¿En qué se diferencian unos auriculares de 400 euros de los que regalan en el tren?
La vieja pregunta: ¿qué hace mejor a unos cascos de 400 euros frente a los earpods del escaparate de cualquier bazar? Y, lo que es más importante, ¿de verdad hace falta gastar tanto dinero para tener unos buenos auriculares?
En cuestión de auriculares siempre puedes gastar más y más. Si te sobra el dinero siempre puedes probar con unos Audeze LCD, unos Sony MDR-Z1R o buscar saldos de STAX o Fostex entre algún estudio de grabación desmantelado. Cualquier cliente contento dirá que su modelo es el mejor pero la clave en el sonido se resume en el dicho «una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil». El sonido ideal debe llegar por un control total de la fuente, un DAC para atacar el sonido y un ampli en consonancia con lo que buscamos —ya sea digital o basado en válvulas—.
Las preguntas más sencillas siempre son las más difíciles de responder. El precio es solo un factor. Pero si algo nos han enseñado fabricantes como Xiaomi es que mejor no demos nada por sentado. También podemos mirar diseño y materiales. ¿Y nuestros oídos? Es bastante fácil engañarlos, engalanar el sonido para que creamos que estamos ante algo de primerísima calidad.
Las diferencias, en vídeo
Las dichosas etiquetas
Empecemos dejando algo claro: se usa y abusa, con demasiada frecuencia, de palabras como «studio headphones» e «HiFi».
La palabra studio hace referencia a la curva de ecualización. La idea es que los auriculares de estudio suenen lo más planos posible, para obtener una respuesta clara y definida de la propia música. Que la escuchemos tal y como fue grabada, con sus virtudes y carencias. Alta fidelidad.
Por norma, los auriculares comerciales tienden a colorear la salida de audio
Por contra, los auriculares comerciales tienden a colorear la salida, ofreciendo un monitoreo menos preciso pero más agradable. Las líneas comerciales suelen producir tres líneas de sus cascos cabecera: la edición con más graves —las típicas series S o B, dependiendo del fabricante—, la edición con agudos enriquecidos —serie H, de high— y la versión mejor balanceada, agregando casi siempre un extra de ganancia. Como si escuchar el audio más alto fuese indicador de que la construcción del casco es mejor, más sólida. Y no.
En realidad todo esto son recursos de software: la electrónica interpreta la entrada y ecualiza la salida. Así de simple. Cuanto mejor sean el DAC (conversor de señal digital a analógica) y el driver, mejor será la salida. Pero un buen auricular, uno bueno de verdad, es la suma de todos los elementos que vamos a ver.
Construcción…
¿Tienes por casa unos auriculares de los que regalan en el tren o el avión? Vé a por ellos, te espero aquí. Bien: estos juguetes están fabricados bajo el mínimo coste posible. Y de unos auriculares de 8 céntimos de euro no podemos esperar mucho: que suenen en mono, que distorsionen, que el cable se parta o haga nudos al menor movimiento y que los remates y acabados sean afilados y ásperos.
Ante esto, pensemos ahora en unos auriculares que ronden los 400 euros, como los Bowers & Wilkins P7 o los muy cómodos los Shure SRH1540—.
Mientras que los primeros, los baratos, distorsionan con el mínimo pico de volumen, además de producir cierto efecto “cuarto de baño”, haciendo sonar cualquier música como si saliese de una caja de zapatos, los segundos cuentan con una compleja ingeniería de balanceo y valores cuidados en cuanto a impedancia, sensibilidad, ancho de banda y construcción del transductor.
Diafragma
Primer punto a tener en cuenta. Para entenderlo de forma sencilla pensemos en cómo la música pasa de ser un archivo digital en tu CD a un líquido, un flujo magnético: pueden escaparse por cualquier parte. Para ello es necesario aislarlo en un caja estanca que lo proteja del exterior, evitando estática y cualquier interferencia. Desde el cable, la conexión, hasta las orejeras, cada material debe proteger de manera orgánica el audio.
En su construcción, cada material debe proteger de manera orgánica al audio, no alterarlo
Además, esta caja debe ser flexible, porque el sonido genera vibraciones y puede redundar en distorsión. El sonido, como el oxígeno de nuestros pulmones, debe fluir cómodamente. Y aquí entra en juego el diafragma y el chasis, que puede ser de un cuerpo sólido o laminado. Si la estructura es metálica protegerá mejor de las interferencias eléctricas, pero hará que el auricular pese un montón. Y, frente a algunos estilos de música, puede ofrecer resoluciones bastante pobres.
Así que una buena construcción debe valorar peso, comodidad y calidad de construcción a partes iguales. ¿Qué hace la gama alta frente a esto? Pensemos, por ejemplo en los nuevos Beyerdynamic Amiron: en vez de usar el clásico imán de neodimio en la parte central de cada driver, opta por la famosa tecnología Tesla, montando un imán en forma de anillo y dejando el centro libre para que las resonancias vayan a parar al diafragma y no choquen contra el propio imán.
Y, aunque Sennheiser y Audio Technica siempre aparecen como ganadores de la partida, tampoco necesitamos lanzarnos a las marcas más populares. Muchos de los auriculares más premiados por su diafragma son desconocidos para el gran público: el que para mí fue el descubrimiento del año, los Meze 99, los Brainwavz Alara o los Audeze Mobius. Todos ellos magníficos ejemplos de cascos preparados para cualquier escenario de uso.
Driver
Aún hay más: cada tipo de auricular cuenta con una construcción y tecnología distinta. Abiertos, semi o cerrados, dependiendo del uso que vayamos a darle.
Si necesitamos un equilibrio que filtre algunas frecuencias, la mejor relación en calidad/precio sigue estando entre un Superlux HD 668B —la B es de balanceados, aún hay un modelo más plano, los F, y quien prefiera refuerzo en graves puede apostar por el mismo modelo sin B— y los Samson SR850, un poco más sofisticados en su trato con las frecuencias medias.
Un auricular abierto no aísla del sonido exterior y además fuga el excedente generado, a través de una membrana acústica. Los cerrados necesitan una cámara de vacío, el caprichoso noise cancellation. Los semiabiertos utilizan diferentes trampas para controlar las frecuencias y disipar las vibraciones redundantes. Respiran, pero poco.
¿Y qué es el driver? Un plato metálico. Aunque no siempre: también puede componerse de un conjunto de imanes interconectados, con láminas delante y detrás para corregir las vibraciones. No existe un esquema único, ni perfecto: si los ingenieros de sonido están constantemente investigando soluciones nuevas es por algo.
No hay una formulación clásica de capa A (membrana) + Capa B (driver) + Capa C (diafragma), sino diferentes alternativas. En resumen podríamos decir que, cuanto más escalas en el rango de precios, mayor especialización encuentras. De esos auriculares «para todo» saltas a modelos de función específica.
Además, contra eso que dicen, un driver no mejora según mayor es su tamaño. La única realidad empírica es que ofrecerá mayor tolerancia a un volumen más alto, pero un driver debe ser la suma de sus partes, y que su construcción vaya acorde con el tamaño del resto de componentes y función del auricular.
… Y diseño
¿Aún tienes por ahí los cascos del tren? Son genéricos, son un juguete fabricado en masa sin un estricto control técnico detrás. No creerás que iban a regalarte una reliquia. Su precio de coste ronda los 0,50€.
Mientras que estos primeros se guardan en pequeñas vainas de plástico, unos Ultrasone Edition HiFi cuentan con estuche forrado de goma espuma y revestimiento aterciopelado**. Vale, este es un mero elemento estético, el packaging no afecta al sonido. Pero sí define la identidad de la marca. Que le pregunten a los populares Sony WH-1000XM3, uno de los favoritos en esta santa casa.
Los Audio Technica AD900X o los ATH-R70X, son otras dos jugosas opciones con diadema abierta y almohadillas de tela transpirable, rellenas en espuma de una densidad media. Esto rebaja la presión que ofrecen sobre la cabeza. Los premiados AudioQuest NightHawk se montan sobre pabellones de madera (liquid wood) y diadema de correa con una resistencia a la torsión enorme. Son MUY resistentes. Y algunos como los Hifiman HE400i o los Philips Fidelio X2 utilizan un sistema intermedio entre la diadema de toda la vida y la correa con diferentes puntos. Aguanta años de maltrato, créeme.
Lo mismo podríamos decir de los cables. Un cable OFC (libre de oxígeno) reduce el ruido de señal y tarda más en oxidarse. No van a cambiar las reglas del sonido, pero si buscas un auricular duradero, mejor invertir en estos detalles.
Que, por ejemplo, puedas conectar tu cable de manera independiente a cada lado, que cuente con pasadores de seguridad y entrada Mini-XLR en vez del típico conector jack de 3,5mm. Los baños metálicos en materiales mejor conductores, como el oro, también ayudan. Los cables recubiertos con blindaje de malla, troquelados —con anillos—, la pureza del cobre… cada pequeño detalle corrobora si estamos ante un auricular descuidado o mimado.
En cualquier caso, no pierdas el tiempo: todo esto no sirve de mucho si el elemento nuclear no da la talla.
No todo está en el precio
Como usuarios, terminamos enamorándonos de aquello que mejor conocemos. Cualquiera puede encontrar las diferencias entre un auricular de 40 frente a uno de 400 euros, pero eso no significa que vayan a gustarte más. En torno a los 250-300 euros comienza una barrera entre lo realmente «superior» y normal y corriente.
Como usuarios, terminamos enamorándonos de aquello que mejor conocemos
Pero esta barrera es muy difusa: si comparamos con los wireless, casi siempre encontraremos una calidad análoga en los cascos cableados por 70-100 euros menos. Y tal vez se trate solo de preferencias: los auriculares cerrados presionan y producen una fatiga auditiva que los abiertos no. Depende de la necesidad de cada usuario.
Por esto precisamente, un usuario no siempre va a necesitar un auricular para conectar a su flamante DAC en una sala monitorizada, escuchando su original de 1967 del Carmina Burana grabado por la Deutsche Oper Berlin mientras degusta un Macallan Amber. Algunos queremos salir a correr sin que ese auricular golpeado contra la acera suponga una desgracia económica.
La electrónica y el software han cumplido su parte. Antes citaba Xiaomi con intención, las distintas iteraciones de In-Ear Pro HD, los Hybrid y los tres modelos Piston me han acompañado desde que los descubrí allá por 2014 y han demostrado al mundo entero que, por unos 20 euros, puedes tener un In-Ear todoterreno y cableado que sirva igual para conectar a tablet/smartphone/PC o para llevártelo a cualquier parte. Y, si mueren, habrán caído como héroes.
Por supuesto no son un ejemplo aislado: vivimos tiempos donde unos auriculares de apenas 30 euros como los citados taiwaneses Superlux HD668B ofrecen un rendimiento similar a una joya como los AKG K-701. Si subimos hasta los 100 euros podemos hacernos con unos Sony MDR-7506, elevados a la categoría de leyenda y por el que no pasan los años.
¿Qué quiero decir con esto que estoy completamente sordo? No, hay que saber buscar, porque no es necesario gastar 400 euros para disfrutar de un buen auricular. Jamás. Se trata de encontrar tu zapato ideal. Aunque si no quieres fallar bajo ningún concepto siempre puedes escaparte a una tienda y probar joyas como la serie Professional de Grado o alternativas como V-MODA Crossfade M-100, Sennheiser HD 599 —actualmente de oferta— o un hito histórico entre los foros audiófilos: los Koss Porta Pro Classic.
Una cuestión de sutilidad
la diferencia final está en los matices
Para ir concluyendo, y no por atender a romanticismos, la diferencia final está en los matices. Unos auriculares de gama alta te ofrecerán una escena que unos baratos ni imaginan. Es como saltar a otra dimensión: todo suena mejor, más definido, el ride de una batería se escuchará claro y en su espacio específico, el bajo sonará definido incluso a volúmenes altos, las inflexiones de una voz sonarán cercanas y naturales.
¿Y qué es la escena? Ni todas las personas poseen el mismo espectro audible ni todos los auriculares pueden atrapar todas las frecuencias existentes, pero un buen modelo logrará replicar el trabajo del ingeniero en tus oídos y tu cerebro. Imagina una tormenta, un relámpago traza un surco horizontal y el sonido se transmite de derecha a izquierda, la lluvia repiquetea en un porche y, a lo lejos, se escucha el ronroneo del tráfico, mullido por el chaparrón.
Un buen modelo logrará replicar el trabajo del ingeniero en tus oídos y tu cerebro
Los cascos de 20 euros sonarán bien, sí, pero ni en cien años reproducirán todas las sutilezas de una buena grabación. Esto es el arte del sonido. Algo que te estarás perdiendo si escuchas un MP3 comprimido a bajo bitrate.
Si solo escuchas música desde el móvil en el metro o en entornos ruidosos, ¿para qué aspirar a la quintaesencia del sonido? Pero si realmente quieres saber de qué es capaz la tecnología, de saber cómo puede llegar a sonar tu canción favorita, olvídate de los cascos que venían de regalo con tu primer móvil. Que tengas una feliz escucha.
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La noticia ¿En qué se diferencian unos auriculares de 400 euros de los que regalan en el tren? fue publicada originalmente en Xataka por Israel Fernández .
Fuente: Xataka
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