No tienen la mejor pinta del mundo, pero estos tomates quieren revolucionar la forma en la que combatimos el Parkinson en gran parte del mundo
Esto es curioso. Hace 49.000 años, en la cueva asturiana de El Sidrón , las comunidades neandertales ya usaban de forma habitual la corteza del álamo, una fuente natural de ácido salicílico (el principio sedante de la aspirina), y el Penicillium , un hongo con propiedades antibióticas. Hace 49.000 años. Y digo que es curioso porque hace tanto tiempo, por puro ensayo y error, este puñado de homínidos fueron capaces de identificar las plantas que les hacían bien. Desde entonces, hemos dedicado buena parte de nuestros esfuerzos a buscar más álamos y más hongos; a encontrar en la naturaleza lo que necesitábamos para cada momento. Por eso siempre me ha parecido que uno de los saltos más importantes de estos 50.000 años es que ya no hace falta salir a buscar lo que hay en el mundo vegetal ; ahora podemos poner lo que necesitamos en él. Un buen ejemplo son los tomates que el Centro John Innes, en Reino Unido, acaba de presentar en sociedad . Recetar tomates, arroz y plátanos dorados