Cómo tres ingenieros españoles han convertido los asientos vacíos de las aerolíneas en un negocio de millones de euros
"Esto no es una empresa montada por tres colegas". Pau Sendra lo deja claro desde el comienzo. Se refiere a Waynabox, la start-up que fundó junto con Ferran Blanché -ingeniero aeronáutico como él- y Daniel Jiménez -ingeniero informático- hace poco menos de cinco años. Tenía apenas 21 y llevaba unos meses trabajando con Blanché en la escuela de negocios IT Aérea, tras cursar allí un Máster en Gestión y Dirección Aeroportuaria y Aeronáutica en lo que acababan su grado en la correspondiente ingeniería.
"Siempre hemos sido muy inquietos. Ferran y yo empezamos a desarrollar proyectos juntos desde que éramos universitarios. Fundamos la Asociacìón de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Cataluña, organizamos eventos de difusión de cultura aeronáutica, colaboramos con equipos de investigación de satélites del espacio… Estudiamos aeronáuticas porque queríamos conocer la base del funcionamiento de los aviones, las aerolíneas, etc. En definitiva, tener la panorámica de sector.
A los tres fundadores siempre les ha gustado mucho viajar -dicen- y descubrir lugares nuevos. Y también crear cosas. Todo ello junto dio lugar a Waynabox, una propuesta de viaje diferente, en la que se paga un precio cerrado de 150 euros por 3 a 5 noches de estancia y alojamiento en un hotel -a priori- céntrico, y el destino (europeo) es sorpresa hasta dos días antes.
En 2017, esta joven empresa ganó el premio Startup Europe Awards a la mejor iniciativa en la categoría de Turismo. De tres empleados han pasado a ser 20, a tener presencia en tres países (España, Francia y Portugal) y a facturar 4,5 millones de euros [según sus propios datos, que aseguran haber auditado]. De su primer a su segundo año de vida, triplicaron sus ingresos.
Cómo empezó todo
La semilla de Waynabox la plantaron poco después de aquel máster en IT Aérea, cuando Sendra comenzó a trabajar en la propia escuela y fichó a Blanché para su equipo. "Desarrollábamos proyectos para aeropuertos y compañías aéreas de Latinoamérica", recuerda el joven. Y de tanto trabajar con los directivos de compañías aéreas y conocer sus desafíos -como reducir la cifra de asientos vacíos en cada vuelo- surgió la necesidad de crear Waynabox.
"Nuestro propósito era doble: por una parte, solucionar este problema a las aerolíneas; por otra, facilitar a la gente viajar más y de forma más espontánea, sin planificar con tanta antelación y sin perder tiempo en comparativas", comenta. Al estar tan en contacto con las compañías aéreas, esto les resultaba fácil. Tras varias conversaciones y experimentos, validaron su idea. "Nuestro sueño iba cogiendo sentido y decidimos dejar la escuela y solicitar una plaza en uno de los programas de la aceleradora de empresas Lanzadera", comenta el ingeniero.
Casi de un día para otro, los emprendedores se enteraron de que habían sido seleccionados para participar y se mudaron a Valencia. Allí estuvieron 10 meses probando productos, versiones y diseños posibles. Algunos fallaban por la parte de la aerolínea, otras por la del cliente, otros por la usabilidad… Hasta que llegaron a lo que sería la esencia de Waynabox: la espontaneidad. "Dimos con la tecla. Descubrimos que lo más importante para el cliente no era viajar a última hora por un precio más competitivo sino la magia de no saber adonde vas".
De España al mundo
Los emprendedores se liaron la manta a la cabeza y lanzaron su producto al mercado. Dejaron atrás la etapa de experimentación, resultado e interacción para pasar a una de desarrollo de su plataforma y de búsqueda de talento y de capitalización. Y consiguieron su primer millón de euros, de la mano de inversores como JME Venture Capital, Bankinter o Grupo Palladium.
Siguieron creciendo y le vieron las orejas al lobo: debían doblar la apuesta ante la inevitable llegada de competidores: empresas 'copiapega'. Su respuesta fue internacionalizarse. Iniciaron operaciones en Francia y en Portugal, con modelos diferentes. En el caso de Portugal lo tuvieron más fácil porque ya habían trabajado con aerolíneas allí y tenían la puerta abierta. "Teníamos director general de un día para otro y sabíamos cuáles eran las agencias que teníamos que tocar", asegura Sendra.
En Francia fue otro cantar: "Los primeros meses estuvimos solos, hasta que Air France llamó a nuestra puerta. Estaban poniendo en marcha un aerolínea nueva para millennials - Joon- y les interesaba ofrecer Waynabox como producto integrado", comenta el ingeniero. "Se habían dado cuenta de que la única manera de fidelizar en este mercado es aportar un valor añadido, que es la experiencia. Algo que Airbnb supo ver ya hace más de 10 años", añade.
Aprendizajes
En este camino no ha sido todo fácil. Sendra reconoce que ha habido obstáculos y que han aprendido mucho. "Cuando empezamos no teníamos ni idea de nada de marketing ni de finanzas, ¡éramos ingenieros! Ahora echamos la vista atrás y nos vemos mucho más sensatos y calmados, menos alocados", señala. Claro, ahora recae una mayor responsabilidad sobre sus espaldas: la de mantener a todo su equipo. "Antes si rompías algo igual te quedabas sin web un día, pero ahora tienes que pagar las nóminas", dice Sendra.
Eso sí, el emprendedor asegura que, a pesar de haber sentado la cabeza, siguen manteniendo el espíritu experimentador "porque si nos acomodamos, corremos el riesgo de desaparecer". Además, la competencia obliga a mantener el ritmo. "Hay ya cuatro o cinco copias de Waynabox en España y también hay iniciativas similares en EE.UU. y Europa. Todo eso nos fuera a ser mejores", afirma. Además, le ve otro aspecto positivo: "Es una manera de que más gente se dé cuenta de que existe una forma diferente de viajar; como si nos repartiéramos el trabajo de evangelización".
¿Y qué le depara el futuro a Waynabox? "Solo sabemos que nos gustaría tener a viajeros de todo el mundo disfrutando de nuestro producto. Tenemos mucho trabajo por hacer todavía. De momento, seguir desarrollando la tecnología para seguir creciendo en los mercados en los que estamos. Y tal vez a finales del año que viene abrir algún mercado más", comenta Sendra.
Quiénes y cuáles
El emprendedor destaca que el usuario tipo de Waynabox ya no es solo millennial, sino que cada vez hay personas más mayores que optan por su producto, e incluso familias. "Al principio era un perfil muy como nosotros: jóvenes que normalmente viajaban en pareja. Pero, con el tiempo, y en gran medida debido a la calidad de los alojamientos (en hoteles céntricos y no en hostels o habitaciones compartidas), se animan más cada vez más tipos de viajeros. Eso sí, el 70% -dice- sigue siendo gente joven. A un ritmo de entre 600 y 1.000 reservas cada fin de semana, suman ya -según sus datos- unos 50.000 viajeros.
En cuanto a las aerolíneas con las que tiene acuerdos Waynabox -además de Air France y Joon- están Vueling, Air Europa o Ryanair. Aunque el ingeniero señala que en realidad no las necesitan para emitir billetes. Waynabox pertenece a la Asociación del Transporte Aéreo Internacional (IATA) y tiene acceso directo al inventario.
Tal vez para sorpresa de muchos, Sendra asegura que la compañía aérea más puntual de todas y la que resuelve las incidencias con mayor celeridad es Ryanair. También dice que, pese a la mala imagen de las 'low cost', "en el mercado europeo todas operan como tales, tengan la etiqueta o no".
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La noticia Cómo tres ingenieros españoles han convertido los asientos vacíos de las aerolíneas en un negocio de millones de euros fue publicada originalmente en Xataka por Esther Paniagua .
Fuente: Xataka
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