Cables de fibra óptica para tomar el pulso a volcanes, seísmos y glaciares: así le sacan partido los expertos para crear sensores de bajo coste
Hace algo más de tres años un grupo de investigadores de Estados Unidos decidió sacar partido extra a un tramo de unos veinte kilómetros de cable de fibra óptica que llevaba una década sumergido en el fondo de la Bahía de Monterey, en California. Además de su función habitual como transmisor de datos —en concreto enlazaba un nodo de recolección de información y un laboratorio californiano— decidieron usarlo para a modo de sismómetro de alta sensibilidad . Durante cuatro días aprovecharon el tendido y su enorme susceptibilidad a cuanto sucedía en su alrededor para crear el equivalente — aseguraron desde la Universidad de Berkeley — a alrededor de 10.000 sensores de movimiento virtuales. Resultado: detectaron un terremoto de 3,4 grados cerca de Gilroy, en California, y aumentaron su conocimiento del sistema de la Falla de San Gregorio . De volcanes al permafrost La experiencia de Monte Rey no es un única. Ni siquiera un caso aislado. En 2015 otro equipo de científicos aleman