Tengo 19 años y no uso las redes sociales
“Nunca me atrajeron. No las veo necesarias”. Así de fácil. Es lo que nos responde sin titubear y con toda naturalidad Nabil Acabani López, de 19 años, cuando le preguntamos por qué no tiene ni ha tenido jamás un perfil en las redes sociales.
¿Es posible? Según las últimas encuestas, entre el 83 y el 90% de los jóvenes y adolescentes usan estas plataformas... ¿Pero qué le pasará a este chico? ¿Estará bien de la cabeza? Pues resulta que Nabil no solo no tiene pinta de bicho raro, sino que es un chavalote con buena presencia, sociable, amable y sano, no proviene de una familia anti-tecnológica (“mi madre tiene redes y está al día con ellas; mi padre las usa para la difusión de noticias sobre el cambio climático”, nos cuenta), no tiene ningún trastorno mental, ni es antisocial.
Muy al contrario, tiene un sólido grupo de amigos de su edad. Tiene móvil y usa mensajería instantánea, eso sí, “pero si puedo prescindir de ella, mejor; para quedar prefiero hacer una llamada de teléfono, es más rápido”. Podemos constatarlo porque tardó más de 24 horas en ver el mensaje de Whatsapp que le habíamos enviado para contactarle para este reportaje. Su única referencia de las redes sociales es lo que ve en pantallas ajenas: “Si te soy sincero, no sabría cómo moverme en esas páginas, nunca lo he intentado. Mis amigos siempre me enseñan cosas en Instagram, mira esto o lo otro, me enseñan fotos...”. Pero ni por esas se engancha. Más bien, se siente afortunado “porque, cuando salgo, veo que siempre la gente está pegada al móvil y las redes sociales son una de las causas de esa dependencia”, razona.
Aunque la verdad es que, si lo pensamos bien, es cierto que Nabil sí que tiene un rasgo mental poco común para su edad: una madurez aplastante. Según la doctora Dominica Díaz Marcet, responsable de la Unidad de Juego Patológico y Otras Adicciones No Tóxicas de la División de Salud Mental de la Fundación Althaia, dentro de Xarxa Asistencial Universitaria de Manresa, a grandes rasgos, existen dos caminos que pueden llevarnos a dejar las redes. “Uno, el de alguien que haya estado muy enganchado y opte por prescindir de ellas. Y dos, alguien motivado por una visión más ideológica, porque las redes nos tienen controlados, usan nuestros datos..., alguien que lo haga como gesto de rebeldía. Hace falta mucha madurez para esto, sobre todo, a una edad que lo que quieres es mantener unido a tu grupo”, afirma.
De hecho, Nabil nos cuenta que no conoce a nadie que, como él, nunca haya tenido redes sociales, aunque sí tiene amigos que han dejado de usarlas o que las dejan de forma intermitente, “porque se dan cuenta de que les quitan demasiado tiempo y les privan de hacer otras cosas más productivas”, nos cuenta.
Es lo que le pasa a Andrea, de 20 años, que en varias ocasiones ha decidido “pasar” de Instagram. “Me la he desinstalado tres o cuatro veces del móvil, sobre todo, cuando veía que dominaba demasiado mi vida, me ponía demasiado ansiosa por ver las respuestas a algo que había colgado, los likes... o me empezaba a afectar demasiado lo que ponían los demás. Luego, igual un par de meses después, me lo vuelvo a instalar, pero intentando controlar el tiempo que gasto ahí”, confiesa. No debe de ser la única, ya que según el Estudio Anual de Redes Sociales en España de 2018, los jóvenes dedican una media de 70 minutos al día a navegar por las RRSS.
Cuando estar conectado a las redes puede convertirse en un problema
Más extremos son los casos que ve la doctora Díaz Marcet, quien prefiere hablar de abuso de la tecnología más que de adicción, pues por ahora la OMS no reconoce el enganche al móvil o a las redes como un trastorno mental en sí. Aunque la doctora lo tiene claro: “cuando la persona deja de realizar actividades que son prioritarias por estar conectado a las redes, podemos hablar de que existe un problema”. En su consulta, está habituada a atender a jóvenes en esta situación: nada menos que un 30% de los pacientes que acuden a su centro presenta un uso abusivo de los dispositivos móviles e internet.
En estas situaciones, el tratamiento pasa por hacerles ver que tiene un problema que les está pasando factura y ayudarles a encontrar motivación para superarlo. La siguiente fase es ayudarles a negociar límites. “Desconectar del todo es muy difícil, es su manera de estar en el mundo”, apunta Díaz Marcet. Aunque algunos deciden cortar por lo sano. “Sí tengo pacientes que han optado por desconectarse de las redes, igual no de todas, porque eso implicaría una desconexión total, pero sí de alguna aplicación concreta que es la que más le absorbe. Es cierto que, cuando hay adicción, se recomienda un periodo de abstinencia inicial, para reincorporarse de forma progresiva y controlada después de un tiempo”, señala la doctora.
Sofía, una valenciana de 18 años, nos confía que llegó a pedir ayuda psicológica para superar los estragos que Instagram estaba causando en su vida. “Me di cuenta de que perdía demasiado tiempo. Casi no hablaba con mis amigas en persona, siempre llegaba tarde a clase, dejé de ir a la academia de inglés, hasta dejé de ver la tele. Estaba todo el rato pendiente de responder comentarios, de poner fotos nuevas, ver los likes y mirar lo que habían colgado los demás”. El terapeuta le habló de aprender a regular el uso de la red social, pero ella optó por una medida más drástica: borrar su perfil y desinstalar la aplicación. “Me daba miedo volver a caer en la tentación. Pensé que, si la tenía en el móvil, me iba a resultar más difícil ponerme límites”, cuenta.
Díaz Marcet nos cuenta que hay personas que son más vulnerables a la opinión de los demás, más dependientes de las notificaciones, se sienten más obligadas a contestar de inmediato, más introvertidas, más obsesivas o más impulsivas, que quieren enseguida responder y luego se arrepienten. “Estos son los perfiles de personalidad que más sufren y antes se queman por el uso de las redes. Y los que más se benefician de un tiempo de abstinencia”. Por su experiencia, en estos casos, cuando sale de las redes “la gente respira. Lo viven como una liberación”.
“También he visto casos de chicos toxicómanos que se rehabilitan y, durante un tiempo, dejan de usar el móvil, con todas las aplicaciones de redes sociales y mensajería instantánea incluidas, para evitar contactar con la gente de ese mundo, con los camellos y con sus amigos que siguen drogándose”, nos explica la doctora. Por otra parte, como parece lógico, en chicos o chicas que han sufrido ciberbullying, la recomendación médica es borrar por un tiempo las redes sociales. ¿Una forma de huir o esconderse de los acosadores? Nada de eso. “Es un refugio, una medida de protección saludable. Luego, cuando la persona se ha ido trabajando ciertas cosas y se encuentra más fuerte, puede volver a las redes si quiere”, nos dice la especialista.
El riesgo de quedarse fuera de las redes
Pero no todo es blanco o negro y, desde el lado de la ciencia, hay estudios que indican que es tan grave abusar de las redes sociales como no estar conectado cuando los demás lo están. “Para los jóvenes, es importante tener redes sociales porque establecen relaciones con su grupo de edad a través de la tecnología”, opina Javier De Rivera, sociólogo e investigador en la Universidad Complutense, coautor del estudio 'Factores de socialización digital en los jóvenes' (FAD, 2019). “Los adolescentes necesitan buscar estrategias de desarrollo en la vida. Las redes son una vía para lograrlo”, recalca.
Por otra parte, está el miedo a quedarse fuera. “Hay esa sensación porque va tan rápida la información que todo el mundo lo sabe todo sobre la vida de todo el mundo. Si estás fuera de las redes, te sientes un poco marginado en relación al círculo de compañeros de estudios o de trabajo”, admite Cristina Salvador, actriz de teatro musical, de 25 años, que solo usa las redes “para estar al día en mi campo profesional”.
El sociólogo nos confirma esta hipótesis: “En nuestro estudio, vimos que los chicos que no tenían redes sociales podían sentirse aislados o perder oportunidades de relacionarse”. Aunque con una puntualización: “te puedes permitir pasar de las redes cuando vives en un entorno familiar y social que te ofrece un abanico rico de opciones para relacionarte, desarrollarte, realizar actividades que te motivan... La gente que tiene más recursos, las necesita menos. Aunque son pocos, hay chicos que quieren potenciar otras estrategias de posicionarse en la vida y buscar éxito social, como dedicarse a los estudios, al deporte u otra actividad que les guste”, explica el experto.
Lo más seguro es que Nabil encaje dentro de esta excepción. Salir a la montaña, escalada, deporte con sus amigos, leer. A eso dedica el tiempo que no gasta en Instagram. “No me siento excluido por no estar en las redes”, asegura tras pensarlo un momento. “Aunque sí me ha pasado estar hablando con un amigo que está con el móvil y tener que decirle “tío, deja eso y escúchame””, se ríe. “Además, respecto a toda la información que se lee en Facebook, por ejemplo, no puedes saber si es fiable o apropiada, o prefiero informarme por otras fuentes de noticias independientes”, reflexiona, dejándonos anonadados con su contundencia.
Es demasiado bonito para ser verdad y volvemos a la carga, haciendo hincapié en todas las cosas que los chicos de su edad comparten en las redes sociales, quedadas, noticias, fiestas, fotos... “Como no estoy en ellas, no sé lo que me estoy perdiendo”, responde con tranquilidad, encogiéndose de hombros. Sí sabe “que la gente las usa para todo, incluso también se usan mucho para ligar”. ¿Y ni por esas te animas?, insistimos. “Nooo. ¡Eso sería el colmo!”.
Fotos | iStock
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La noticia Tengo 19 años y no uso las redes sociales fue publicada originalmente en Xataka por Laura G. de Rivera .
Fuente: Xataka
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