Lenovo Yoga 730, análisis: un convertible que se siente más cómodo en la oficina que con juegos, aunque puede con ellos
En cierto modo podemos considerar al último convertible de la familia Yoga de Lenovo que hemos analizado, el modelo Yoga 920, el hermano mayor del que vamos a «diseccionar» en este análisis. Y es que este Yoga 730 pone a nuestro alcance buena parte de las capacidades del modelo 920 a un precio más asequible. Aunque, eso sí, carece de algunos de los elementos más atractivos de este último, como su robusta bisagra, y lo supera en otros apartados, como el gráfico o la capacidad de su unidad SSD.
Para «abrir boca» me parece una buena idea que entremos en materia identificando qué nos ofrece este convertible de Lenovo. Basta echar un vistazo a su configuración para darse cuenta de que es un equipo bastante equilibrado que debería sentirse cómodo tanto en la oficina como en casa. Su pantalla multitáctil y el lápiz digital que es posible comprar como accesorio pueden hacerlo atractivo para diseñadores gráficos y artistas.
Y, a la par, su configuración debería proporcionar un rendimiento interesante en los escenarios ofimático, de creación y reproducción de contenidos. Incluso debería poder con muchos juegos actuales a 1080p gracias a su GPU GeForce GTX 1050. Pero, por el momento, todo esto solo son conjeturas. Veamos qué nos propone este convertible realmente y cómo rinde en nuestro banco de pruebas.
Lenovo Yoga 730 15,6": especificaciones técnicas
La CPU por la que se han decantado los ingenieros de Lenovo en la versión de este equipo que hemos tenido la oportunidad de analizar es un microprocesador Intel Core i7-8550U, de octava generación, que trabaja a una frecuencia de reloj base de 1,8 GHz, pero cuyos núcleos pueden alcanzar los 4 GHz si las circunstancias lo requieren. Este chip tiene una característica interesante en la que merece la pena que nos detengamos: es compatible con módulos de memoria LPDDR3 y DDR4, pero no con LPDDR4. Afortunadamente, este Yoga 730 incorpora memoria de tipo DDR4-2400, cuyo rendimiento es mayor que el que nos ofrecen los módulos LPDDR3. Aunque, eso sí, los DDR4 consumen más.
Los dos «motores» de este convertible son su microprocesador Intel Core i7-8550U de octava generación y su procesador gráfico GeForce GTX 1050 de NVIDIA
Aunque este convertible está disponible con un panel con resolución 4K UHD, la versión que hemos analizado cuenta con un panel multitáctil LCD IPS Full HD (1.920 x 1.080 puntos). Esta elección tiene un impacto positivo en el precio del equipo, que sería más caro si contase con el panel 4K UHD, pero también puede condicionar nuestra experiencia. Lo comprobaremos un poco más adelante. De procesar los gráficos se encarga, además de la lógica UHD Graphics 620 de Intel integrada en la CPU, un procesador gráfico GeForce GTX 1050 de NVIDIA, que, sobre el papel, debería ayudar a este convertible a sentirse cómodo con los juegos. También lo comprobaremos más adelante.
Del almacenamiento secundario se responsabiliza una unidad SSD fabricada por Samsung que tiene una capacidad de 512 GB (este modelo de Lenovo está disponible con tamaños que alcanzan el TB) e interfaz NVMe M.2. Esta elección a priori me parece equilibrada porque nos ofrece una capacidad suficiente en muchos escenarios de uso, y, a la par, su precio es razonable. Una unidad SSD de mayor capacidad tendría un impacto importante en el precio del equipo.
Lenovo Yoga 730 15,6" | |
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Pantalla | LCD IPS 15,6 pulgadas Full HD multitáctil |
Resolución | 1.920 x 1.080 puntos |
Procesador | Intel Core i7-8550U a 1,8 GHz (hasta 4 GHz, 14 nm, 4 núcleos / 8 hilos y 8 MB caché L3) |
Gráficos | NVIDIA GeForce GTX 1050 (4 GB GDDR5) |
RAM | 8 GB DDR4 2.400 MHz |
SSD | Samsung 512 GB NVMe M.2 |
Sonido | Dos altavoces JBL / Sonido Dolby Atmos con auriculares |
Versión S.O. | Windows 10 Home |
Conectividad | WiFi 802.11ac Dual Band / Bluetooth 4.1 1 x USB-C (Thunderbolt 3, PD, DP, USB y USB 3.1 con función completa) 2 x USB 3.0 / 1 x HDMI / 1 x jack auriculares |
Dimensiones | 360 x 249 x 17,15 mm |
Peso | A partir de 1,89 Kg |
Batería | Polímeros de litio 3 celdas / 51,5 Wh |
Precio | 1.100 euros aprox. (calculado a partir del precio del modelo estadounidense) |
Un apunte interesante en el ámbito de la conectividad que merece la pena que no pasemos por alto: este convertible incorpora solo un puerto USB de tipo C, pero, eso sí, es compatible con la interfaz de comunicación de alta velocidad Thunderbolt 3. Esta opción hace posible la conexión, por ejemplo, de una GPU externa más potente que la GeForce GTX 1050 que incorpora este Yoga 730, como puede ser la AORUS GTX 1080 Gaming Box de Gigabyte que analizamos hace muy pocas semanas.
Diseño y acabado: la bisagra cumple su función, pero no destaca
La bisagra que los ingenieros de Lenovo han diseñado para el modelo Yoga 920 me gustó mucho cuando tuve la oportunidad de analizarlo por su gran solidez y por la agilidad con que permite pasar del modo portátil tradicional al modo tableta. La del Yoga 730 no es ni tan sofisticada ni tan robusta, pero cumple su función sin mayor problema. En la fotografía de detalle que tenéis debajo de estas líneas podéis ver que este último convertible recurre a dos pequeñas bisagras alojadas en los extremos del chasis que nos permiten invertir completamente la pantalla hasta colocarla pegada a la base del equipo.
La principal ventaja que conlleva esta estrategia es que nos permite pasar del modo portátil al modo tableta de una forma sencilla y ágil. Pero también acarrea dos desventajas: el teclado queda expuesto irremediablemente en la base del equipo (aunque se desactiva automáticamente al habilitar el modo tableta), y, además, nos obliga a cargar con él aunque no vayamos a utilizarlo mientras estemos usando el dispositivo en modo tablet.
En lo que concierne de forma estricta al diseño y la construcción de este convertible creo que las fotografías que ilustran este análisis reflejan bastante bien el buen trabajo que ha hecho en este apartado Lenovo. El mecanizado del chasis, que es de aluminio, está muy cuidado. Los bordes del equipo tienen un tacto suave y nos protegen de la posibilidad de cortarnos (algo que, aunque parezca sorprendente, no consiguen todos los dispositivos de aluminio). Además, el encastrado de la lámina que protege el panel LCD IPS en los bordes del chasis es impecable, y los marcos superior y laterales son bastante finos. El único marco que es grueso es el inferior. No molesta demasiado, pero afea un poco el conjunto.
Un punto a favor de la portabilidad de este convertible: a pesar de contar con una pantalla de 15,6" su peso es claramente inferior a los 2 Kg
El único «pero» que puedo poner a este convertible en lo que tiene que ver con su construcción al margen de la bisagra, de la que ya hemos hablado, es que el grosor de la lámina de aluminio del chasis es relativamente reducido. Esta decisión de diseño conlleva una desventaja, y también una ventaja. La primera consiste en que reduce un poco la rigidez estructural del chasis, algo que es posible percibir si lo agarramos con una sola mano por una esquina. Al hacerlo veremos que se deforma de una manera muy leve. No es algo dramático en absoluto, pero está ahí y lo hace menos resistente a los golpes que los equipos con chasis de aluminio un poco más gruesos. Eso sí, la finura de esta lámina contribuye a que este convertible sea bastante ligero. Y es que, a pesar de contar con una pantalla de 15,6 pulgadas, su peso queda claramente por debajo de los 2 Kg (1,89 Kg). Esta es la ventaja de la que os hablé al principio de este párrafo.
En la siguiente fotografía podéis ver los conectores alojados en el perfil lateral izquierdo del equipo. El primero es el de alimentación, a su lado tenemos uno de los puertos USB 3.0, y, por último, la toma para auriculares en formato minijack de 3,5 mm.
En el perfil lateral derecho del chasis podemos encontrar el segundo puerto USB 3.0, la salida HDMI, el puerto USB 3.1 Gen 2 de tipo C compatible, afortunadamente, con Thunderbolt 3 (no todos los convertibles que cuentan con un puerto USB de tipo C lo son) y el pulsador de encendido y apagado del equipo.
Experiencia de uso
La pantalla del Yoga 730 me recuerda mucho a la del Yoga 920 a pesar de que la versión que analicé de este último contaba con un panel 4K UHD, y el modelo que protagoniza este análisis tiene resolución Full HD. Aun así, la calidad global de la pantalla de este convertible se acerca a la del más ambicioso Yoga 920, y esto es todo un piropo para el modelo 730. Sus negros tienen la profundidad que cabe esperar de un buen panel IPS, tiene un nivel de detalle en zonas oscuras bastante alto (algo que es posible apreciar con videojuegos y contenido cinematográfico), reproduce el color de forma fidedigna y su nivel de brillo no solo es alto, sino también homogéneo en todo el panel, lo que si cabe es más importante.
El lápiz digital Active Pen 2 tiene 4.096 niveles de sensibilidad y un tacto muy agradable, pero no está incluido en el equipo y cuesta más de 90 euros
La única característica que no me convence de la pantalla de este convertible es que el recubrimiento del panel es sensible a los reflejos. Si lo utilizamos en un entorno muy luminoso y la luz incide de una forma más o menos directa sobre la pantalla, aparecen los reflejos. Y pueden llegar a molestar bastante. De hecho, en algunas de las fotografías que ilustran el análisis podéis apreciarlos con bastante claridad a pesar de mis esfuerzos para reducirlos con la intención de que no afeen las fotografías.
Otra característica importante de la pantalla de este equipo es que puede convivir con el lápiz digital Active Pen 2 de Lenovo, que tiene 4.096 niveles de sensibilidad y un tacto muy agradable. La lástima es que no está incluido en el paquete, por lo que quien quiera hacerse con él se verá obligado a desembolsar, además del coste del Yoga 730, los más de 90 euros que cuesta este accesorio, que, por otra parte, puede ser interesante para diseñadores, artistas, o, sencillamente, para cualquier usuario que quiera utilizar su equipo para dibujar.
El teclado instalado por Lenovo en este convertible es de tipo chiclet y tiene bastante calidad, aunque no está entre los mejores que he tenido la oportunidad de analizar durante los últimos meses. La resistencia a la presión de las teclas es agradable y su recorrido el apropiado, pero adolecen de una ligera oscilación transversal que puede acabar provocando una leve fatiga en las articulaciones de las manos después de una sesión de uso prolongada. En lo que concierne al touchpad no tengo nada que objetar: su superficie es amplia y su respuesta tanto al arrastre como al toque es precisa.
Un elemento con el que suelen contar los equipos de Lenovo, y que también está incluido en este Yoga 730, es un lector de huellas dactilares. En este modelo está alojado junto a la esquina inferior derecha del teclado, un lugar que me parece apropiado porque resulta accesible, pero, a la par, no interfiere con la pulsación de las teclas. Puede utilizarse para iniciar sesión de una forma rápida y segura, algo que refleja la vocación profesional que tiene este convertible y que, unido a su portabilidad, defiende su predisposición inicial a ser usado tanto en la oficina como fuera de ella.
Nuestro banco de pruebas
Vamos ahora con los tests a los que lo hemos sometido para indagar en el rendimiento de este convertible. Como podéis ver en la captura que tenéis debajo de estas líneas, en Cinebench R15, que, a pesar de su veteranía, sigue siendo una prueba muy válida para comprobar el rendimiento de los microprocesadores actuales en un escenario puramente multihilo, su productividad es prácticamente idéntica a la del Intel Core i7-3770, un chip mucho más antiguo pero que trabaja a una frecuencia de reloj sensiblemente más alta que el Core i7-8550U (3,4 frente a 2 GHz). Y esto, lógicamente, deja en buen lugar a la CPU de este convertible.
En PCMark 10 el microprocesador Core i7-8550U del Yoga 730 ha demostrado ser sensiblemente más rápido que el Core i5-8250U del Yoga 920, algo, por otro lado, comprensible. Y es que aunque estos dos chips son de octava generación y tienen el mismo número de núcleos físicos y lógicos, el primero puede trabajar a una frecuencia de reloj máxima de 4 GHz y tiene 8 MB de caché de nivel 3, mientras que las cifras del segundo son algo más comedidas: alcanza los 3,4 GHz y cuenta con una caché L3 de 6 MB. En cualquier caso, el rendimiento del modelo Yoga 730 en este test, aun sin sobresalir, no está nada mal.
En la siguiente gráfica podéis ver que el puesto en el que ha quedado colocado este equipo de Lenovo en el escenario Home Conventional 3.0 de PCMark 8 es muy meritorio. Y es que por encima de él están colocadas máquinas para gaming con un hardware mucho más ambicioso. De hecho, dos de los equipos a los que ha superado, los de MSI y Thunderobot, también son ordenadores para juegos. Este resultado refleja, sobre todo, que la CPU y la RAM «se entienden» a las mil maravillas. Si en vez de instalar módulos DDR4 los ingenieros de Lenovo se hubiesen decantado por chips LPDDR3 probablemente su rendimiento se hubiese resentido claramente.
En el escenario de test Creative Conventional 3.0 de PCMark 8 este equipo ha arrojado un resultado prácticamente idéntico al de la prueba anterior. De hecho, ha quedado por encima de los equipos de MSI, Thunderobot y del Yoga 920 de la propia Lenovo, lo que refleja que su hardware es capaz de resolver con suficiencia el escenario ofimático y de creación de contenidos.
Empezamos con las pruebas gráficas. En el exigente test Fire Strike v1.1 de 3DMark ha arrojado el rendimiento que cabe esperar de una máquina equipada con una GPU GeForce GTX 1050. De hecho, la siguiente gráfica ilustra a las mil maravillas cómo se incrementa el rendimiento gráfico a medida que saltamos de una GPU a otra dentro de la familia 10 de NVIDIA. Teniendo esto en cuenta es lógico que justo por encima del Yoga 730 esté el Thunderobot GX97, que cuenta con una GeForce GTX 1050 Ti, y por encima de este último esté el Omen 15 de HP, que tiene una GeForce GTX 1060.
En la cima, como cabe esperar, están tres portátiles que tienen un procesador gráfico GeForce GTX 1080. La diferencia de rendimiento existente entre estos tres equipos en esta prueba se explica recurriendo a los demás componentes, especialmente a la CPU, la memoria principal y el subsistema de almacenamiento secundario.
Vamos con una de las pruebas más interesantes del análisis. La siguiente gráfica refleja con claridad que este convertible gracias, sobre todo, a su GPU GeForce GTX 1050, nos ofrece un resultado muy digno con los motores gráficos de juegos reales. A 1080p, que es la resolución nativa de su panel, y con la calidad de imagen más alta arroja en títulos como Rise of the Tomb Raider y DiRT Rally una cadencia media de imágenes por segundo que oscila entre los 30 y los 40 FPS. Como veis, va un poco justo. Y si pasamos a un juego más reciente y exigente, como es Final Fantasy XV, comprobamos que la tasa media de imágenes en estas condiciones cae hasta los 18 FPS. Además, en los tres juegos se producen caídas bruscas de la cadencia en momentos con mucha carga gráfica.
Por esta razón lo ideal para jugar a 1080p con este hardware es rebajar un poco la calidad de imagen y no optar por la configuración más exigente. Este Yoga 730 nos ofrece una experiencia aceptable a esta resolución, pero solo si suavizamos los ajustes gráficos lo suficiente para que no se produzcan caídas bruscas de la cadencia de imágenes.
Como vimos al principio del análisis, el almacenamiento secundario de este equipo ha sido resuelto por Lenovo integrando una unidad SSD fabricada por Samsung que tiene una capacidad de 512 GB e interfaz NVMe M.2. Lo interesante es que sus cifras en CrystalDiskMark son muy buenas. Su velocidad media de lectura secuencial asciende a 3.252,4 MB/s, y la velocidad de escritura secuencial roza los 2.000 MB/s. Ambos resultados son muy buenos, especialmente el primero, como cabe esperar de una unidad SSD de última hornada con interfaz NVMe M.2.
Un apartado que no podemos pasar por alto en un dispositivo de estas características es su autonomía. En un escenario de uso que combina aplicaciones ofimáticas, navegación en Internet, reproducción y creación de contenidos con una carga que oscila entre el 50 y el 90%, la autonomía se mueve entre 3 y 3,5 horas. No está mal porque el nivel de estrés es alto, pero queda muy lejos de las 8 horas que nos ofrece, por ejemplo, el Yoga 920 en condiciones muy similares, por lo que no podemos esperar que el Yoga 730 nos permita afrontar toda una jornada de trabajo sin ponerlo a cargar, al menos, una vez.
Mejor «sabor de boca» me ha dejado este convertible si nos ceñimos al ruido que emite bajo estrés gráfico intenso. En estas circunstancias mi inseparable sonómetro Velleman DVM805 reflejó picos máximos de 45,5 dB, un valor muy razonable y perfectamente asumible cuando lo utilizamos para jugar. Por otro lado, la temperatura máxima alcanzada tanto por la CPU como por la GPU asciende a 84 y 75 grados centígrados respectivamente bajo una carga intensa. Estos dos valores quedan por debajo del umbral máximo de temperatura soportado por ambos chips, por lo que a priori no tenemos por qué preocuparnos.
Lenovo Yoga 730 15,6": la opinión y nota de Xataka
Esta propuesta de Lenovo es, ante todo, un convertible bastante equilibrado que cuenta con varias bazas que lo hacen atractivo, pero también con algunas sombras que merece la pena tener en cuenta antes de que nos decantemos definitivamente por él. Entre las primeras merece la pena destacar la alta calidad de imagen global de su pantalla, su cuidada construcción, su esmerado diseño, un rendimiento muy equilibrado en los escenarios de uso ofimático y de creación de contenidos, y, por último, su muy razonable nivel de emisión de ruido bajo estrés intenso.
Este Yoga 730 es un convertible con bazas interesantes, pero también tiene algunos puntos mejorables que merece la pena conocer
En su «debe» tiene los reflejos que genera la cobertura de la pantalla cuando la luz ambiental abunda o una fuente de luz puntual incide directamente sobre el panel; su autonomía, que nos obligará a cargarlo al menos una vez para afrontar una jornada completa si lo sometemos a un estrés elevado, y, por último, la reducción de la calidad gráfica que nos obliga a llevar a cabo su GPU si queremos que la experiencia al jugar a 1080p sea convincente.
A aquellos usuarios para los que estas «pegas» no representan un problema porque van a utilizarlo sobre todo en interiores, apenas van a jugar con él y no les importa afrontar esa carga de la batería durante la jornada de trabajo que probablemente tendrán que llevar a cabo si lo usan de forma continua e intensa, puede interesarles anotarlo en su lista de posibles candidatos. Desde un punto de vista global es un buen equipo, y, además, está disponible a un precio muy razonable dadas sus características, por lo que merece la pena tenerlo en cuenta.
7,9
A favor
- La calidad de imagen global de su pantalla es alta
- Su construcción y su diseño están cuidados
- Su rendimiento es equilibrado en los escenarios ofimático y de creación de contenidos
- Su nivel de ruido bajo estrés gráfico es muy razonable
En contra
- Los reflejos de la pantalla pueden resultar molestos
- Su configuración va algo justa al renderizar gráficos a 1080p
- La autonomía no da para una jornada de trabajo completa
El ordenador ha sido cedido para la prueba por parte de Lenovo. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas
Más información | Lenovo
En Xataka | Lenovo Yoga 730 y 530: los nuevos convertibles se atreven incluso con una Nvidia GTX 1050
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La noticia Lenovo Yoga 730, análisis: un convertible que se siente más cómodo en la oficina que con juegos, aunque puede con ellos fue publicada originalmente en Xataka por Juan Carlos López .
Fuente: Xataka
Enlace: Lenovo Yoga 730, análisis: un convertible que se siente más cómodo en la oficina que con juegos, aunque puede con ellos
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