Oda a la tinta electrónica
Las pantallas nos rodean. Lo hacen además con una tecnología cada vez más alucinante. Las Smart TV nos atrapan con paneles OLED de todo tipo, los móviles nos asombran con sus nuevas pantallas con tasas de refresco estupendas y los monitores de ordenador nos envuelven con curvas imposibles.
Hay una tecnología que se ha quedado un poco atrás, no obstante. La tinta electrónica es probablemente la gran olvidada en un mundo que haría bien en no dejarla de lado. Es cierto que sigue siendo absoluta protagonista en lectores de libros electrónicos, pero su evolución es mucho menos notable. Eso no importa, porque a pesar de todo y de todos, hay productos que demuestran que la tinta electrónica es (o puede llegar a ser) fantástica.
Cuando un móvil llamado Yotaphone me enseñó el un futuro
Soy usuario de un lector de libros electrónicos desde hace unos años, pero antes incluso de serlo tuve la oportunidad de toquetear un producto sorprendente. Se trataba del Yotaphone 2, un smartphone que contaba con doble pantalla: por un lado era un móvil "normal", pero por el otro contaba —como su predecesor— con una pantalla de tinta electrónica.
Aquella idea me capturó. Teniendo en cuenta que cada vez leía más en el móvil —eso ya lo conté— contar con un dispositivo que pudiera usar de forma mixta aprovechando esa tecnología para leer me parecía fantástico.
Lamentablemente, las sombras de aquel producto eran superiores a sus luces. Los Yotaphone acabaron siendo abandonados y su éxito fue muy limitado: el Financial Times afirmaba que solo se habían vendido 75.000 unidades de los dos primeros. El prometido Yotaphone 3 ni siquiera llegó a salir de China.
Una tecnología que parece estar maldita
Y sin embargo la idea parecía genial. Como tantas otras que hemos visto en multitud de dispositivos, de hecho. La tinta electrónica parece tener alguna especie de maldición sobre sus hombros (o píxeles), porque salvo por los lectores de libros electrónicos, jamás ha logrado a cuajar en ningún otro formato.
Hay muchos ejemplos de productos que aprovecharon las virtudes de la tinta electrónica pero por una u otra razón nunca llegaron al mercado. Por ejemplo el Sony FES Watch, un reloj inteligente que aprovechaba esa tecnología y que de hecho tuvo un sucesor, el FES Watch U.
No fue desde luego el primero en intentarlo en ese segmento, y precisamente es difícil hablar del Pebble como producto poco exitoso: fue el reloj inteligente que detonó todo el fenómeno de los relojes inteligentes, y lo hizo con una pantalla de tinta electrónica.
Luego aparecerían otras variantes, pero lamentablemente Pebble no fue capaz de mantener su éxito e interés y desapareció del mercado a manos de Fitbit, que acabó comprándola por 35 (míseros) millones de dólares para luego matarla definitivamente.
Tampoco han tenido demasiada suerte de momento los dispositivos que comienzan a ofrecer la que se considera la gran revolución en esta tecnología: el soporte del color. Hay desde luego avances como el que plantea la nueva tecnología de E-Ink, pero los primeros dispositivos que han llegado al mercado no han acabado de tener demasiado éxito.
Aparte de esos dispositivos, ha habido un sinfín de intentos de implantar en esta tecnología en manillares de bicis, relojes de pared, teclados, más teclados, partituras para músicos, paneles para paradas de autobuses o carteles publicitarios en camiones. Ideas más o menos ingeniosas que en la mayoría de los casos se han quedado en eso.
A pesar de la maldición, hay quien sigue intentándolo
A pesar de esa aparente maldición, hay quien lo sigue intentando. El último gran representante de esa ambición es Lenovo, que en uno de sus últimos portátiles, el ThinkBook Plus 2 i, ofrece ese concepto del Yotaphone pero adaptado a este convertible, que tiene una pantalla "normal" y luego una trasera de tinta electrónica y gran formato. Antes lo intentaron con el llamativo Yoga Book C930, pero sin demasiado éxito.
Antes de ese lanzamiento hemos visto también productos llamativos como el Freewrite Traveler, una máquina de escribir digital cuya pantalla también hace uso de la tinta electrónica para evitar distracciones al escritor. El concepto es una vez singular, aunque la pantalla de 121 x 70 mm es pequeña para los cánones actuales.
En el terreno de la movilidad puede que no tengamos ya a Yotaphone, pero el recién presentado HiSense A7 5G es especialmente notable por su conectividad 5G y por hacer uso exclusivo de una pantalla de tinta electrónica de 6,7 pulgadas. No es un smartphone pensado para jugar o ver contenidos en vídeo, pero puede ser muy interesante para aquellos que sobre todo lean en sus móviles.
Hay quien lo está intentando desde el ámbito de la financiación colectiva. El ejemplo lo tenemos en Inkplate 10, una pantalla de papel electrónico "reciclado" de 9,7 pulgadas —que ya tenía una versión de 6 pulgadas— especialmente destinada a ser usada con Arduino y que invita a los makers a aprovechar esta tecnología.Waveshare ofrece algo similar con una pantalla de 7,5 pulgadas preparada para las Raspberry Pi.
Mucho más ambicioso es el monitor de tinta electrónica de Dasung. El Paperlike 253 (por su diagonal de 25,3 pulgadas) es una fantástica promesa de lo que quizás esté por venir, y que de hecho muchos lectores se preguntaran: ¿por qué nadie hace un monitor de tinta electrónica? Lo cierto es que hace tiempo que se han tratado de desarrollar este tipo de dispositivos, pero su alcance y prestaciones no han permitido que cuajasen.
El último ejemplo del potencial de este dispositivos es uno al que hemos podido acceder recientemente en Xataka. Se trata del reMarkable 2, una tableta con pantalla de tinta electrónica que invita a leer, pero sobre todo a tomar notas con su stylus y sus excelentes prestaciones en este ámbito.
El problema es (probablemente) el refresco
Todos los productos basados en la tinta electrónica tienen ventajas claras: su representación de las tipografías es espectacular en precisión y además son mucho menos agresivos para nuestros ojos. No solo eso: la eficiencia de esta tecnología no tiene parangón, y la autonomía de un lector de libros electrónicos no se mide en horas, sino en días o incluso en semanas.
Frente a todas esas virtudes hay una baza fundamental que impide su aplicación a otros ámbitos. No es el color: esa barrera parece comenzar a superarse poco a poco. Lo que creo que representa el mayor obstáculo para estas pantallas es su tasa de refresco, que hace que su utilización sea inadecuada (por no decir otra cosa) para contenidos de vídeo e incómoda para pensar en ellos como soluciones de productividad.
Lo vemos cuando usamos uno de los navegadores que están disponibles para los lectores de libros electrónicos actuales. No fueron pensados para eso, pero tanto los Kindle como los Kobo (por ejemplo) cuentan con navegadores de internet que permiten navegar por internet. La experiencia, si la habéis probado, agota la paciencia de cualquiera, y usar estas herramientas resulta bastante tortuoso por los tiempos de espera y de respuesta que imponen este tipo de escenarios.
Hay quien parece haber demostrado que mejorar esas tasas de refresco en pantallas de tinta electrónica es posible, pero también parece estar claro que si E Ink —absoluta dominadora del mercado— no ha logrado aún dar con la tecla es por algo.
Solo espero que lo logren y de que por fin alguien fabrique un monitor 4K a 30 Hz (ni siquiera 60) de tinta electrónica. Como segundo monitor para trabajar tendrían un candidato para su compra aquí mismo.
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La noticia Oda a la tinta electrónica fue publicada originalmente en Xataka por Javier Pastor .
Fuente: Xataka
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