Tres palabras sostienen a una industria milmillonaria que pende de un hilo: "Link in bio"
Desde que Instagram empezó a explotar en popularidad, yo —y seguramente usted, sagaz lector de Xataka— llevo escuchando una pregunta recurrente por parte de amistades que en algún momento encontraron la misma barrera: " ¿por qué no es posible poner un enlace? ". Podemos pensar que Instagram lo hizo para protegernos de los spammers , que hacen insufrible Internet con sus millones de enlaces ubicuos. También suena razonable suponer que simplemente lo hicieron para evitar fugas hacia contenidos que les arañaran minutos. El cholismo de Zuckerberg , un imperio que se contruye scroll a scroll. Con los años, Instagram fue permitiéndolos, pero con muchos asteriscos, demasiados. Tantos, que el atajo original para poder usarlos se acabó cronificando: " Link in bio ". Con esas tres palabras empezamos a apuntar hacia la biografía de nuestro perfil para colocar ahí el hipervínculos que derivase el tráfico hacia la web que nos interesase. Incómodo, pero era lo que había. Si