Durante la Guerra Fría, un remoto aeropuerto de Alaska se convirtió en un gran enlace internacional. Ahora ha vuelto
Visto en el mapa Anchorage parece una localidad perdida de Alaska, situada en la costa oeste de Estados Unidos. Aunque es la ciudad más poblada del estado, no llega a los 300.000 habitantes y en invierno es fácil que el termómetro baje de los 10 ºC durante el día. A pesar de eso y de su ubicación remota, durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX su aeropuerto, el hoy conocido como Ted Stevens Anchorage International Airport, jugó un papel fundamental a nivel mundial, con un intenso tráfico de viajeros entre Asia, Europa y EEUU. En la década de los 90 perdió ese rango; pero ahora, en pleno siglo XXI, parece a punto recuperarlo. Y todo gracias a la guerra de Ucrania.
¿Por qué? Pues por la misma razón por la que fue tan importante en los 70 y 80: porque ofrece un rodeo ideal para los aviones que quieren evitar el espacio aéreo ruso. En el siglo XX los cielos de Moscú y el resto de la federación estaban vetados por las autoridades de la URSS; hoy, por Vladimir Putin, enfrascado en la guerra de Ucrania y confrontado con las autoridades de Occidente.
En el momento y lugar adecuados
El aeropuerto de Anchorage se inauguró en 1953 y en muy poco tiempo empezó a captar tráfico comercial entre Europa y Asia. En los años 60, después de que Canadá se transformase en el estado 49º de EEUU, había reforzado tanto su peso estratégico que se convirtió en la "encrucijada aérea del mundo" y era escala habitual de siete grandes aerolíneas que conectaban Europa, Asia y el este de Estados Unidos. Creció el negocio de los jets privados, se ampliaron sus pistas, se abrió una nueva terminal... ¿Por qué? En parte por el negocio del petróleo de North Slope y el oleoducto trans-Alaska; pero también, y en gran medida, por su situación geográfica y el contexto internacional.
Como destaca el propio Gobierno de Alaska, Anchorage está a nueve horas y media del 90% del mundo industrial y en una ubicación estratégica para los aviones que deban volar entre metrópolis como Los Ángeles, Nueva York o Londres y Tokio o Hong Kong. Para aviones con una autonomía menor que los que manejamos hoy esa ventaja resultaba crucial. En la segunda mitad del siglo XX había además otro factor fundamental como telón de fondo: la Guerra Fría, que llevaba a muchas aerolíneas a evitar el espacio aéreo de la URSS en sus vuelos entre Asia y Europa.
Aquella época dorada no duró demasiado. En 1989 la URSS desbloqueó su espacio aéreo y las aerolíneas redibujaron el mapa de las rutas internacionales. El cambio no marcó el fin del aeropuerto de Anchorage, que vio cómo los operadores de carga aérea aumentaban sus bases y crecía el tráfico local; pero sí asestó un severo varapalo al flujo de pasajeros de largo radio. Influía el contexto global, pero también que los propios aviones empezasen a ofrecer mayor autonomía y necesitasen menos paradas para repostar. En el 94, tras sufrir un pinchazo de demanda, Anchorage tocó fondo.
Alaska’s Anchorage Airport is starting to receive inquiries from airlines as international routes prepare for disruption, per reuters.
— Alex Macheras (@AlexInAir) February 25, 2022
Anchorage was the refueling stopover for flights during Cold War, when most airlines were banned from Russian airspace on Europe-Asia flights👇🏽 pic.twitter.com/vScjRDeQ34
Anchorage mueve aproximadamente cinco millones de pasajeros al año —en 2021, aún con la resaca de la pandemia, registró 4,5 millones— y registra una importa actividad de carga, lo que lo convirtió de hecho en uno de los más importantes de todo Estados Unidos en ese tipo de tráfico durante la crisis sanitaria. Ahora podría recuperar también su peso a nivel internacional.
La guerra que Rusia y Ucrania libran sobre el barro y asfalto tiene su efecto en los cielos. A finales de febrero el Kremlin decidió cerrar su espacio aéreo a los vuelos operados por aerolíneas de 36 países, incluidos todos los que integran la UE y Canadá. La medida la adoptó después de que esos mismos estados vetasen a su vez las operaciones de compañías y naves registradas en Rusia. La semana pasada EEUU se sumaba a ese escenario y prohibía también a las aeronaves de la federación.
A día de hoy un simple vistazo a Flightradar permite comprobar cómo hay un enorme vacío de operaciones sobre Ucrania y Rusia. ¿Cómo afecta eso a Anchorage? Pues por lo pronto ha vuelto a dar visibilidad internacional a su terminal. Antes incluso de que estallase la guerra Reuters publicaba cómo se estaba "resucitando la perspectiva de la Guerra Fría" de que aviones europeos con destino Asia tengan que hacer una parada técnica en Alaska. Los responsables de la terminal aseguraban la semana pasada a Alaska News Source que ninguna aerolínea se había puesto en contacto con ellos, pero los funcionarios sí reconocen que las compañías han tanteado a los operadores de tierra.
Según detalla Alaska News, las aerolíneas se han interesado por la viabilidad de realizar escalas en sus pistas. "Estamos estudiando la posibilidad de reunirnos con nuestros inquilinos, lo que incluye a los servicios de asistencia en tierra y los proveedores de combustible y productos químicos para el deshielo, para asegurarnos de que, en caso de que se produzcan vuelos adicionales, se pueda hacer frente a la situación", explicaba la directora comercial del Ted Stevens Anchorage, Trudy Wassel: "Las conversaciones se están llevando a cabo; pero no se ha confirmado nada por el momento".
Igual que el miedo a una catástrofe nuclear o el fantasma bélico en Europa, la contienda de Ucrania podría recuperar otro recuerdo de la Guerra Fría: el esplendor pasado de Anchorage.
Imagen de portada | Joseph (Flickr)
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La noticia Durante la Guerra Fría, un remoto aeropuerto de Alaska se convirtió en un gran enlace internacional. Ahora ha vuelto fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .
Fuente: Xataka
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