De la homofobia en el fútbol al estigma de la terapia: siete enseñanzas que nos deja Ted Lasso en su temporada final
Atención: a partir de aquí hay spoilers del último capítulo de ted lasso. ¡lee bajo tu propia responsabilidad! |
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Se acabó. No sabemos si el episodio 12 de la tercera temporada ha sido la última ocasión donde veamos a Ted Lasso, pero sí tenemos claro que ha sido el mejor final posible que podíamos exigir. Antes de continuar es importante recordar que este es un artículo lleno de spoilers. Solo te recomendamos leerlo si has llegado la final de la serie. Una conclusión natural que cierra de manera precisa ese periplo de Ted Lasso por el AFC Richmond, de su llegada a su inevitable marcha.
Y, como no podía ser de otra forma, en Applesfera hemos querido echar la vista atrás y entender el fenómeno que hay tras la serie más exitosa de Apple TV+, la más premiada y querida por los fans. También es la serie en mayor consonancia con los valores humanos de Apple. Y se nota. Porque Ted Lasso, como apunta el propio episodio final, no es el periplo de "un yankee en Londres", sino la epopeya de un grupo de personas, totalmente distintas, con sus deseos y particularidades, defectos y virtudes, y lo que aprenden a través de ese desarrollo.
Fútbol, sí, pero poco
Hay quien cree que Ted Lasso va de fútbol, de igual forma que muchos creyeron que Sense 8 iba de ciencia ficción. Fútbol hay: reglamento, historia, cotilleos y hasta escarceos de estrellas como Thierry Henry o Pep Guardiola, pero son el marco de un fondo mucho más amplio. En 'Ted Lasso' puedes aprender sobre un penalti, un par de formaciones clásicas y las reglas del mercado de fichajes o los ascensos y promociones para la Champions League, poco más. No pretende, ni necesita, ser un tratado deportivo. Porque la clave del fair play está en el fair.
Un gay en el equipo
El estigma de la homosexualidad en el fútbol se ve reflejado en 'Ted Lasso' como algo mucho más profundo que una elección. Se habla de las armaduras y de cómo cuesta llevarlas. El episodio 'Girasoles', rodado íntegramente en Amsterdam, sirve de marco para que el delantero Colin (Billy Harris) hable de lo que siempre se omite: que no tienes por qué declarar nada, no hay explicaciones que dar. Tras el jugador hay una persona y es libre de elegir. Una historia que rima demasiado con la de otro futbolista inglés, Jake Daniels, el delantero del Blackpool que temía esperar a su retirada para poder ser él mismo.
Ataques de ansiedad
Ted Lasso no siempre va a de comedia ni de buenas intenciones. La carcajada no siempre se sustituye por el abrazo. Hay puñetazos, sarcasmos y no abordan aquello de lo que no se sienten capaces —como sí asume 'Terapia sin filtro', mucho más fallida en su intención. El momento más tenso de la serie, si me preguntan, es ese donde Ted Lasso desprecia la terapia de forma explícita. Llega a ser rudo, a insultar, a huir y a confesar, finalmente, que todo eso son prejuicios instalados por sus propios padres. Abrir su corazón es el primer paso: la terapia no es un sistema de recompensas, y hasta que no entiende esa dinámica no empieza a sanar.
Saber encajar un golpe
Pocos golpes duelen más que ese "que te roben la novia". Los vínculos de afecto llevan a sentir responsabilidad, pero también cierta sensación de propiedad. Pero, ¿qué pasa si una persona quiere probar otras cosas, si quiere tomar distancia por las relaciones heteronormativas? En resumen: si buscabas un final romántico entre Keeley (Juno Temple) y Roy Kent (Brett Goldstein), olvídate. Y quien buscaba un final romántico entre Keeley y , Jamie Tartt (Phil Dunster), ídem. De hecho, antes hubiese especulado con un trío. Tras enamorarse perdidamente de su jefa, Keeley quiere respirar y seguir adelante, con perspectiva. Como siempre. 'Ted Lasso' ha sabido ser una serie LGBTQ+ para espectadores no habituados a estos textos.
Y un divorcio
Que tu mujer no quiera seguir contigo, vaya clásico, ¿no? 'Ted Lasso aborda todas las aristas del divorcio, desde los micromachismos y celos post-separación hasta la huida hacia adelante y no implicarse más con los hijos para evitar sufrir más de la cuenta. Aquí la serie es tan valiente que hasta se juega su consistencia argumental: Ted vuelve al hogar espoleado por su madre.
Hay quien tilda a Lasso y sus compañeros de ser una panda de blandos, que Ted es un fruity o un Flanders. O, mucho peor, alguien sin agallas para encarar la realidad y, por ende, alguien poco creíble. La realidad es que 'Ted Lasso' nació medio en broma para promocionar la NBC Sports, unos spots sin otra intención hacer parodia del deporte rey. Lo que Jason Sudeikis, Bill Lawrence, Brendan Hurt y Joe Kelly consiguieron después es algo histórico: convertir al entrenador y su serie en un símbolo, un icono que está dejando una huella mucho más relevante que la del Dr. House, Sheldon Cooper o Ted Mosby.
Donde unos eran tóxicos en su falible comicidad, otro es vulnerable y frágil, pero se pasa la vida combatiendo sus toxicidades en aras de algo que deberíamos perseguir todas las personas: ser mejor persona. Pero no a cualquier precio: el episodio 12 lo recalca: la perfección, en humanos, es una idiotez, un imposible que no conviene perseguir.
Cómo tratar a los bullies
'Ted Lasso' diferencia la aceptación de la sumisión igual que ejemplifica a esas personas severas de las puramente tóxicas. Eso sí, la línea es fina y es fácil caer en comportamientos negativos: ¿se puede ser un bully y dejar de serlo? Desde luego. Roy es la viva imagen de ese progreso, de esa evolución humana. Otros, como el padre de Jamie, necesitan un extra de realidad.
'Ted Lasso' no aspira a resucitar el positivismo inocuo de muchas comedia de los 90. Todo lo contrario: opta por encarar aquello que 'Los problemas crecen' ignoraban. Los matices. Hay muchas formas de afrontar temas como la homosexualidad, la fe cristiana o la violencia entre géneros, y pocas salen indemnes del debate. Ted Lasso no se convierte en moralina ni utiliza su humor negro como atalaya desde la que protegerse. Algo que ni siquiera 'Colgados en Filadelfia', otro icono del que salen algunos de los nombres de esta ficción, puede asegurar.
Y a los acosadores sexuales
Si hay algo que 'Ted Lasso' cuida son los pequeños detalles. Los acosadores sexuales están integrados en la sociedad, no son archivillanos con capa —aunque a Rupert (Anthony Head) se conceden ponerle gabardina—. Personas carismáticas, magnéticas, con poder, que ejercen ese control sobre otros. Hasta que lo pierden y su sistema se desmorona y acaban siendo unos parias, unos "capullos". Educar en igualdad y acoso sexual es educar en cómo protegerse y abordar a esta gentuza: tolerancia cero.
O al antihéroe perfecto
Ted Lasso' también enfrenta discursos raciales a partir de Sam Obisanya (Toheeb Jimoh), cargando las tintas políticas. Pero si hay un extranjero que pasa de utillero a némesis fatal de Ted, ese es Nate Shelley. El arco del actor Nick Mohammed propone una de las mayores evoluciones de la televisión moderna: rara vez hay rencor sin dolor propio, odio sin trauma anterior ni arrepentimiento sin perdón. O no debería. El final no podría resultar más genial: el cartel de BELIEVE ha sido todo este tiempo una especie de tótem. Cree, en ti y en las otras personas, en tu credo —el que sea— o en abstracto. Pero no pierdas esa fe, esa guía en los demás. No en vano, Lasso odia el selfie —símbolo individualista— a favor del ussie.
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La noticia De la homofobia en el fútbol al estigma de la terapia: siete enseñanzas que nos deja Ted Lasso en su temporada final fue publicada originalmente en Applesfera por Isra Fdez .
Fuente: Applesfera
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