El descaro con el que China ha irrumpido en la alta fidelidad es lo mejor que nos podía pasar a los aficionados
China está derribando muchas barreras. Y lo está haciendo a su manera . Con un desparpajo innegable. Más allá de lo mucho que aún se le puede criticar a sus modelos político y social, es evidente que la China de hoy es muy diferente a la China de hace dos décadas. Su entrada en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001 lo cambió todo. Le dio una gran oportunidad, pero también la obligó a ponerse las pilas. Las puertas del mercado occidental, y también de algunos mercados asiáticos a los que no tenía fácil acceso, se le abrieron de par en par. Aun así, los que toman las decisiones en este país de proporciones continentales no tardaron en darse cuenta de que si querían competir tenían que hacer las cosas realmente bien. No bastaba resolverlas con la única intención de salir del paso. De lo contrario sus bajos costes de producción no serían suficientes para lidiar con lo que llevaba décadas haciéndose en Europa, Estados Unidos o Japón. Hoy su modernización está fuera del deb