Cuando 'Resident Evil' decidió que la mejor ubicación para su historia era un pueblo de Teruel
Una semana después de su lanzamiento, muchos de los comentarios acerca de la octava entrega de 'Resident Evil' están centrándose en un par de aspectos: por una parte su ambientación en una aldea europea, una especie de hub lineal desde donde parten todos sus escenarios , como el infausto castillo de Lady Dimitrescu y sus hijas. Por otra, la reorientación de su mecánica hacia la acción desenfrenada, elemento que nunca ha sido ajeno a la serie, pero que en esta entrega se potencia con oleadas de enemigos muy resistentes y abundancia de munición y armamento. Con semejantes características como abanderadas de las discusiones, es inevitable volver una y otra vez a las comparaciones con 'Resident Evil 4', la entrega de la saga de 2005 que dio un giro, allí por primera vez, hacia la mecánica de disparos por encima de cualquier otra consideración. Un giro que lo convirtió en uno de los títulos icónicos de la saga, y también en uno de los más influyentes. En Xataka