Cinco días perdidos en la oscuridad blanca: la "gran niebla" de Londres que mató a 12.000 personas
«Estas nieblas espesas, casi sólidas, que se comen a los autobuses precedidos por un hombre de a pie con un hachón de resina en la mano; que apagan el sonido; que obligan a los "cines" a anunciar al público que "la visibilidad de la pantalla no pasa de la cuarta fila"; que suspende, como ocurrió el 8 de diciembre último una representación de La Traviata por laringitis súbita del tenor y de las dos sopranos y porque los coros no alcanzaban a divisar la batuta del maestro; que entra también en las casas y en los pulmones; que ensucia los muebles y ennegrece las ropas y la saliva, que se pega a los vidrios, a las cortinas y a los cuadros , es el azote de los cardíacos, de los asmáticos y de los que tienen los bronquios en la miseria y mueren. Mueren sin asistencia, en ocasiones, porque el médico no puede llegar a tiempo a través de "la manta" que reduce el horizonte a dos yardas». Esas palabras son del corresponsal de ABC en Londres en 1952 y aún