeña que resultaba la región del valle de Trumbull. Y tampoco había ninguna otra zona. En esta secuela no se ha apostado por un mapa mucho mayor, pero sí que nos ofrece tres regiones completamente distintas que podremos elegir a voluntad.
Será nuestra primera decisión tras completar el tutorial: ir a la meseta, a las laderas o a los campos de labranza. En mi caso opté por lo último.
Tal y como pasó con el original, partiremos de recursos ínfimos y una base diminuta donde poder crear lo esencial para sobrevivir. A partir de ahí, será una búsqueda constante de recursos por los aledaños, limpiando cada edificio de la presencia de zombis y de ese modo contar con unas horas de tranquilidad. El proceso es exactamente el mismo que el primer 'State of Decay', puesto que ni faltarán las mochilas con recursos para la base y que sólo se podrán cargar de una en una... salvo que contemos con un vehículo para llevarlas todas de golpe.
Sorprende lo poco que ha tocado la fórmula Undead Labs, aunque también es cierto que fue una mecánica muy divertida, tanto por la tensión de poder alertar a los zombis al buscar provisiones, como la posibilidad de agotar la resistencia al escapar o que el equipo se nos rompa en medio de un combate. Aquí la supervivencia sigue siendo exigente y será indispensable mejorar al máximo a cada superviviente para evitar disgustos. Porque aquí alternaremos más entre los miembros de nuestra comunidad, algo que no sucedió con el original.
Cada uno tiene sus intereses y sus propias misiones principales, e incluso distintas mejoras para la base al declararlos líderes (con el posterior legado y sus bonus tras finalizar la partida), lo que aumenta la rejugabilidad de su campaña. Ahora bien, la historia vuelve a suponer otra decepción: no aporta nada a lo ya visto ni contará en ningún momento con situaciones que nos dejen sin aliento.
Organización ante todo. No perdamos la cabeza
'State of Decay 2' destaca, más bien, por cómo logra recrear el apocalipsis zombi. Como dejamos caer con nuestra avance de hace unos días, resulta de lo más adictivo y le podremos perdonar (hasta cierto punto) sus fallos. También por las mejoras que ha implementado respecto al original, que no son pocas.
La interfaz del primero era horrible, y por suerte su secuela la ha optimizado completamente. Al cabo de unos minutos seremos de lo más competentes en cualquier situación, gestionando perfectamente nuestro inventario y todo lo relativo a la base. Si bien hay decisiones inexplicables (que no podamos reparar un objeto sin quitarlo del inventario estando en la base, sino tras volcarlo al almacén), las mejoras son evidentes y ayudan al apartado jugable.
Sí que nos puede abrumar tanta información de entrada (para más inri, en inglés, porque ni se han traducido los textos al castellano... aunque haya un truco para ponerlo en español latino si cambiamos la región de la consola o PC), porque los supervivientes no pararán de demandarnos cosas (a veces sin tener lógica alguna, como que pidan más materiales cuando llenamos su cupo al máximo), habrá otros que nos pedirán ayuda (algunos, con límite de tiempo... y podrán morir, como en los 'Dead Rising'), y luego el tema de los zombis, que nunca (jamás) descansan.
'State of Decay 2' exige mucha dedicación para sacarle todo su jugo, incluso aunque hayamos completado la aventura de 2013. Porque es, al fin y al cabo, también un juego de gestión, no simplemente acción pura y dura dentro de un apocalipsis zombi. Y ambas cosas las hace bastante bien, en líneas generales.
La nueva base y las habilidades en State of Decay 2
Donde más reincidió Undead Labs en la presentación de esta entrega es en la considerable optimización de la nueva base. Antes era un engorro organizarse, mientras que ahora lo podemos gestionar todo de forma mucho más cómoda.
Contamos con un apartado especial que nos muestra de un plumazo todos nuestros recursos, información detallada de cada estructura, cómo está la moral del grupo (pudiendo desplegar qué afecta negativamente o positivamente a la comunidad) y el nivel de amenaza zombi, algo de vital importancia cuando acabamos de transportar el chiringuito a otra zona (conservando recursos).
Hay que tener en cuenta, tal y como sucedió con el primero, que partiremos de una base muy pequeña, y que para declarar otro asentamiento como nuestra base, hace falta una gran cantidad de influencia, lo que viene a ser la moneda de cambio. Esto se consigue a base de acciones determinadas, como eliminar infectados especiales (el Juggernaut, el gordaco destroza-humanos, intimida lo suyo), liberar zonas infestadas o comerciar con el resto de supervivientes de otros enclaves. Si nos organizamos bien, no será difícil conseguir mucha influencia.
Para ello habrá que fijarse bien en las habilidades de cada superviviente. Hay habilidades en común para todos, como la de cardio, inteligencia o ataque, mientras que otras se especializan en temas concretos, como mecánica o medicina. Si no contamos con expertos en la materia, habrá estructuras (y mejoras) que no podremos crear en nuestra base. Además, hay un límite pronunciado de habilidades por personaje, pese a que se puedan especializar en cada una con leves variantes para ganar más bonificaciones.
Esto, unido a la posibilidad de crear cierto número limitado de puestos de avanzada para conseguir mejoras permanentes en forma de recursos por día (o simplemente zonas seguras desde las que gestionar el almacén), ayudan a que nos lo pensemos bien de cara a organizar la base, hasta el punto de tener que desechar nuevos supervivientes porque no hay más camas disponibles.
Y llegó el multijugador con colegas o desconocidos
Días atrás, en nuestra primera toma de contacto con 'State of Decay 2', dejé claro que me había centrado exclusivamente en la campaña en solitario para ir a mi bola con las misiones y desarrollar mis personajes y la base con calma.
Aquí hay que comentar un aspecto interesante: si jugamos offline el juego se podrá pausar, mientras que si marcamos la partida "sólo por invitación" o "invitar a amigos", no habrá forma de parar la partida. Así que mucho cuidado.
Ya en el modo multijugador en sí, cabe decir que se pueden unir a nuestra partida y ayudarnos con nuestras misiones, o bien hacerlo a la inversa: dejar claro, mediante una bengala, que queremos ayudar a otra gente en apuros hasta aparecer en su partida, sin posibilidad de mejorar nuestra propia base: tan solo ayudar al anfitrión a ampliar sus recursos y progresar en la historia.
Esto, que a priori puede sonar mal, guarda un incentivo: cuanto más ayudemos al anfitrión, más subiremos de nivel el rango de multijugador y mejores serán las recompensas al salir de su partida. Por cada nivel subido, se nos concederá un botín que podremos reclamar en nuestra base. Y merece bastante la pena. Aparte que nuestro superviviente podrá mejorar sus habilidades en dicha partida, vaya.
Hay un inconveniente, por otro lado, y es que no nos podremos alejar demasiado del anfitrión. El radio de acción no es lo grande que nos gustaría, pero al menos da margen para que nos podamos separar e ir limpiando las casas, aunque sin la posibilidad de poder conseguir recursos la mayoría de las veces. Pero esto con colegas tiene un potencial más que evidente, como ya pasó con 'Sea of Thieves'.
La opinión de VidaExtra
Pese a que llegué a desconfiar hace unos meses del devenir de 'State of Decay 2', Undead Labs nos ha ofrecido una secuela que se disfruta mucho más que su ópera prima de 2013, y eso que sigue distando mucho de ser una experiencia perfecta. Si se le perdona su tosquedad, nos enganchará como pocos del género.
State of Decay 2
Plataformas | Xbox One (versión analizada) y Windows 10 |
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Multijugador | Sí, online (hasta cuatro jugadores) |
Desarrollador | Undead Labs |
Compañía | Microsoft Studios |
Lanzamiento | 22 de mayo de 2018 |
Precio | 29,90 euros |
Lo mejor
- Su mecánica sigue siendo de lo más adictiva
- Recrea como nadie el apocalipsis zombi
- Y ahora, con modo multijugador. ¡Por fin!
Lo peor
- Impurezas del control y errores inexplicables
- Su historia deja mucho que desear
- Que venga completamente en inglés (salvo un truco)
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Fuente: Vidaextra
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