Cómo la tecnología hace que un material de obra termine siendo un diseño de moda
“No está tan lejos el momento en el que cada uno de nosotros se pueda confeccionar su propia ropa con una impresora 3D”.
Raquel Buj y Elena Zapico son Zap & Buj, un estudio de moda en el que las fronteras con la arquitectura quedan cada vez más difuminadas gracias al empleo de diversas tecnologías, como el corte láser, la memoria de forma o la impresión 3D. “La aplicación de nuevas tecnologías sobre determinados materiales puede generar pieles cada vez más sofisticadas”, explica Buj, quien no ve muy lejano el momento en que estas creaciones sean algo más que prototipos o diseños de pasarela para tener una salida real.
El objetivo de estas dos diseñadoras es que sus creaciones puedan ayudar a estos trajes a “relacionarse con el entorno y con otras personas, añadiendo otras funcionalidades y generando otra imagen más contemporánea”, en palabras de Buj. Una visión con la que coincide Elena Zapico. “Estamos convencidas de que en un futuro próximo lo que llevemos y lo que nos rodea va a tener muchas más funciones y va a ser mucho más práctico. Las posibilidades son enormes”.
Es una tendencia en la que, dicen, no están solas. “Está bien que haya gente que intente abrir un poco el camino y las puertas para que se avance y se mejore”, subraya Zapico, quien asegura que sus diseños innovadores han tenido muy buena acogida en el sector de la moda.
Arquitectas de la moda
Buj y Zapico son arquitectas de formación, pero se conocieron en un máster en el que se mezclaba la arquitectura con el diseño de moda en 2015. Sus intereses comunes y una visión parecida sobre la fusión de estos dos mundos les lleva a empezar a trastear con materiales y tecnologías en la creación de propuestas. “No hay una diferencia tan grande entre arquitectura y moda”, expone Raquel Buj. “Las dos son pieles que rodean el cuerpo. Para nosotras la moda es la arquitectura más cercana. Hay mucha relación conceptual”.
La impresión 3D, la memoria de forma o el corte láser son algunas de las tecnologías empleadas para fabricar estos diseños
Para crear estas pieles, estas dos arquitectas utilizan materiales que se emplean mucho en la arquitectura, pero intentando acercarla al cuerpo humano. “Empleamos pocas sedas y organzas en nuestro taller”, ironiza Elena Zapico. En cambio, es más frecuente ver aislamientos térmicos, resinas o siliconas. Unos productos que, tratados con diversas tecnologías, se modelan y adaptan para crear vestidos. “Tratamos estos productos con impresión 3D o corte láser con el fin de descubrir nuevos materiales”, añade.
¿Cómo puede un producto de obra acabar siendo un vestido de pasarela? “Nos parece muy interesante la dificultad que tienen”, añade Raquel Buj. Es cierto que estos materiales empleados tienen que tener cierta flexibilidad para que puedan trabajarse y adaptarse al cuerpo. Así, en los vestidos utilizamos mucha silicona, fibras de vidrio, aislante térmico, PET, dicroico (una lámina iridiscente) o la impresión 3D sobre textil.
La tecnología detrás de un traje
Pero, ¿cómo se consigue tratarlos? En aquellos que son más rígidos emplean el corte láser entre otras técnicas. “Ablandar el material es una oportunidad, así como la búsqueda de otros productos adaptables al cuerpo”, en los que siempre se muestran abiertas a experimentar con ellos. Estas dos diseñadoras reconocen que siempre hay algunos con los que les toca pelearse más. “Hay pieles” (como les gusta decirles a ellas) “que crees que vas a poder resolver en poco tiempo y luego te tiras meses”. Y eso que deben estudiar sus propiedades, su composición y la reacción cuándo empiezan a mezclarlos para ver cómo responden. “De muchos errores han salido otras cosas interesantes”, explica Elena Buj.
Para la pasarela utilizaron Arduino para programar el movimiento de uno de los materiales empleados en un diseño
Por eso tampoco es extraño que algunos les hayan dado más alegrías. “La memoria de forma es muy decorativa, muy visual y al aplicarle tecnologías de movimiento que hacen que cambie cómo incide la luz al moverse, lo hace más visible”, explica Raquel Buj. Además, la memoria de forma es “muy agradecida” a la hora de aplicar tecnología y que muestre de manera visual y clara al público el trabajo que hay detrás. Porque, en ocasiones, lo que más cuesta de estos diseños es que sea visible toda la tecnología que hay detrás de cada una de estas creaciones.
Por eso también estas dos diseñadoras comparten los procesos de elaboración en sus redes sociales. “Publicamos mucho cómo son estos procesos porque es importante poner en valor la moda y el trabajo de los diseñadores. Creo que así se entiende mejor todo el trabajo que hay detrás”, asegura Raquel Buj.
En algunos de los diseños mostrados hay circuitos con Arduino para programar el movimiento de los vestidos. “Una mínima soldadura de un cable que se suelta te puede fastidiar el movimiento”, detalla Zapico. En uno de los desfiles organizados, se decidió programar estos movimientos de la memoria de forma con Arduino para que el movimiento se produjera en un momento determinado, de manera que se liberase a las modelos de estar pendientes de cuándo activarlo.
Para hacer estas creaciones, estas dos diseñadores no siguen un proceso lineal. “Es un ir y venir continuo entre diferentes variables”, asegura Elena Zapico. “Muchas veces el material es el que te deja llevar, el que te guía, pero siempre con esa idea que quieres representar detrás”. Pero, como añade Raquel Buj, el tratamiento de estos materiales no acaba con un traje, sino que se le intenta dar continuidad, aprendiendo lo que se puede hacer (y lo que no) con cada uno de ellos. “Es una experimentación muy divertida y creemos que es la manera de generar diseños más personales e ir más allá de la moda, que no sea solo algo estético, sino que la aplicación de estos materiales y tecnologías permitan crear nuevas pieles y respondan a nuevas contemporaneidades”, resume Buj.
La pasarela que les dio visibilidad
Zap&Buj empezó a tener más visbilidad tras participar en el Samsung Ego Innovation Project de la Mercedes-Benz Fashion Week de hace un par de años.
Este concurso premia la innovación en la moda y, para participar, hay que presentar un dossier con toda la innovación explicada (desde la música, la escenografía, cómo va a ser el desfile…). “Era una oportunidad muy buena, porque estaban abiertos a cosas más interdisciplinares y de innovación”, explica Elena Zapico
Los jóvenes creadores que participan en Ego no tienen que pagar por los servicios de peluquería, maquillaje ni las modelos (mientras que las grandes firmas que participan en la pasarela sí). El premio está dotado con 10.000 euros. “Es mucho en comparación con lo que hay”, explica Raquel Buj. Aunque reconocen que no da para cubrir todos los gastos, sí que les abre las puertas al reconocimiento. “Para innovar de verdad hace falta mucho más dinero pero es verdad que nos abrió la puerta a darnos a conocer y nos permitió desarrollar este estudio”, añade. Además, “tuvimos muy buenas críticas tanto del sector de moda con publicaciones tradicionales como Vogue como de la parte de publicaciones científicas relacionadas con el CSIC” explican.
Zap&Buj han presentado dos colecciones en estos desfiles de Madrid. “Es una pasarela que nos interesa mucho pero no nos vemos obligadas a seguir el ritmo que tienen. Queremos hacer otras cosas que quieren unos tiempos de investigación y de prueba. No podemos estar en el carrusel de todas las temporadas”, explica Raquel Buj.
Proyectos inmediatos
Así, estas dos diseñadores están inmersas en varias colaboraciones y otras vías de investigación. “Estamos dándoles vueltas a la impresión 3D cerámica, que es algo que no hemos mostrado”, adelanta Elena Zapico. “Hay tantos materiales para imprimir en 3D…”, reflexiona en voz alta para señalar que sigue explorando el corte láser. “Estamos continuamente probando para ver si se pueden cortar nuevos materiales. Es una investigación continua, que no se acaba”.
Raquel Buj añade que siguen también investigando con la memoria de forma. “Con más tiempo y con una beca podríamos desarrollarla de manera más sofisticada, o con temperaturas más bajas de elevación. Nos gustaría poder implementarlo y es algo que tenemos pendiente”.
Esta rama de investigación se complementa con otra: la de tener productos que puedan venderse y salir a la calle. “Ese es nuestro reto desde el principio”, asegura Elena Zapico, “que nuestras creaciones puedan acabar en la calle”. Por eso, de aquí a 3 o 5 años se ven teniendo dos ramas dentro del negocio; una más experimental, de apuesta a futuro y luego otra “más bajada a tierra”, con colaboraciones con universidades y otros diseñadores, pero sin perder la esencia del estudio.
Para esta investigación y para poder realizar sus creaciones estas dos diseñadoras se apoyan también en una red de colaboradores. Pensemos, simplemente, en los zapatos de las modelos de la pasarela. “Eran 20 modelos, es decir, 40 zapatos. Todos ellos fabricados con impresoras 3D. Si cada zapato lleva 12 horas de impresión, o buscábamos ayuda o era imposible que tuviéramos todo el calzado listo”, detalla Zapico.
También se pusieron en contacto con el CISC para poder trabajar con la memoria de forma de polímeros. “Vimos que ellos estaban trabajando en la investigación de este material. Llamamos a puerta fría y, sin conocernos, nos abrireron las puertas en pleno mes de agosto y nos donaron los materiales de polímeros de forma”, recuerda agradecida Raquel Buj. Entre estos colaboradores están Ideática láser para el corte y grabado láser, Chuic para la Impresión 3D flexible, Aitex (Instituto Tecnológico Textil) y el Instituto de Ciencia y tecnología de Polímeros (ITCP) del CSIC para los polímeros memoria de forma, o Recreus.
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La noticia Cómo la tecnología hace que un material de obra termine siendo un diseño de moda fue publicada originalmente en Xataka por Arantxa Herranz .
Fuente: Xataka
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