Contra el falso escepticismo: el hombre sí que llegó a la Luna

Contra el falso escepticismo: el hombre sí que llegó a la Luna

El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong se convertía en el primer hombre en pisar la Luna. Aquel momento, que culminaba años de competencia entre Estados Unidos y la URSS por ser los primeros en acceder y, en lo posible, controlar el espacio, es uno de los más famosos de la historia y de la cultura popular, al ser retransmitido en directo por televisión a todo el mundo. La misión del Apolo XI encendió la imaginación de niños que, después, crecerían hasta convertirse en científicos e ingenieros, y su éxito dio un nuevo impulso a la exploración del Sistema Solar, aunque un logro semejante no podría volver a repetirse.

se está apunto de celebrar el 50 aniversario del aterrizaje del módulo lunar Eagle en la superficie del satélite. Estas fechas suelen traer a colación algo que persiste después de todos esos años; el escepticismo conspiranoico de algunos sectores de la sociedad hacia el alunizaje del Apolo XI. En el verano de 2018, el tema volvió a estar de la actualidad por culpa de un tweet de Iker Casillas, el futbolista español que dudaba de la llegada del hombre a la Luna.

Esta opinión es sorprendemente resistente a desaparecer, más todavía con el pábulo que algunos sitios en Internet y las redes sociales dan a cualquier cosa que suene mínimamente a conspiración, por muy extravagante y a todas luces falsa que puede ser. Pero también hay otras personas que se han dedicado a rebatir los “hechos” con los que los magufos sostienen que lo del Apolo XI nunca sucedió.

La culpa de todo la tiene Hollywood

Curiosamente, parte de la culpa de que esos escepticismos se mantengan la tiene un thriller de ciencia ficción de Peter Hyams llamado ‘Capricornio Uno’, inspirado a su vez en esas ideas paranoides. La película, de 1977, contaba una fallida misión tripulada a Marte que la NASA, ante los problemas que impiden su lanzamiento, decide simular, enviando a los astronautas a un remoto lugar donde harán creer a todo el mundo que realmente están en el planeta rojo. Deben por supuesto, mantener el secreto, pero un periodista empieza a sospechar que hay gato encerrado ahí, y los propios astronautas se ven amenazados. La película dio pábulo a los apoloescépticos, que la tomaron como una prueba más de sus teorías sobre la falsedad del Apolo XI, sobre todo porque la NASA colaboró con los realizadores de la cinta (y la aparición de OJ Simpson en ella inició otra teoría conspiranoica aún más loca y, francamente, hilarante que detallan en un comentario sobre la cinta en The Guardian).

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De todos modos, el film más citado habitualmente para desacreditar la llegada del hombre a la Luna es ‘Operación Luna’, una producción del canal francés Arte, de 2002, que supuestamente desvelaba que el Apolo XI no había sido más que una elaborada farsa orquestada por la NASA y dirigida ni más ni menos que por Stanley Kubrick. Decimos supuestamente porque es un falso documental que parodia todas las teorías conspiranoicas alrededor de la misión de Armstrong, Collins y Aldrin, pero para los escépticos es casi la Biblia… aunque en sus títulos de crédito queda muy claro que todo lo visto anteriormente no es ningún documental, sino una película en la línea de ‘La verdadera historia del cine’, otro mockumentary que supuestamente contaba la historia de un neozelandés que había inventado el cine, literalmente. Para más inri, ‘Operación Luna’ originalmente se emitió el día de los Santos Inocentes. Jordi Évole reconoció que había sido su inspiración para realizar el falso documental ‘Operación Palace’.

Los tres pilares de la conspiración

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Aldrin y Armstrong plantan la bandera estadounidense en la Luna. FOTO: NASA

Las tres patas de todas las teorías conspiranoicas alrededor del Apolo XI son siempre las mismas; la falta de estrellas en las imágenes tomadas en la superficie de la Luna, el hecho de que la bandera instalada allí por los astronautas parece moverse y que no se formó ningún cráter bajo el módulo de descenso cuando aterrizó, algo que debería haber ocurrido al utilizar su motor para asegurar el alunizaje. Todas ellas, y algunas más, se desmontaban en el primer programa de 'Escépticos', serie de ETB, presentada pos Luis Alfonso Gámez, que rebatía muchas de las pseudociencias y engaños que se hacen pasar por ciencias y hechos irrefutables en la sociedad actual.

La primera de ellas, lanzada por el libro 'We never went to the moon', en 1974', sobre que en las fotos tomadas en la superficie de la Luna no se distinguen las estrellas, se explica por la misma razón por la que no se ven cuando sacamos fotos nocturnas en la Tierra, y no, que nuestro satélite no tenga atmósfera no tiene nada que ver. En la Luna, su superficie refleja la luz que le llega del Sol, que tiene en las cámaras el mismo efecto que un flash; sólo se ve bien lo que está en primer plano. Las estrellas, al fondo, tienen un brillo demasiado débil como para que podamos verlas en las imágenes. En lo que respecta a la bandera, los astronautas la desplegaban a través de un riel, pero en ninguno de los vídeos disponibles se aprecia que ondee, al contrario; en el capítulo de 'Escépticos' queda muy claro que está arrugada, pero perfectamente quieta.

El último pilar de estas teorías apoloescépticas, el hecho de que los motores del módulo lunar no crearan un cráter bajo la nave al descender, se apoya en el hecho de que dicho motor tenía un empuje de 5.500 kg. Evidentemente, a máxima potencia, habría dejado un buen hoyo en el Mar de la Tranquilidad, pero para frenar el vehículo y permitir el alunizaje no hacía falta; bastaba con que generara un empuje de 1.500 kg., suficiente para levantar algo de polvo y poco más.

¿Y la URSS, qué tuvo que ver?

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FOTO: NASA

Si el Apolo XI nunca llegó a Luna, ¿de dónde salieron los 300 kg. de muestras que todas las misiones trajeron del satélite? ¿Y los experimentos sobre la distancia a la que está el satélite de nosotros, posibles gracias al equipo que los astronautas del Apolo XI y las siguientes misiones dejaron allí? Hay más entradas desmontando todas estas conspiranoias alrededor del alunizaje del Eagle, recogidas unas cuantas en un post antiguo de Bad Astronomy, pero casi todas podrían reunirse en una sola; si la llegada del hombre a la Luna hubiera sido un montaje de la NASA, la URSS lo habría sabido, y no sólo eso, sino que lo habría denunciado en todos los foros internacionales disponibles. Al fin y al cabo, la carrera por ir a la Luna era uno de los objetivos propagandísticos principales de la Guerra Fría.

Pero queda aún una cuestión por resolver, una que los apoloescépticos esgrimen casi como prueba definitiva; ¿por qué no se ha vuelto a enviar una misión tripulada a la Luna? La respuesta es muy sencilla; por dinero. La imagen de Armstrong descendiendo del Eagle costó casi 25.000 millones de dólares, gastados en un trabajo intenso durante una década (más el “fichaje”, al final de la Segunda Guerra Mundial, de Wernher Von Braun, uno de los cerebros detrás de las bombas volantes de la Alemania nazi). La NASA tenía carta blanca para gastar lo que fuera necesario con tal de derrotar a los soviéticos, pero en cuanto se cumplió el objetivo, el gobierno empezó a recortar el presupuesto dedicado al programa lunar. De hecho, deberían haberse lanzado otras tres misiones más después de la última, Apolo XVII (1972), pero se cancelaron por falta de fondos.

Actualmente, ningún gobierno está dispuesto a gastar esa cantidad de dinero en mandar otra vez un hombre a la Luna, más cuando pueden enviarse sondas robóticas a Plutón por mucho menos dinero. Países como China, que ven en el programa espacial una herramienta de propaganda y de fortalecimiento del orgullo nacional, afirman que tendrán astronautas en la Luna en la década de 2020, pero si el congreso de Estados Unidos protesta todos los años por los millones de dólares asignados a la Estación Espacial Internacional, sería interesante ver el debate que se organizaría si se pidieran de nuevo miles de millones para reeditar un Apolo XI. El futuro está en las bases permanentes, pero conllevan una serie de desafíos tecnológicos que dan para otra entrada.

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Fuente: Xataka
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