El escaño 138: Julia Reda, una pirata entre corbatas
El Parlamento Europeo tiene 750 asientos, uno para cada eurodiputado. Casi en el centro, algo a la izquierda, están los reservados al Grupo de los Verdes y la Alianza Libre Europea, justo entre liberales y socialdemócratas. Y en uno de ellos, en el 138, se sienta Julia Reda, una parlamentaria atípica: juventud insultante, pose casi desafiante y un portátil lleno de pegatinas de colores, que unido a los auriculares de traducción puestos hacen que parezca que está en una Dreamhack y no en la Eurocámara. Encaja, definitivamente, en la descripción de nerd. Hasta suele publicar fotos de sus gatos. No es lo único que la hace atípica, su ideología acompaña: es la única representante del Partido Pirata.
Desde 1952, la edad media del Parlamento Europeo ha oscilado entre los 45 y los 50 años. Julia todavía no ha cumplido los 32, y lleva cuatro en el asiento 138. Ni siquiera en su primer día fue la más joven en ocupar uno de estos escaños -Ilka Schröder tenía 21 cuando llegó en 1999-, pero casi una legislatura después, sigue llamando la atención por su bisoñez... y por sus acciones.
Formándose entre restos de la II Guerra Mundial
Vivir en minoría forja la personalidad. Esto lo sabe bien Julia, acostumbrada a dar directrices con su pulgar hacia arriba o hacia abajo en el momento de las votaciones, para que luego acostumbre a salir ganadora la opción contraria a la que ella apostó. La última estampa con estas trazas, la de la aprobación de la Reforma de la Ley de Copyright, artículos 11 y 13 incluidos.
Una familia muy activa en política y haber estudiado en una universidad clave para la historia militar germana han sido algunas claves de las que han cincelado su espíritu
Los charlatanes achacarán su carácter aventurero y versátil, que mantiene el optimismo incluso en la adversidad, a su condición de Sagitario. Una mirada al pasado nos dará un antecedente más empírico: su paso por la Universidad de Maguncia Johannes Gutenberg, donde estudió Política y Comunicación.
Una institución con vocación humanista -no hay muchos estudios técnicos pero no faltan literatura, artes visuales, teatro o cinematografía- y un pasado beligerante: se fundó en 1946, recién terminada la II Guerra Mundial, por el poder de ocupación francés. Un año antes, Maguncia había sido bombardeada. Las primeras aulas fueron ubicadas en los restos de las barracas de la defensa antiaérea. Siete décadas más tarde, todavía se usan para dar clase. Entornos que marcan.
Sobre su carácter combativo, le viene de casa. Como ella misma reconoció en una entrevista, la política siempre fue importante en su familia, donde había varios miembros militantes. Así se explica que con solo dieciséis años se apuntase al Partido Socialdemócrata alemán, donde entró como elefante en cacharrería, en el buen sentido, y de donde terminó saliendo decepcionada:
"Mi experiencia fue que el Partido Socialdemócrata me puso en un pedestal como miembro femenino joven, es decir, para mostrar en los medios de comunicación que tenían jóvenes. Sin embargo, no les gustaba que estos jóvenes participaran realmente en el pensamiento político, lo cual obviamente me molestaba. Esto fue muy diferente en el Partido Pirata, donde me involucré en la agenda política en relativamente poco tiempo. Dejé el PSD cuando se produjo el conflicto por la Ley Alemana de Bloqueo de Internet en 2009 (la Zugangserschwerungsgesetz), que para mí fue la gota que colmó el vaso".
Nace la pirata
Julia dejó las filas del PSD alemán para enrolarse en el Partido Pirata a los veintitrés años. Algo después ayudó a fundar la filial juvenil, Piratas Jóvenes de Europa, y en 2014 fue la elegida para encabezar la lista de candidatos a las elecciones europeas de su partido. Ganó ese único escaño y se marcó como gran objetivo la reforma de la ley de los derechos de autor representando los principios de su partido, defensor del código abierto y el software libre.
Los desprecios y faltas de respeto hacia su persona y sus posturas han sido una constante desde que llego a la Eurocámara
Su figura enjuta, con un atuendo de ir por casa y la predilección por las prendas negras, recordaba a la de cualquier joven grumete de una novela de aventuras de Julio Verne o de Patrick O'Brian. Ser la única diputada del Partido Pirata ayudó a la comparativa. Quizás su edad de entonces, 27 años, fuese demasiado corta como para asimilar la grandeza que subyace en el peligro: sufrió discriminación por ser mujer y por ser joven desde el principio.
Sin la urgencia de la galerna constante -la reforma que quería pelear iba a tardar años en definirse antes de ser votada-, fue creciendo y aprendiendo a manejarse igual de bien a barlovento que a sotavento. "Los más conservadores respecto a la reforma son los hombres más mayores de países francófonos. En medio de algunas reuniones me han atacado verbalmente por mi edad y por ser mujer", dijo hace unos meses. Las camisetas de algodón y los vaqueros dejaron paso a camisas y americanas. "Si visto de traje es más fácil que sea escuchada", dijo.
En una ocasión, el comisario Oettinger, habitual y exclusivamente reunido con lobbistas, "perdió los estribos", según Julia, y le atacó en un debate en el que ella ni siquiera estaba presente. Ahí descubrió la sororidad del Parlamento Europeo: muchas diputadas mayores que ella no dudaron en apoyarla, pesa a estar sola como pirata. "Supongo que no les gusta este comportamiento porque ellas también lo sufrieron". Las tensiones con el comisario no cesaron.
Julia ha acostumbrado a emitir comunicados y artículos a través de sus cuentas en redes -es muy activa en su Twitter y en su Facebook- absolutamente contundentes, sin escrúpulos ni palabras edulcorantes. Su posición sobre la tecnología y las redes sociales la firmaría un guionista de Black Mirror: "Mi objetivo es hacer que la tecnología funcione para el empoderamiento de la gente. No creo que el progreso tecnológico en sí mismo sea algo bueno o malo, pero es importante que se gestione adecuadamente. Las leyes deben ser diseñadas de manera que beneficien a todos y no sólo a unos pocos".
La derrota
El tiempo pasó entre debates y reuniones, y la diputada alemana consiguió una primera y pequeña victoria en julio de este año con el "no" que ganó la votación de la negociación acelerada de la reforma de la Ley de Copyright.
Suya fue la idea de instar a la ciudadanía a que llamara a su representante europeo y le presionara para rechazar la nueva Ley de Copyright
No obstante, los eurodiputados, en especial los más conservadores -aunque partidos como el PSOE español se sumaron a este punto de vista- redoblaron los esfuerzos para imponer el criterio favorable, sobre todo, a los artículos 11 y 13 de esta reforma, que básicamente penaliza el enlace y el uso de extractos de contenidos protegidos por copyright -como una introducción de un artículo de un periódico en un agregador- en el primer caso, y obliga a las plataformas digitales a desarrollar y activar filtros de contenido que restrinjan la subida de material protegido en el segundo caso.
Julia, que en cuatro años ya se ha curtido en varias batallas y sabe hacia qué ojo del bicho apuntar el arpón, desarrolló una estrategia alternativa: si no era respetada por su juventud y género, ni siquiera en todo un Parlamento Europeo, haría una campaña pública para que la ciudadanía llamase por teléfono a su representante europeo y le presionara para que cambiase su posición.
"Si no me respetan como mujer joven, tienen que respetar al menos la opinión pública. A veces tomo ese camino en lugar de convencer directamente a los diputados". Una iniciativa de la que nos hicimos eco en Xataka.
El día de la votación, sus esfuerzos cayeron, al menos parcialmente, en saco roto. Pese a haber coordinado durante meses varias manifestaciones y protestas en casi toda Europa -ninguna en España- y haber tratado de convencer al resto de sus compañeros de votar en contra, con su pulgar hacia abajo, la derrota fue relativamente contundente: 438 votos a favor por 226 en contra. La reforma de la Ley de Derechos de Autor, artículos 11 y 13 incluidos, ya ha empezado a salir adelante.
Aunque hay lugar para la esperanza con la Ley de Copyright, queda un amargo sabor de final de legislatura para Reda
No es el final: en enero habrá una segunda votación y los plazos burocráticos son lo suficientemente largos como para pensar que puede haber otra conclusión. Pero sí deja un amargo sabor al final de la legislatura de Julia Reda.
Un resultado distinto en la votación podría haber relativizado obstáculos anteriores, como el hecho de que Amelia Andersdotter, su antecesora como eurodiputada pirata, criticara su posición por ser "demasiado conservadora".
Ahora queda ver cómo termina esta legislatura, cuáles son sus próximos pasos tras la primera aprobación de la reforma de la Ley de Copyright, y si se presenta a la reelección. Posiblemente lo haga conocido el espacio que pide para la mujer: "Es un problema que la mayoría de los comités sigan presididos sobre todo por hombres, cuando preside una mujer cambia la atmósfera", comentó en una ocasión. Esos hombres seguramente son los que más temen su continuidad, pero tendrán que hablar su partido y las urnas.
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La noticia El escaño 138: Julia Reda, una pirata entre corbatas fue publicada originalmente en Xataka por Javier Lacort .
Fuente: Xataka
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