Canon vs Nikon: La historia de una rivalidad legendaria en el mundo de la fotografía
¿Canon o Nikon? Esa era hasta hace muy poco (y sigue siendo para muchos) la eterna pregunta a hacerse a la hora de comprar una cámara de fotos de cierto nivel, tradicionalmente una réflex. Y lo cierto es que, aunque las cosas han cambiado bastante en los últimos tiempos, la rivalidad sigue estando ahí dado que viene de muy lejos. Por eso, no es raro que los posibles usuarios siguen haciéndose la “pregunta del millón” ¿Canon o Nikon? ¿Cuál es mejor?
Ya os adelantamos que tendréis respuesta a esta pregunta (aunque quizá no la que os gustaría), pero el verdadero propósito de este artículo es más bien conocer de dónde viene esta rivalidad. Y para ello, tenemos que “bucear” en la historia de ambas marcas y ver cuándo comenzó todo y cómo se ha venido desarrollando a lo largo del tiempo hasta llegar a la situación actual.
1917: Nikon nació antes
Y para eso tenemos que remontarnos, nada menos que un siglo (en 2017 Nikon celebró su centenario). En aquella época se fundó en Tokyo la empresa Nippon Kōgaku Kōgyō Kabushikigaisha que no era sino la fusión de los departamentos de dos firmas japonesas punteras en el sector óptico. La inversión para realizarlo vino de la mano de Koyata Iwasaki, presidente de Mitsubishi. Él fue quien tuvo la idea de crear una única empresa completa e integrada dedicada en la fabricación de componentes ópticos avanzados tales como prismáticos, microscopios e instrumentos de medición.
Se trataba, de hecho, de un negocio estratégico para Japón en aquellos años, en los que el país dependía de los productos extranjeros. Por eso, los diseñadores japoneses viajaron a Europa para conocer su industria óptica y se afanaron por aprender a diseñar y fabricar productos de calidad para dejar de depender del extranjero. De hecho, todo aquello desembocó en que Nikon (aunque no se llamaría así hasta más tarde) fue el principal proveedor de instrumentos ópticos del ejército japonés.
Cuatro años después de fundarse, ya en 1921, se produjeron dos hechos importantes para la historia de la compañía. El primero fue la llegada de varios ingenieros alemanes especializados en óptica que ayudaron a dar un salto de calidad. El segunda, más significativo para lo que nos proponemos contar, es que este año comenzó el desarrollo de ópticas para cámaras fotográficas a las que se denominó Anytar.
Se trataba de objetivos que imitaban a los Tessar de Carl Zeiss (empresa alemana fundada en 1846), por aquel entonces la referencia más importante en lentes para cámaras (hoy día siguen siendo muy importantes), y cuyo diseño fue realizado por Heinrich Acht, uno de los ingenieros provenientes del país germano.
Pocos años después, ya en 1927, la empresa ya se encontraba produciendo de forma masiva objetivos para cámaras fotográficas con una calidad a la altura de sus competidores europeos, mucho más experimentados. De hecho, cuando Acht regresó a su casa, los ingenieros japoneses no sólo fueron capaces de mantener el nivel sino que incluso empezaron a desarrollar objetivos, como el Anytar 12cm F4.5, que de hecho superaban a los Tessar originales.
En 1932 se registró la marca Nikkor (que es como se siguen llamando sus objetivos) para la producción de ópticas fotográficas. El nombre se creó combinando la abreviatura "Nikko" extraída del nombre de la empresa “Nippon Kougaku” con la letra “R” que por entonces se solía usar como sufijo para los nombres de las ópticas fotográficas. Y sólo un año después, se presentaron las primera ópticas Nikkor que se llamaron “Aero-Nikkor” y eran dos objetivos (70 cm F5 y 18 cm F4.5) diseñados para la creación de mapas en fotografía aérea.
1933: Canon llegó después
Justo un año después de aquello se sitúa la aparición de la marca que acabaría convirtiéndose en la mayor competencia de Nikon. Por supuesto hablamos de Canon que, como la anterior, tampoco tuvo ese nombre desde el principio. En realidad su antecedente se llamó Seiki-Kogaku Kenkyusho (Precision Optical Instruments Laboratory). La empresa se fundó también en Tokyo de la mano de Goro Yoshida y Saburo Uchida y con una intención distinta a la anterior: Fabricar cámaras fotográficas.
Sólo un año después ya presentaron su primer prototipo de cámara de 35 mm que denominaron Kwanon (en honor de Kannon, diosa budista de la misericordia que aparecía en el logotipo) y que no era sino una imitación de la por entonces revolucionaria Leica. Y es que, al igual que hizo Nikon con los objetivos, Canon también comenzó imitando modelos producidos en Europa, como las mencionadas Leica y las Contax.
Sin embargo, aquella primera Kwanon nunca llegó a comercializarse, ni siquiera está claro que llegara a ser una cámara real en vez de un prototipo de madera. Así que no fue hasta 1936 cuando ya sí que se lanzó al mercado la primera cámara Canon. Aquel modelo se denominó “Hansa Canon” y era similar a la anterior. Curiosamente, tal y como nos contaron en Xataka Foto, como la empresa era muy joven y no tenía capacidad para producir sus propias lentes, pidieron ayuda a Nippon Kougaku (por entonces la principal referencia japonesa del ramo) para ello.
Así, en la Hansa Canon tanto el objetivo como la montura, el visor y el telémetro eran piezas realizadas por Nikon (que aún no tenía ese nombre), mientras que ellos se encargaron de realizar el cuerpo de la cámara, el obturador de plano focal, la cubierta del telémetro y de hacer el montaje final. Una colaboración que ahora no podemos sino considerar como anecdótica en una historia que acabaría en la rivalidad irreconciliable que hoy conocemos.
Por cierto que, respecto al nombre, Kwanon se cambió por Canon (término que significaba “conjunto de normas para enjuiciar o escrituras bíblicas”) y el prefijo Hansa se añadió tras llegar a un acuerdo exclusivo con un distribuidor japonés de fotografía (que tenía esta palabra registrada como marca) para que comercializara sus productos. Y hablando de nombres, hay que decir que en 1937 lo que acabaría siendo Canon se mudó de sede y pasó de ser Precision Optical Instruments Laboratory a llamarse Precision Optical Industry.
El comienzo de una rivalidad entre las japonesas
Al principio no se puede decir que hubiera una rivalidad clara entre ambas: Nikon tenía su mira puesta en el desarrollo de ópticas y Canon se fundó pensando en fabricar cámaras. Y ambas estaban imbuidas en la creciente corriente de nacionalismo japonés que hizo que su industria, especialmente la vinculada a lo militar, se desarrollara de forma fulgurante para no depender de los productos europeos.
De hecho, como hemos contado, la primera cámara Canon fue realizada con partes creadas por Nikon, y no fue hasta 1946 (más de 30 años después de su fundación) cuando se lanzó a la fabricación de cámaras fotográficas utilizando ya el nombre comercial Nikon. Así, dos años después pusieron en el mercado la “Nikon Model I”, desarrollada para satisfacer la ya por entonces fuerte demanda de cámaras producidas en Japón.
Se trataba de una cámara compacta, motivo por el cual se barajó el nombre de "Nikorette" para expresar un tamaño reducido. Pero finalmente se optó por volver a usar la abreviatura "Nikko" (como en los objetivos), añadiendo una “N” al final para lograr un nombre que sonara con más fuerza en japonés. Por cierto que aquella cámara utilizaba película de 24 x 32 mm, contaba con obturador de plano focal, enfoque por telémetro y algunas novedades inéditas para la época.
Mientras tanto, Canon se había puesto a la tarea de diversificar sus productos y aumentar la productividad gracias a la implantación de la filosofía Kyosei (que mantiene hasta hoy día), un término japonés que, según la firma, “sugiere el concepto de vivir y trabajar juntos para el bien común”. Es decir, algo así como la idea de convertir la empresa en una gran familia y ofrecer incentivos a sus trabajadores.
A efectos de producción, aquellos cambios llevaron a comenzar, en 1939, la tarea de diseñar y fabricar sus propios objetivos (que llamaron “Serenar”) para no depender de otros, y la de introducir su primera cámara en el mercado europeo (comenzando con un anuncio publicitario de la “Hansa Canon” en la prestigiosa British Journal of Photography), y de tratar de superar a la "todopoderosa" Leica.
Y justo cuando Nikon se decidía a lanzarse a producir cámaras (1946), y no sin dificultad por la delicada situación en que quedó el país al término de la Segunda Guerra Mundial, comienzan la producción de dos modelos, la “Canon J II” y la “Canon S II”. Modelos que, en buena parte, surgieron por la gran aceptación entre los soldados de ocupación del ejército norteamericano (con un poder adquisitivo mucho mayor que los japoneses). Un año después, en 1947, la empresa decidió mudarse una vez más y adoptar definitivamente el nombre de Canon Camera Company Inc, para unificar todas sus líneas de producción (cámaras, lentes..) y hacerlas más identificables.
Por cierto que en aquel año un nuevo modelo presentado por Leica causaba furor, la Leica M3, primera cámara de 35 mm que incorporaba en su cuerpo el sistema de enfoque por telémetro y también la primera en usar una bayoneta para la montura de objetivos. Por su parte, mientras que la Canon J II no era sino una evolución de su primer modelo real de pre-guerra (la Hansa Canon), la S II sí que presentó novedades exclusivas en ese momento como un visor y telémetro integrados en una única ventana.
Tras esta llegaron la Canon S II B, que ganó un premio en los Estados Unidos, la Canon III, primera cámara capaz de disparar a una velocidad de 1/1000 segundos, y (en 1952) la Canon IV Sb, primer modelo de 35 mm y telémetro del mundo que contaba con sincronización de flash electrónico. A esta le siguió la Canon IV Sb que incluía la posibilidad de disparar a 1/15 seg, lo que supuso que, por primera vez, las velocidades de obturación fuesen en progresión geométrica (cada número implica el doble de luz que el anterior y la mitad que el posterior).
Por su parte, durante aquellos años Nikon siguió ampliando su negocio (diversificándolo por el resto del mundo, especialmente los EE.UU gracias también a los soldados invasores) e investigando para producir nuevos modelos como las Nikon M, S, S2 y SP Ragefinder. Cámaras que fueron solucionando los problemas y mejorando las capacidades de la primera Nikon hasta llegar a producir el modelo que marcaría su historia.
1959: Se lanza la Nikon F
Uno de los modelos más legendarios de la historia de la fotografía, su primera réflex (Single Lens Reflex) fue presentada en abril de ese año y, aunque muchos de los conceptos que incorporaba ya habían sido presentados (la primera réflex fue la Kine-Exakta de 1936, y la primera japonesa la Asahi Pentax de 1957), la Nikon F fue revolucionaria al integrarlo todo en un único cuerpo como nadie había hecho hasta entonces.
La prueba es que el modelo se siguió fabricando hasta 15 años después y se vendieron más de 800,000 unidades. Fue la cámara que definitivamente consolidó las marcas Nikon y Nikkor e introdujo la “montura F” que sigue vigente hoy día. Precisamente la montura de tipo bayoneta (en vez de la rosca usada hasta ahora, y además hecha de acero inoxidable para resistir el peso de un teleobjetivo), el pentaprisma y el sistema de espejos fueron sus mayores novedades (ya que el resto de componentes eran heredados de modelos anteriores como la Nikon SP).
Aún así, incluyó por primera vez a nivel mundial cosas como un exposímetro que funcionaba coordinado con la apertura del objetivo, un visor réflex con un campo de visión del 100%, una cortinilla del obturador de titanio y sólo 0,02 mm de grosor, partes intercambiables (como la trasera, la pantalla de enfoque, el visor…) y la posibilidad de incorporar un motor para hacer avanzar la película (que permitía disparar a 3,6 fps). Además, con esta cámara Nikon empezó a destacar por la resistencia de sus productos, algo que la ha acompañado a lo largo del tiempo.
La llegada de la Nikon F fue crucial para que cambiara el mercado fotográfico, dejando a un lado las cámaras de telémetro a favor de las más modernas réflex. Y, por supuesto, Canon también tenía algo que decir en este campo. De hecho, apenas dos meses antes de la Nikon F ya había presentado su primera SLR, la Canonflex.
Claro que aquel modelo pasó bastante desapercibido, prueba de ello es que en poco más de un año fue sustituida por la Canonflex R2000, y en 1962 esta a su vez por la Canonflex RM. Sin embargo, a principios de los sesenta la cámara Canon que sí se hizo notar fue la Canonet, un modelo aún telemétrico de 1961 que estaba dirigido a todo tipo de usuarios y se sucedería, con distintas versiones, hasta los años 80. Y es que, mientras los mayores esfuerzos, tanto de Canon como de Nikon, estaban dirigidos a crear la mejor cámara para fotógrafos profesionales, también se empezaba a mirar a otro tipo de usuarios que se interesaban por unos productos cada vez más populares.
El resto de la década de los sesenta pasó sin que apareciera ningún modelo rompedor de ninguna de las dos (aunque en 1963 Nikon presenta su primera cámara all weather, resistente a los elementos). Aquella década fue más bien un periodo en el que siguieron consolidando su líneas de producción, diversificando su producción (sobre todo Canon, que empezó a fabricar calculadoras y copiadoras). Además, también se volcaron en crear todo un sistema de objetivos para sus cámaras réflex y en expandir el negocio por todo el mundo. Por ejemplo, en 1968 ambas establecieron sus sedes europeas (curiosamente en Holanda las dos). Y, por cierto, que en 1969 Canon adoptó definitivamente el nombre de Canon Inc.
1971: Canon F1 Vs Nikon F2
Y llegó la década de los setenta en cuyos comienzos la rivalidad entre Canon y Nikon se hizo más que patente. Justo en 1970 Canon abre su primera fábrica fuera del país (en Taiwan) y lanza la primera fotocopiadora personal fabricada en Japón. Aunque a nosotros lo que realmente nos interesa es que al año siguiente presentó su Canon F1, un modelo que por fin podía responder a las exigencias de los fotógrafos profesionales y competir (por fiabilidad y resistencia) con la Nikon F.
Canon había tardado lo suyo en responder pero lo hizo cubriéndose las espaldas al presentar el nuevo modelo junto a un completísimo sistema de accesorios (lo usual hasta entonces era que las cámaras se lanzaran sólo con unos pocos) que incluía 180 referencias. Entre ellas, por supuesto, una gran cantidad de ópticas desarrolladas para la nueva serie FD. Aquello le valió una gran acogida entre los fotógrafos profesionales y, de hecho, la F1 fue nombrada cámara oficial en los Juegos Olímpicos de verano de 1976 de Montreal (Canadá) y los de invierno de 1980 en Lake Placid (EE.UU).
Claro que Nikon ya llevaba bastante ventaja de modo que ese mismo año 1971, en que apareció la Canon F1, respondió por partida doble. Primero lo hizo llegando a un acuerdo con la NASA para suministrar las cámaras que la misión Apolo 15 llevaría hasta la Luna (y que fabricaron basándose en la Nikon Photomic FTN de 1968). Esto sería el principio de una fructífera colaboración que ha llegado hasta nuestros días y que Nikon, como era de esperar, ha explotado convenientemente.
Por otro lado, ese mismo año se introdujo la Nikon F2, una versión evolucionada de su modelo más exitoso que incluía mejoras de diseño y utilización, incluyendo una mayor facilidad de uso, más automatización y posibilidades para disparar más rápido (hasta 1/2000 seg) y lento (de 2 a 10 segundos utilizando un mecanismo autodisparador), además de mantener la compatibilidad de todos los accesorios y lentes del sistema F.
Claro que solo acabábamos de comenzar la década de los 70, una decena de años que por supuesto dio para más. Sobre todo en el caso de Canon que presentó, el año 1976, otro modelo que marcaría su historia: La Canon AE-1, la primera réflex que contaba con un microprocesador integrado en el cuerpo, con medición TTL (Through The Lens) con prioridad a la velocidad de obturación y disparo continuo a dos fotogramas por segundo (motivo por el que se vendió como la "Continuous Shooting SLR").
Desde el lanzamiento de la F1, la firma había estado dando pasos para conseguir que las cámaras fueran cada vez más autónomas y contaran con modos de exposición automática, algo que hoy nos parece tan básico pero que por entonces era sólo un deseo. Pero la AE-1 (el nombre viene de Automatic Exposition) fue, según Canon, la pionera de la cámara automatizada e informatizada que cambió la dirección del desarrollo de las réflex de 35 mm de toda la industria. La clave fue una reducción de costes en su fabricación que permitió que no fuera una cámara exclusiva para solo unos pocos.
La Canon AE-1 protagonizó, por primera vez en la firma, una campaña publicitaria en televisión que contó con jugadores de tenis y golf de renombre mundial. Una estrategia que le funcionó muy tanto en Japón como en Estados Unidos donde batió récords de ventas convirtiéndose en un éxito mundial. Dos años más tarde (1978) se lanzó también la Canon A-1, un modelo evolucionado y aún más sofisticado que tenía, por primera vez en la historia, el modo AE de exposición totalmente automática.
Por supuesto Nikon no estaba dormida, aunque durante el resto de los 70 no hubo ninguna novedad importante en el ámbito de la cámaras. Salvo quizá la Nikon F2 Titanium Uemura Special, un modelo edición especial creado para el aventurero Naomi Uemura (primer japonés en llegar a la cima del Everest) para llevársela en su viaje en trineo (acompañado sólo por los perros) al Polo Norte. Aquel modelo se diseño para soportar fuertes golpes y temperaturas sobre 50º bajo cero e incluyó un cuerpo (además de otras piezas) de titanio, algo inusual hasta entonces.
Por último, volviendo a Canon, hay que mencionar al menos a otro modelo más modesto pero que marcaría otro hito en la historia de la fotografía. Hablamos de la Canon AF35M, una pequeña cámara lanzada en 1979 y que fue la primera compacta con AF activo. Aunque en 1977 ya se había presentado la primera con sistema de enfoque automático de tipo pasivo, la Konica C35AF, Canon decidió crear su propio sistema y dos años después lanzó su propuesta. Esta se basaba en usar infrarrojos (tal y como hacen muchas cámaras hoy día) y permitía que la cámara enfocara incluso en la oscuridad.
1980-81: Nikon F3 Vs Canon New F-1
Con la llegada de los ochenta ambos contendientes presentaron nuevos modelos que estaban destinados a hacer aún más grande su rivalidad. Esta vez Nikon empezó primero presentando justo en 1980 su nuevo modelo estrella: La Nikon F3. Aquella cámara reunía lo último en tecnología (fue la primera en incluir exposición automática con prioridad al diafragma, contaba con una pantalla LCD de información y requería de una pila) pero manteniendo la misma montura y con un nuevo diseño que fue obra del italiano Giugiaro, famoso por sus creaciones de superdeportivos.
Aquello no fue baladí ya que él fue quien se inventó el famoso detalle en rojo (en la F3 una sencilla línea vertical) que desde entonces han llevado prácticamente todas las Nikon. Además, aunque la cámara no incluía motor de arrastre para la película, Giugaro se encargó de diseñar uno opcional que conjuntaba perfectamente y permitía disparos de hasta seis fps. Como era de esperar, el modelo cosechó una buena acogida (estuvo comercializándose durante veinte años) y se crearon varios modelos especiales que viajaron al espacio en el transbordador espacial Columbia.
Por su parte, su contrincante respondió un año después con la Canon New F-1, una “versión refinada” de la F-1 que era la cámara estrella de la firma (a pesar de la automatizada AE-1) una década antes. Lo cierto es que Canon había prometido que no iba a cambiar las especificaciones y funciones básicas de la F-1 al menos en 10 años. Y lo cumplió, pero pasada esa década en la que habían salido a la luz muchas funciones automáticas basadas en la tecnología informática, era momento de renovar la cámara. Y lo hizo teniendo muy en cuenta los comentarios de los fotógrafos profesionales y otros usuarios que habían empleado la F-1.
El resultado fue una cámara que mantenía la montura de objetivos FD y buscaba ofrecer seguridad y fiabilidad además de alta calidad y precisión. Su diseño mantuvo las líneas de la F-1, con la idea de que sus usuarios se sintieran rápidamente cómodos con el nuevo modelo. Y aunque los accesorios no eran compatibles con los del modelo anterior, se lanzó toda una gama de productos (como cinco visores intercambiables o 32 pantallas de enfoque) que culminó cuando en 1984 se lanzó un modelo especial denominado New F-1 High Speed Motor Drive Camera para fotógrafos de deporte (fue cámara oficial de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles) que incluía el motor de arrastre más rápido hasta la fecha, con disparo continuo de 14 fps.
En el año 1983 también hubo novedades por parte de ambas marcas. En el caso de Nikon con la L35AF, su primera compacta AF, y con la Nikon F3AF, basada en la F3 y que incluía contactos en el cuerpo que permitían que cámara y objetivo compartieran información y un motor de enfoque dentro de la óptica. Por su parte, Canon presentó una nueva serie de cámaras réflex, la serie T, que respondía a satisfacer la cada vez mayor demanda de cámaras de menor precio que las profesionales.
La primera, la Canon T50, se presentó aquel año y le siguió la T70, T80 y T90 (una por año) y todas contaban con mecanismos completamente automatizados para permitir un uso muy sencillo tanto a fotógrafos profesionales como aficionados avanzados. Como anécdota, hay que decir que la T80 (1985) fue la primera en la que se utilizaron pictogramas de los modos de disparo para facilitar la toma de imágenes por parte de cualquier usuario, aunque apenas tuviera conocimientos.
1985-87: Nace el sistema EOS y las Nikon F-301/ 501
No había acabado la década de los ochenta cuando de nuevo dos cámaras pusieron de manifiesto la rivalidad entre estas dos marcas, por entonces ya claramente antagónicas, en un mercado donde claramente la lucha estaba centrada en ofrecer el mejor sistema AF en una cámara réflex.
El primero movimiento se produjo en 1985 y fue el lanzamiento de la Nikon F-301, la que queda para la historia como primera réflex con un motor incluido en el cuerpo que se encargaba de hacer avanzar la película de forma automática (incluyendo la posibilidad de disparar de forma continua hasta 2,5 fotos por segundo). A esta le siguió al año siguiente la Nikon F-501 que, además de heredar el motor, ostentó el honor de ser la primera con enfoque automático integrado en el cuerpo de la cámara (ofreciendo enfoque de tipo sencillo y continuo) y que realmente fue el primer intento de Nikon de introducir una cámara réflex AF en el mercado masivo.
Aquello tuvo una gran acogida y la F-501 se convirtió, junto a la Minolta 7000 (presentada en 1985), en un gran éxito gracias a ofrecer por fin una cámara SLR con un AF rápido y efectivo. Esto hizo que Canon, viendo que su T80 no estaba a la altura, decidiera que había que "dar un golpe sobre la mesa" y celebrar su 50 aniversario (que se cumpliría en marzo de 1987) lanzando un nuevo modelo que cumpliera las expectativas.
Dos años estuvieron trabajando en el proyecto “EOS” (de Electro Optical System, aunque también es el nombre de la diosa del amanecer en la mitología griega) hasta presentar la Canon EOS 650, la que sería primer modelo de un nuevo sistema, que incluía también una nueva montura denominada EF que persiste hasta hoy día.
La idea del sistema tenía tres pautas principales: Conseguir que no hubiera que subir el precio de las cámaras, un diseño liviano para que fuese ideal para fotógrafos deportivos, y una gran sensibilidad del autofocus. Así desarrollaron un sistema flexible que además tenía potencial para mejorarse en el futuro (de hecho así es) y, según Canon, fue clave para fortalecer el mercado de las cámaras réflex.
Y eso que el cambio de montura supuso un importante sacrificio porque implicaba que todos los anteriores objetivos de sus cámaras, con montura FD, dejaban de servir para las nuevas. Esto sin duda no tuvo que ser una decisión fácil de tomar, aunque se hizo dando “la máxima prioridad a la satisfacción del usuario” según los nipones.
El caso es que el desarrollo de las nuevas lentes de tipo EF fue una ruptura con todo lo anterior y supuso crear objetivos completamente nuevos y diferentes a los anteriores, con sistema totalmente controlado de forma electrónica, pensado para evitar los errores derivados por el paso del tiempo. Diseñados para permitir una transferencia de datos entre cámara y óptica en tiempo real de forma muy precisa, ofrecer funciones AF de alta velocidad y una operación silenciosa (además de incorporar futuras mejoras), en aquellos objetivos se introdujeron los primeros motores ultrasónicos (USM) para el sistema de enfoque.
A pesar de aquella ruptura (que Nikon nunca hizo), aquella primera EOS tuvo una muy buena acogida convirtiéndose en un éxito de ventas tanto en Japón como en Europa, y consiguiendo varios premios. Y, por supuesto, fue el inicio de toda una generación de cámaras que aprovecharon los fundamentos de este sistema diseñado desde cero para una nueva era totalmente computerizada.
El mismo año de su lanzamiento ya apareció una nueva versión, la Canon EOS 620, y poco después se presentó la EOS 630 que antecedió a la Canon EOS 1, primer modelo de gama alta del sistema que apareció en 1989 y cerraría esta década. Aquella cámara profesional incorporó un sensor AF cuatro veces más sensible que el de la EOS 650 y ofrecía una gran variedad de modos de medición (puntual, central y matricial con medición evaluativa de seis zonas).
1991: Comienza la revolución digital
Es difícil ponerle fecha, pero en el campo de la fotografía podíamos elegir el año 1991 que es cuando se presenta la Kodak DCS 100, primera DSLR (Digital Single Lens Reflex) que se comercializó. Aunque aquel modelo era una Nikon F3 conectada a un sistema externo que incluía un respaldo digital y un disco de almacenamiento de 200 Mbytes donde cabían 156 fotos de una resolución que hoy nos parece irrisoria: 1.3 Mpíxeles.
Por supuesto que todo esto venía de antes, porque aquella no fue la primera cámara digital de la historia (hecho que data de 1975 cuando la propia Kodak creo este primigenio modelo), pero fue en la década de los 90 cuando empezó la revolución digital y la transición desde las cámaras de película química a las digitales auspiciada sobre todo por las ventajas en rapidez e instantaneidad que estas últimas ofrecían a los fotoperiodistas.
Los fabricantes japoneses no se tomaron con mucho entusiasmo este cambio, de hecho fue Kodak la que llevó la iniciativa, pero evidentemente no pudieron hacer otra cosa que adaptarse. Así, aunque les costó empezar, diez años después ya abundarían los modelos digitales en los catálogos de Canon y Nikon.
Por supuesto, durante aquella década ambos sistemas perduraron y las cámaras analógicas aún recibieron novedades interesantes. Por ejemplo, en 1992, Nikon (que en 1988 había cambiado su nombre a Nikon Corporation y presentado el logo que sigue vigente actualmente), lanzó la Nikonos RS underwater AF primera réflex para fotografía submarina que ofrecía sistema autofocus y aún hoy es considerada una cámara mítica.
Por su parte, Canon presentó aquel mismo año la EOS 5 Eye AF, un modelo que inauguró un curioso sistema autofoco denominado Eye Controlled Focus. Este permitía seleccionar uno de los cinco puntos de enfoque disponible simplemente mirando al elegido (aunque también se podía hacer manualmente), una característica que la propia Canon caracteriza como un “sueño” y que mejoró en las posteriores Canon EOS 5QD y EOS 55.
Sólo un año más tarde (1993), apareció otro modelo que no tenía ese curioso sistema AF pero sí marcó una línea importante para la firma nipona. Hablamos de la Canon EOS 500/ Rebel XS/ Kiss (respectivamente en los mercados europeo, americano y japonés), un modelo réflex con un diseño muy reducido y compacto, funcionamiento automático y el rendimiento de un modelo avanzado. Aquella cámara se lanzó como modelo de entrada para usuarios al mundo de las réflex, filosofía que tuvo una excelente acogida y que se mantiene hoy día en las Canon de gama baja.
Además, también es destacable el año 1995 en el que fechamos la primera réflex digital de Canon que fue la EOS DCS 3. Un modelo basado en la EOS 1N, la cámara más pro de la firma en ese momento, y que era más una Kodak que utilizaba un cuerpo Canon, tal y como había hecho con Nikon en la primigenia DCS 100.
Aquel modelo era algo menos antediluviano pero su CCD también era de 1,3 megapíxeles y llevaba un disco duro acoplado a la cámara de 260 Mbytes (capaz de albergar 189 fotografías), aunque es destacable que ya ofreciera una sensibilidad equivalente entre 200 y 1600 ISO.
Por su parte, ese mismo 1995 Nikon lanzó otros dos modelos ya totalmente digitales desarrollados junto a Fuji Photo Film (ahora Fujifilm). Se trataba de las Nikon E2 y E2S, modelos réflex que se diferenciaban principalmente por la velocidad de disparo que eran capaces de ofrecer (de una a tres fotos por segundo) y la incorporación de una memoria interna para guardar las fotos.
Sólo un año después, en 1996, Canon dio otro pasito hacia la era digital con la Canon PowerShot 600, primera compacta digital de la casa que usaba una tarjeta Compact Flash como medio de grabación y que, según la firma, “marcó el inicio de Canon en la era de la cámara digital a gran escala”. Al año siguiente fue Nikon la que lanzó su primera compacta digital, la Coolpix 100, que iniciaría una familia que se mantiene hoy día (aunque su aspecto haya cambiado mucho).
Por cierto que en ese año 1996 la tecnología analógica aplicada a la fotografía dio un último coletazo con el sistema de película APS (Advanced Photo System). Este fue desarrollado conjuntamente por Canon, Kodak, Fuji Photo Film, Minolta y Nikon y utilizaba unos carretes cerrados de película de menor tamaño que el convencional de 35 mm. Aquel sistema ofrecía bastantes ventajas, entre ellas la posibilidad de desarrollar cámaras más compactas (como la Canon IXUS/ ELPH/ IXY original que fue una de las más populares), elegir el formato de la foto o incluir metadatos en la película.
Aquel sistema era un especie de híbrido entre tecnología analógica y digital y estaba pensado para hacer más ligera la transición hacia la nueva era, pero no tuvo gran repercusión. Entre otras cosas porque la revolución era imparable y muchas de las ventajas del APS iban a ser ampliamente superadas por los modelos digitales.
1999: Nikon D1, la primera Pro digital
Aún no había concluido la década cuando Nikon volvió a dar un golpe sobre la mesa presentando su Nikon D1, a la sazón la primera réflex digital profesional que se desarrolló íntegramente en las factorías Nikon. Y se hizo bajo tres premisas: Excelente calidad de imagen, ultra alta velocidad y facilidad de uso. Gracias a ello, pusieron en el mercado una cámara que, según la firma, fue revolucionaria en todos y cada unos de estos aspectos.
El proyecto para crear esta cámara, junto a la compacta Coolpix 900, comenzó en 1996 y supuso un gran esfuerzo de la compañía por dar el salto definitivamente al mundo digital. En concreto, la dirección pidió a sus ingenieros que desarrollaran un modelo en unos tiempos muy ajustados teniendo en cuenta que no poseían mucha experiencia acumulada en tecnología digital (como hemos dicho, sus anteriores cámaras habían sido desarrolladas en conjunción con Kodak y Fuji).
El resultado fue una cámara que efectivamente era revolucionaria y cuyo aspecto se asemejaba mucho a las DSLR profesionales de hoy día. Sus características (sensor de 2,7 Mp, disparo en ráfaga de 4,5 imágenes por segundo y montura F) eran notables en aquel momento, y encima también supuso una importante rebaja de precio (unos 5.000 dólares, dos tercios más barata que los modelos de la competencia) que ayudaría a democratizar el segmento de las réflex digitales.
Por supuesto este modelo tendría respuesta de parte de Canon, pero esta no llegaría hasta cinco años después aproximadamente porque esta firma aún siguió compaginando el lanzamiento de modelos basado en fotografía química con el de los digitales.
Por ejemplo, en 1998 presentaba la Canon EOS 3, un modelo analógico con importantes innovaciones (como un sistema AF de alta velocidad y precisión con 45 puntos controlado por el ojo, y un modo de disparo continuo con AF predictivo de siete fps), y en abril de 2000 la EOS-1V, una nueva vuelta de tuerca en prestaciones respecto a la EOS 1 (que la hizo acreedora de varios premios).
En una escala más básica, en 1999 presentó, la EOS 300/ Kiss III/ Rebel 2000 que, a pesar de ser un modelo para principiantes, incorporaba características muy superiores a las esperadas (como un área AF de siete puntos y medición evaluativa de 35 zonas) en un cuerpo de solo 355 gramos. Así, según Canon, aunque era un modelo de entrada, también era “perfecta para satisfacer a una amplia gama de usuarios, desde principiantes hasta fotógrafos profesionales”, una filosofía que se mantiene intacta hoy día.
Por la parte digital, en 1998 “atacaron” con las EOS D2000 y D6000 aunque la novedad más destacada se produjo ya en el 2000 cuando lanzó la Canon EOS D30 (que tenía una hermana analógica denominada EOS 30/ 7). Este modelo (antecesora de las cámaras de gama media actuales de la casa) rompió la percepción general de que una SLR digital tenía que ser grande y pesada e incorporó novedades que hoy día son un estándar.
Para empezar, fue la primera Canon en montar un sensor CMOS con tecnología propia (hasta entonces todas las cámara llevaban CCD) de 3,25 megapíxeles y filtro de color primario RGB, además de la tecnología de procesamiento de señal digital (DSP) única hasta el momento.
Por supuesto, la cámara estaba altamente automatizada, cumplía con el formato JPEG estándar y también el formato RAW de Canon y las imágenes se guardaban en una tarjeta CompactFlash. La pantalla trasera de 1.8” en color permitía la reproducción inmediata de las imágenes capturadas y también ofrecía información sobre los ajustes de la toma y la representación del histograma. Cosas que hoy nos suenan de lo más común pero que por aquel entonces eran novedosas.
Por cierto que ese mismo año 2000 también se presentó la versión digital de la exitosa Canon Ixus/ Ixy (la compacta del sistema APS) que se denominó (cómo no) Ixy Digital. Este modelo ofrecía un CCD de de 2.11 Mpíxeles en el mismo cuerpo compacto del modelo analógico y fue, siempre según el fabricante, un éxito inmediato, consiguiendo la mejor cuota de mercado en su segmento.
Y ya en 2001 Canon dio la réplica a la Nikon D1 en la categoría más alta con su Canon EOS 1D, su primera réflex digital estrictamente profesional que inauguró la familia EOS 1 que se mantiene hoy día. Aquel modelo estaba diseñado íntegramente por los ingenieros de Canon (como su competencia, los anteriores habían contado con la ayuda de otras firmas) para cumplir las exigencias de fotoperiodistas y fotógrafos deportivos, como un nuevo sensor CCD de 4.15 megapixeles de gran calidad, un cuerpo sellado y resistente y un obturador que prometía hasta 150 mil disparos.
Claro que aquel modelo pronto tendía compañía porque justo un año después apareció la Canon EOS-1Ds, modelo gemelo pensado para retrato, paisajes y fotografía publicitaria y cuya principal novedad fue la incorporación, por primera vez en la historia, de un sensor CMOS de 11,1 Mpíxeles y tamaño full frame. Es decir, con unas medidas equivalentes a las de la película de 35 mm (y sensiblemente mayores que a las habituales en cámaras digitales por entonces), por lo que se conoce también como “formato completo”.
2003: La democratización de las DSLR
Pero si los modelos profesionales han tenido su evidente importancia, por aquello de "tirar del carro" en cuanto a tecnología y demás, como ya habéis visto las cámaras más asequibles seguramente han sido más decisivas y han tenido una influencia mayor en hacer que estas dos marcas se instalasen en el mercado como dominadoras.
Y esto se hace especialmente en el caso de algunos modelos como el que marcaría la historia, ya casi totalmente digital, del mercado de cámaras réflex mundial. Hablamos de 2003 y de la Canon EOS 300D/ EOS Kiss Digital/ Digital Rebel (de nuevo en los mercados europeo/japonés/americano). Si la EOS D30 supuso una primera democratización de las réflex digitales, el empujón definitivo llegó con este modelo que se considera unánimamente como la primera DSLR asequible de la historia.
Y eso que su precio rondaba los mil euros, pero es que aquella cifra era aproximadamente un tercio de lo que costaban las réflex digitales más baratas de entonces. A cambio ofrecía un modelo pequeño y ligero, con un CMOS de 6,3 Mpíxeles y el procesador DIGIC (vigente hoy día en su octava versión), unos controles que facilitaban el manejo y posibilitaban muy buenos resultados para todo tipo de usuarios.
Si habéis estado atentos, recordaréis que hemos hablado de un modelo que también se llamó Kiss, lanzado en 1993 (diez años antes), y cuya filosofía recogió Canon para esta cámara que se convirtió en un superventas. Claro que incluso más importante que su éxito fue la influencia que ha tenido en todos los modelos posteriores de las gamas baja y media de Canon, que han seguido las líneas marcadas por aquel modelo hasta hoy día. Incluso el objetivo que estrenó la 300D, el pequeño y ligero EF-S 18-55 mm f3.5-5.6 USM, se mantiene sin muchas variaciones en la actualidad.
Este segmento, el de las réflex digitales de iniciación, no parecía tener la misma importancia para los responsables de Nikon, ya que no fue “atendido” hasta tiempo después. Esto podría explicar porqué Canon se posicionó como líder del mercado y ha estado por delante en los últimos años. De hecho, sus siguientes lanzamientos fueron más modelos de tipo profesional (la Nikon D1X en 2001, la D2H en 2003, la D2X en 2005…), y sólo una era para un poco menos Pro, la Nikon D100 (presentada en 2002).
Así, no fue hasta 2004 cuando lanzaron una cámara más enfocada a todos los públicos, la Nikon D70 (que aún así estaba destinada a usuarios avanzados y era relativamente grande), y hasta 2005 cuando apareció la D50 que ya sí era un modelo de iniciación. Eso sí, aunque era una cámara bastante pequeña, seguía siendo algo más grande que el modelo de la competencia, una característica que se ha mantenido en el tiempo y que siempre se ha relacionado con la fama de durabilidad de las cámaras Nikon.
Por cierto que entre tantos modelos digitales, Nikon no abandonó a los aún numerosos fotógrafos profesionales que no habían "dado el salto" y presentó en 2004 la Nikon F6, última cámara profesional de película de su catálogo aún a la venta hoy día (junto con la FM10). Por cierto que la que era última cámara analógica de su eterno rival, la Canon EOS 1V dejó de fabricarse hace apenas unos meses.
2005: ¿Full Frame para todos?
La llegada en 2003 de la televisión digital terrestre en alta definición supuso otra pequeña revolución tecnológica que hizo crecer la demanda de productos relacionados con el HD. En el campo de la fotografía esto se tradujo en un creciente interés por las cámaras digitales que volvieran al estándar de película de 35 mm incorporando sensores de formato completo, los cuales sólo se habían utilizado hasta ahora en modelos muy profesionales como la Canon EOS EOS-1Ds.
Así, en 2005 Canon marcó otro hito al presentar la Canon EOS 5D, considerada la primera DSLR full frame “asequible”. Y si lo ponemos entre comillas es porque costaba alrededor de 3500 euros (sólo el cuerpo), una cifra que no estaba al alcance de cualquiera pero sí que rebajaba significativamente (sobre un 50%) el precio a pagar por una cámara con un sensor de este tipo. Además, este modelo abrió un nuevo nicho de mercado que ha tenido bastante desarrollo hasta hoy día.
Por cierto que un año antes Canon había presentado la EOS 20D de gama media, y ese mismo 2005 hizo lo propio con la EOS 350D, la primera sucesora de la primigenia réflex digital “para todos los bolsillos”, que solo un año después ya tenía sustituta con la Canon EOS 400D. Como habéis podido adivinar, ya hemos entrado de lleno en una época en la que el mercado fotográfico definitivamente dejó de ser un sector aparte y se sumó a la forma de actuar de las empresas tecnológicas.
Es decir, a esa política que suele implicar continuos lanzamientos de nuevos productos que renuevan los anteriores, en poco tiempo y con pocos cambios en la mayoría de ocasiones. Y eso que precisamente Canon y Nikon no han sido exagerados en este sentido, incluso se han mantenido bastante conservadores. Y no sólo porque no se han dado tanta prisa en lanzar nuevos modelos, sino también porque les ha costado incorporar novedades tecnológicas que se iban introduciendo en el mercado. Es el caso de novedades como el estabilizador integrado en el cuerpo de la cámara, el live view o el sistema de limpieza ultrasónica del sensor.
Nikon incluso ha sido algo más "tranquila" a la hora de renovar sus modelos, pero aún así nos podemos hacer una idea de cómo tuvo que ir cambiando de mentalidad si os contamos que en 2006 presento nada menos que cuatro cámaras nuevas: las Nikon D2Xs, D200, D80 y D40 para usuarios profesionales, semiprofesionales, entusiastas y novatos (respectivamente), líneas del catálogo que más o menos se han mantenido invariables hasta ahora.
Ninguna de ellas utilizaba un sensor de formato completo, algo que no se incorporó hasta 2007 con la Nikon D3, nuevo estándar profesional de la casa y primera full frame de Nikon con un sensor realizado in house. Porque, y esto es interesante saberlo, mientras que Canon desde el principio de la era digital decidió desarrollar sus propios sensores de captación de imagen, Nikon ha venido utilizando captores fabricados por terceros.
La firma siempre se ha mantenido muy discreta en este sentido pero es sabido que la mayoría de sus cámaras utilizan sensores de Sony, que es el principal fabricante de chips de este tipo del mundo, un dato que también puede haber tenido que ver en su rivalidad con Canon (y que, en principio, parece haberles perjudicado). Sea como fuere, aquella Nikon D3 era un “camarón” cuyo sensor de 12 Mpíxeles era capaz de estirar la sensibilidad hasta los 25,600 ISO, disparar ráfagas de nueve fps y enfocar a través de un sistema con 51 puntos de enfoque.
2008: El vídeo llega a las réflex
Aunque ahora pueda parecer mentira, hace no tanto que las cámaras réflex digitales no tenían la capacidad de grabar vídeo. No fue hasta este 2008 (año en que, por cierto, Canon celebró la fabricación de 50 millones de réflex) cuando la llegada de dos modelos de estas marcas introdujo por fin esta posibilidad.
Curiosamente, nuestras dos protagonistas sí que fueron pioneras en introducir esta tecnología en el ámbito de las réflex, lo que seguramente se explique por la experiencia acumulada en otras áreas de producto desarrolladas por ambas casas, destacando especialmente Canon en el ámbito del vídeo profesional. Sin embargo, les ha costado bastante más pasarse al 4K (algo que apenas han comenzado a hacer en la actualidad).
Pero, volviendo al pasado, fue Nikon la que se adelantó con la primera DSLR capaz de grabar vídeo. Se trataba de la Nikon D90, un modelo para entusiastas que permitía capturar vídeo HD a 720p y 24 imágenes por segundo. Una resolución algo decepcionante que quedó enseguida superada por la Canon EOS 5D Mark II, que grababa vídeo 1080p a 30 fps (es decir resolución Full HD).
Aquella cámara, actualización de la primera DSLR full frame asequible, tuvo un gran éxito y un importante papel en el hecho de que los videógrafos y cineastas comenzaran a elegir este tipo de cámaras para sus producciones, algo que hoy día está muy generalizado. Y es que, a partir de estos modelos, prácticamente todas las nuevas cámaras réflex han incorporado la opción de grabar vídeo (no digamos las sin espejo de las que vamos a hablar más adelante).
Y fueron un montón, porque en la última década (2008-2018) hemos contabilizado el lanzamiento de hasta 29 cámaras Nikon y 32 Canon todas de tipo réflex. Muchos modelos que obviamente no vamos a citar al completo (pero que podéis consultar aquí en el caso de las Canon y aquí en el de las Nikon), que fueron completando un catálogo cada vez más completo, con modelos para todos los niveles y necesidades.
Así, a los segmentos Pro, avanzado, entusiasta y principiante, les empezaron a salir niveles intermedios con cámaras que, en muchas ocasiones aprovechaban componentes (cosas de la producción a gran escala, entendemos) de sus hermanas mayores pero en cuerpos más pequeños y ligeros.
Aún así, las cámaras que “tiraban del resto” eran las de tipo profesional, entre las que hay que destacar la batalla que se produjo en el año 2012, cuando Nikon había anunciado el lanzamiento de dos modelos de gama alta y su oponente se adelantó con la Canon EOS 1DX. Este modelo llegó para hacer sombra a las Nikon D4, nuevo estandarte de la casa para el sector profesional (a pesar de su sensor de “solo” 16 Mp), y en menor medida a la Nikon D800, modelo semiprofesional que ofrecía un impresionante sensor full frame de 36 megapíxeles.
Claro que tampoco podemos olvidar a la Nikon D600, la primera réflex FF “asequible” de Nikon, surgida ese mismo 2012 como respuesta a la Canon EOS 5D. Tardía bien es cierto, porque por entonces aquel modelo ya había sido renovado dos veces. Incluso Canon había presentado la EOS 6D, una nueva vuelta de tuerca al concepto “full frame para el pueblo” un poco más asequible (el cuerpo costaba alrededor de dos mil euros).
Aquel 2012 fue sin duda muy “movidito” porque se juntó la Photokina (la mayor feria de fotografía del mundo que se celebra cada dos años en Colonia) con una razón de peso: Varias novedades previstas para el año anterior tuvieron que retrasarse por culpa de los efectos del terrible terremoto (y posterior tsunami) ocurrido el 11 de marzo de aquel año en el país nipón.
El caso es que todas estas últimas cámaras citadas contaban ya con un sensor FF, dejando claro que este tipo de chips se iban imponiendo en el ámbito profesional y semiprofesional, pero aún quedando lejos de los bolsillos más “terrenales” que se conformaban con las réflex de sensor recortado (en el caso de las Canon y Nikon con formato APS-C). Y mientras tanto, un nuevo tipo de cámaras había irrumpido en el mercado, y aunque Canon y Nikon no fueron ajenos, no parecían demasiado interesados en el asunto…
2008: La irrupción de las sin espejo
Volvemos atrás, concretamente toda una década, que es cuando se presenta el sistema Micro Cuatro Tercios de la mano de Panasonic y Olympus y se inicia una nueva revolución. La que supuso la creación de un nuevo nicho de mercado, el de las cámaras sin espejo, también conocidas como CSC, evil, híbridas o mediante el equivalente en inglés mirrorless.
Se trataba de cámaras digitales que prescindían del típico espejo necesario para el visor réflex, que es sustituido por uno electrónico o bien por la LCD trasera. Esto permite que la distancia entre el sensor y la óptica se reduzca considerablemente, lo que hace que el cuerpo de la cámara y los objetivos puedan ser mucho más pequeños, abriendo la puerta al desarrollo de cámaras notablemente más ligeras y compactas.
Esto al tiempo que mantienen la versatilidad de las réflex, gracias a la posibilidad de intercambiar sus objetivos, y que incorporan la tecnología más avanzada en cuanto a imagen digital (como el estabilizador o la limpieza del sensor que ya hemos mencionado), con características que incluso superan a las “grandotas” DSLR.
Como era de esperar pronto empezaron a presentarse los nuevos modelos de “cámaras compactas de objetivos intercambiables”, llevándose el honor de ser la primera Panasonic con su Lumix G1, un modelo que más apostar por un tamaño muy reducido era una especie de réflex en miniatura. Este tipo de cámaras con el tiempo ha ido creciendo en popularidad para rivalizar con las réflex digitales tradicionales, hasta el punto de ser denominadas como "DSLR killers".
Por su parte, el otro socio principal del proyecto hizo lo propio con la Olympus E-P1, que por el contrario apostaba por un tamaño muy, muy pequeño, sin visor y con una gama de objetivos de tamaño igualmente reducido para crear un conjunto de lo más portable, pero que ofreciera versatilidad y calidad de imagen.
En poco tiempo marcas como Leica (socio de Panasonic), Samsung, Sony, Pentax y Fujifilm (entre otras) se sumarían a esta filosofía de cámaras, aunque casi todas lo harían con sus propios sistemas, fuera del estándar Micro Cuatro Tercios. Así, en su mayoría eligieron sensores más grandes (como los APS-C que usaban muchas réflex) que los de las cámaras de Panasonic y Olympus, ya que el del tamaño es sin duda su principal talón de Aquiles.
De cualquier manera, la acogida de estas pequeñas cámaras fue muy buena, y rápidamente se empezó a hablar del fin de las réflex; Sin embargo, las ventas no fueron acordes, sobre todo en los mercados europeo y norteamericano (no así en el japonés), donde no ha sido hasta pasada una década cuando han empezado a despuntar. Todo dentro de una evolución en el mercado de la fotografía caracterizada por la irrupción de los smartphones, cuyas cámaras cada vez más capaces han hecho que las ventas de cámaras compactas bajaran muchísimo.
Así, durante unos años las réflex se fueron manteniendo estables mientras que las nuevas sin espejo iban creciendo poco a poco, de manera lenta pero firme. Actualmente, las compactas siguen a la baja y a ellas se han sumado las DSLR, siendo las mirrorless el único sector que crece dentro del mercado fotográfico. En buena parte porque ahora mismo son la alternativa principal para todo aquel que quiera dar un salto de calidad desde el móvil a una “cámara de verdad”.
Y por supuesto en todo este escenario ha tenido bastante influencia la actitud de Canon y Nikon ante la llegada de las sin espejo. Desde los medios de comunicación siempre se ha dicho que no se tomaron muy en serio este tipo de cámaras, y desde luego sí que podemos decir que no pusieron mucho entusiasmo. Tanto una como la otra, siendo líderes del mercado réflex, se tomaron la competencia de las pequeñas cámaras con cierto escepticismo y se resistieron bastante a sumarse a la nueva moda, algo que finalmente parece haberles pasado factura.
La primera en reaccionar fue, una vez más, Nikon que en 2011 presentó su sistema Nikon 1 y las cámaras Nikon J1 y V1 que se caracterizaban sobre todo por la elección de un sensor con un tamaño muy pequeño (13,2 x 8,8 mm), incluso por debajo de los montados en el sistema Micro Cuatro Tercios.
Por su parte, Canon esperó un año (2012) más para presentar su apuesta materializada en la Canon EOS M, primer modelo de un nuevo sistema que mantenía la compatibilidad con los objetivos Canon EF y EF-S de la casa a través de un adaptador. Pero, sin duda, la principal novedad fue la elección de un sensor de tamaño APS-C, el más grande de los que hasta la fecha se había usado en este tipo de cámaras, y mucho mayor que sus equivalentes de Nikon.
Como era previsible, tras estos primeros lanzamientos llegaron más modelos que fueron renovando los iniciales: Nikon fue presentando las J2 y V2, luego las J3 y V3, y más tarde las J4 y J5. Entre medias también lanzaron la sellada Nikon AW1 y las S1 y S2 que eran cámaras de bajo coste destinadas al gran público. Por su parte, Canon renovó su primera cámara con la EOS M2 y luego llegaron las M3, M10 (que inauguraba un escalón inferior), M5, M6, M100 y M50.
Pero todas ellas seguían la misma filosofía, con el mismo tipo de sensor, y unas características que difícilmente competían con los modelos réflex que ambas siguieron lanzando, en una clara señal de que no querían quitar ventas a las cámaras que les reportaban más beneficios. Además, las características de sus CSC difícilmente superaban a los modelos de la competencia, mucho más volcados en este tipo de cámaras y centrados en mejorarlas poco a poco y en “seducir al público”.
El resultado es que en general estas cámaras no tuvieron una gran aceptación. En el caso de Nikon podemos decir que durante bastante tiempo fue una línea de cámaras olvidada en un cajón; En el de Canon la cosa no fue muy distinta hasta hace pocos años, cuando por fin parecieron tomarse en serio este sector y empezar a sacar modelos más interesantes como la EOS M5.
La razón muy probablemente esté en la lenta pero segura implantación de las sin espejo y en la irrupción de un tipo de modelos en concreto que cambió el panorama allá por 2013. Hablamos de la presentación de las Sony A7 y A7R, primeros modelos sin espejo con sensor de formato completo. Este tipo de cámaras suponían la apertura de una nueva línea de cámaras diseñadas para los fotógrafos profesionales que, por fin, tenían en su mano la posibilidad de optar por unos equipos más compactos pero con sensores de altísima resolución.
Ciertamente el hecho de incorporar un sensor de semejante tamaño hace que la reducción en las dimensiones físicas de estas CSC no sea tan grande (sobre todo por el tamaño de las ópticas), pero aún así la diferencia respecto a los equipos que suelen llevar los profesionales es importante. Además, el trabajo de Sony para mejorar los modelos de este tipo (y dotarlos de un completo sistema de objetivos y accesorios) ha dado sus frutos y desde hace algún tiempo ya son una seria amenaza para Canon y Nikon, hasta ahora líderes indiscutibles del mercado de cámaras con sensor FF y que por fin parecen haberle “visto las orejas al lobo”.
2018-2020: Todo cambia, una vez más
Y así llegamos a los dos últimos años cuando, como ya hemos dicho, las réflex siguen siendo una parte importante del mercado fotográfico pero en claro descenso de ventas ante el auge de las sin espejo; sector en el que hay competidores (Fujifilm, Olympus, Panasonic y Sony, básicamente) que ya tienen un sólido bagaje y se han consolidado en el mercado.
Así las cosas, entre el 2018 y el 2020 se ha producido el comienzo de un nuevo panorama, con un mercado fotográfico renovado por la irrupción de las nuevas propuestas de Canon y Nikon en el ámbito de las sin espejo de formato completo (además de algún otro actor más o menos "inesperado" como Panasonic).
Porque no cabe duda que la presentación de (por orden cronológico) las nuevas Nikon Z6 y Z7 y la Canon EOS R, con sus correpondientes nuevas monturas (Nikon Z y Canon RF) marcan un punto de inflexión en esta historia que venimos contando. El inicio de un nuevo e interesante episodio, similar (en principio) al que se abrió con la presentación de la Nikon F1 o el sistema Canon EOS.
Y es que el aterrizaje de estos dos “gigantes” en el campo de las cámaras sin espejo de formato completo es la confirmación que faltaba de que las mirrorless son el futuro inmediato en fotografía; pero también un reto mayúsculo: el de demostrar que han sabido ponerse al día, que no se han quedado atrás en innovación y son capaces de seguir en lo más alto, ofreciendo a sus usuarios lo que reclaman en un contexto bastante más complicado que unos años atrás.
Por ello, aunque estos modelos tuvieron una buena acogida (al menos según los responsables de sus marcas), muy pronto se empezó a hablar de la necesidad de lanzar nuevas versiones con mayor resolución y/o velocidad para poder hacer frente a las exigencias de los profesionales. Y es que estas tres primeras mirrorless full frame de Canon y Nikon fueron un buen comienzo, pero pronto quedó claro que la competencia aún les sacaba terreno en este ámbito.
De cualquier manera, desde que se presentaron las nuevas EOS R y Nikon Z este tipo de modelos se situaron en lo más alto atrayendo todas las miradas, pero ¿qué pasa con el resto de cámaras? Pues ambas marcas han seguido desarrollando otras líneas, pero ciertamente lo han hecho de forma bastante tímida.
Por ejemplo, aunque no podemos decir que se hayan olvidado a las “otras” sin espejo, las de sensor recortado, sí es cierto que no han sido su principal preferencia. En el caso de Canon lo cierto es que parece haber dejado “aparcada” su familia M de sensor APS-C, con sólo un par de lanzamientos, las Canon EOS M6 Mark II y EOS M200, que básicamente eran renovaciones sin grandes novedades.
Más importancia quizá le ha dado Nikon porque, después de haberse lanzado al formato completo en el campo de las mirrorless, por fin se decidieron a desarrollar su primera sin espejo con sensor APS-C (aunque usando la misma montura de las Z), la Nikon Z50. Un modelo que, probablemente, sea la primera de una familia, ya veremos si exitosa, una vez que parece haber quedado claro que ambas marcas apuestan definitivamente por los sistemas CSC para contrarrestar la decadencia de las réflex.
Cambiando de tercio, por supuesto ni Canon ni Nikon han dejado de atender a sus usuarios de réflex; pero ciertamente los modelos presentados estos dos últimos años han sido casi testimoniales. Por parte de Canon primero llegó la Canon EOS 90D, un modelo con sensor APS-C para usuarios entusiastas, muy orientada por parte de la firma a fotógrafos de naturaleza y deportes, y más tarde la Canon EOS 850D, con el mismo tipo de sensor y dirigida a un público un poco menos avanzado que la anterior.
Por su parte, Nikon anunció la Nikon D3500, un modelo APS-C sencillo para todo tipo de públicos, y la D780, una réflex de formato completo para entusiastas y semiprofesionales.
Hemos dejado aparte dos modelos que merecen comentario especial. En estos dos últimos años ambas marcas han presentado las que, en otros tiempos, hubieran sido sus referencias más deseadas: primero fue Nikon quien, contra todo pronóstico, anunció que estaba desarrollando la Nikon D6, la renovación de su famosa saga de cámaras de formato completo para fotógrafos profesionales. Un modelo que algunos pensaban acabaría en el olvido, sustituida por una CSC FF de mayor rango que la Nikon Z7.
Por supuesto la respuesta no podía hacerse esperar, así que poco tiempo después su eterno rival presentaba su propia apuesta, la Canon EOS-1D X Mark III, otro modelo destinado a ser la herramienta ideal para los fotógrafos profesionales de naturaleza o deportes y que se presentó como una cámara que mezclaba lo mejor del mundo réflex y sin espejo.
El lanzamiento de ambos modelos en este contexto que hemos comentado (de decadencia de las réflex) no es casual, y tiene mucho que ver con los Juegos Olímpicos de Tokio que debían haberse celebrado el pasado verano de 2020. Una competición que ha venido siendo un escaparate de las marcas fotográficas y cuya cancelación ha sido otra piedra en el camino que ha ayudado a eclipsar el lanzamiento de estas dos “auténticas bestias”.
Y en éstas llegó el COVID-19
No sabemos hasta qué punto acabará influyendo en el sector de la fotografía, pero sin duda ya está teniendo efectos muy claros en forma de caída de ventas que, incluso, han sido la puntilla para que un clásico del sector, Olympus, decidiera abandonar el negocio.
Pero, a pesar de todo lo ocurrido alrededor de la pandemia del coronavirus, del largo confinamiento y de que la economía haya estado semiparada, las marcas de fotografía no se ha detenido en 2020, y por supuesto Canon y Nikon no han sido una excepción; de hecho podemos decir que de un modo u otro “se han puesto las pilas” (ya veremos con qué resultados).
Y es que, tal y como apuntábamos en el anterior epígrafe, prácticamente desde el principio se pidió la evolución de las Canon EOS R y Nikon Z y parece que ambos han escuchado las peticiones. Ya en 2019 hubo un primer movimiento de Canon presentando la Canon EOS RP, (aunque este era un paso más bien hacia atrás al ser un modelo más pequeño y sencillo, como gama de entrada) y además desde el principio se han esmerado en desarrollar un amplio sistema de lentes para este formato (es posible usar las de réflex pero con adaptador).
Sin embargo, fue en febrero de 2020 Canon dio “un golpe sobre la mesa” al anunciar un nuevo modelo, denominado EOS R5, que prometía situarse en lo más alto, ofreciendo gran velocidad, alta resolución, estabilizador integrado en el cuerpo y vídeo 8K para plantar cara de una vez a la competencia.
Aquel modelo finalmente acabó desdoblándose en dos cámaras, las Canon EOS R5 y R6, diseñadas para satisfacer dos tipos de usuarios pero con la mirada puesta en el ámbito profesional, tal y como se demandaba por parte de la comunidad de usuarios.
Tal y como han podido comprobar nuestros compañeros de Xataka Foto, tanto la Canon EOS R5 como la EOS R6 parecen haber logrado su propósito, volver a situar a Canon en lo más alto, pero (sobre todo la primera) también han sido fuente de todo tipo de comentarios por sus problemas de sobrecalentamiento.
¿Y la respuesta de Nikon? Pues durante la mayor parte de 2020 no tuvimos noticias de que las Z6 y Z7 fueran a evolucionar, pero justo hace unos días se acaba de anunciar su presentación. Aunque en el momento de escribir estas líneas no se conocía nada sobre las nuevas Nikon Z7 II y Z6 II, esperamos que estos nuevos modelos hayan evolucionado lo suficiente para plantar cara al enemigo, aunque éste ya no sea Canon exclusivamente.
Eso sí, mientras se esperaba un modelo más potente, Nikon hizo justo lo contrario, presentar una cámara más sencilla y económica pensada como entrada al ámbito de las CSC full frame. Hablamos de la Nikon Z5, un modelo muy interesante, entre otras cosas, porque se acerca mucho a la Z6 y hace pensar en que la Z6 II debería ser un paso adelante importante.
De todos modos, este modelo no ha hecho sino apuntarse a otra tendencia que hemos visto nacer prácticamente desde la pandemia: la de las sin espejo full frame de formato compacto más pequeñas, sencillas o asequibles (según casos), pensadas en cualquier caso para un espectro más amplio de usuarios. Aquí estaría la Nikon Z5 y también la Canon EOS RP, pero también modelos de la competencia como la Panasonic Lumix S5 y la Sony A7C.
Luego ¿cúal es mejor?
Por supuesto no podíamos acabar sin responder a esa cuestión que nos ronda desde el comienzo. Esa pregunta tan habitual en futuros compradores que quieren asegurarse un equipo de confianza. Y la respuesta, aunque quizá no sea lo que esperabais, es sencilla: ninguna de las dos.
Porque en el actual panorama ya no podemos decir que Canon y Nikon llevan la voz cantante. Puede que entre muchos posibles usuarios, sobre todo los menos duchos en la materia, siga muy instalada la rivalidad entre ambas marcas, pero lo cierto es que hace ya tiempo que estos dos colosos dejaron de liderar el mercado en lo que se refiere a innovación en el campo de la fotografía.
La aparición de las sin espejo y el conservadurismo del que han hecho gala estos últimos años ambas marcas, ha influido en este cambio de panorama. Aunque también es cierto que su prestigio sigue siendo muy grande, que tienen un bagaje de sobra y una enorme base de usuarios, Por eso, si ofrecen facilidades a los que ya tienen alguna Canon o Nikon (como la compatibilidad con objetivos antiguos) seguro que puede influir para que decidan no cambiar de marca, y sigan con ellas aunque acaben dejando de lado sus queridas réflex.
Sin embargo, aunque durante años ambas se hayan disputado el trono de la fotografía... ¿es posible decir que una sea mejor que la otra? En la era analógica Nikon, que llegó antes, parece que iba un poco por delante, pero desde 1987 (con el cambio de montura que les permitió avanzar tecnológicamente) y a partir de la transición al digital, Canon fue poco a poco poniéndose por delante y comenzó a liderar el mercado, sobre todo destacando en la parte baja (con las cámaras para iniciados) y también en el ámbito de la fotografía profesional.
¿Significa esto algo? Desde luego que no. Que ambas marcas hayan estado ahí durante tantos años, en lo más alto del mercado de fotografía, implica que sus productos son de lo mejor que se puede comprar. Se han ganado la fama de calidad, pero no se puede vivir solo de la fama, y eso en parte es lo que ha ocurrido en los últimos años.
Además, no se puede decir que una cámara cualquiera de una de ellas sea mejor que la otra. Como hemos visto, a lo largo de su historia y con los distintos lanzamientos, han ido poniendo en el mercado cámaras con mayor o menor acierto, de modo que en un momento concreto se podría decir que la "Canon X" era mejor o peor que la "Nikon Y" pero, en general, no podríamos decir tal cosa.
Porque ¿realmente piensas que no se puede hacer una misma foto con un modelo (similar) de una y otra marca? Por eso, a la hora de elegir, lo determinante debería ser informarse del modelo en concreto que estamos sopesando y mirar bien sus características, ya que es importante elegir un modelo adecuado a nuestras posibilidades, necesidades y conocimientos.
En cuestión de gustos estéticos no nos vamos a meter, pero sí estás valorando comprarte una de sus cámaras nuestra mejor recomendación es que vayas a una tienda (especializada si puede ser) donde puedas coger con tus manos los modelos que te gusten y ver qué sensaciones te transmiten. Por tradición (tal y como os hemos contado), las Nikon siempre han sido más grandes y pesadas, aportando una sensación de robustez mayor que las Canon, que normalmente han optado por la ligereza (sobre todo si pensamos en modelos de entrada).
Finalmente, a la hora de la decisión final, no deberías olvidarte que “hay vida más allá” de Canon y Nikon. Porque, si has leído atentamente, no se puede decir que ahora mismo el monopolio de estas firmas sea tan fuerte como años atrás, ni tampoco que no tengan competencia. Muy al contrario, la llegada de las sin espejo supuso que varias marcas les adelantaran por la derecha, con propuestas muy interesantes a las que Canon y Nikon no han podido (o no han querido) responder. ¿El futuro? Está por ver, aunque el más inmediato se presenta sin duda interesante.
Fuentes | Canon History, Canon Camera Museum, Nikon History, Wikipedia, Canon España y Nikon España
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La noticia Canon vs Nikon: La historia de una rivalidad legendaria en el mundo de la fotografía fue publicada originalmente en Xataka por Óscar Condés .
Fuente: Xataka
Enlace: Canon vs Nikon: La historia de una rivalidad legendaria en el mundo de la fotografía
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