Durante la Segunda Guerra Mundial ningún arma acabó con más nazis que un coche: el Tatra T87
Casi 80 años después del final de la Segunda Guerra Mundial, el conflicto, el nazismo y todo lo que giró alrededor de la confrontación más sangrienta de la historia de la humanidad sigue atrayendo miradas. Y, concretamente, la muerte de nazis (o no) de los nazis siempre ha suscitado un extraño interés.
Las hay de todo tipo. Recopilatorios de personajes reales que lucharon contra el nazismo desde fuera de las trincheras. Quienes todavía tienen que explicar el daño que hizo Hitler. Las teorías que plantean qué hubiera pasado si el nazismo hubiera ganado la guerra. Quienes plantean cómo se tomaría Hitler despertarse en el siglo XXI. Quienes fantasean con una muerte prematura del dictador...
Como decimos, nada ni nadie parece escapar a todo lo que rodea al nazismo. Tampoco los vehículos. Y es que la automoción también fue explotada por el III Reich y causó sensación entre los nazis. Animados por los deseos de tener las mejores máquinas, los nazis experimentaron con la gasolina sintética y buscaron los límites de la velocidad hasta cifras imposibles.
El atractivo que tenía la velocidad era tan grande que se crearon las Rekordwoche, jornadas en las que las carreteras se cerraban en busca de un nuevo récord de velocidad y que terminaron parando el velocímetro en 432 km/h pero, también, con la muerte de Rudolph Caracciola.
Esta atracción también llego al día a día. Los nazis descubrieron que la sensualidad de la velocidad también era peligrosa. Y en ese indebido accercamiento, nadie acabó con tantos nazis como el Tatra T87.
Tatra T87, la maldita y sexy berlina que enamoró (y mató) a los nazis
El Tatra T87 es un coche con mucha historia detrás. Un coche que fue motivo de juicio entre la marca y Volkswagen, lo que ha derivado en la falsa creencia de que el Volkswagen Beetle nació como copia de este Tatra. La compañía checoeslovaca denunció a los germanos argumentando que éstos les habían copiado su chasis tubular central, lo que terminó con Volkswagen pagando una indemnización millonaria a Tatra.
Pero si algo fascinó a la burguesía de la época fueron las líneas rompedoras de su línea Streamliner. En los años 30 del siglo XX, las berlinas de lujo eran grandes, cuadradas y muy poco aerodinámicas. Eso poco a poco fue cambiando y el Tatra T77, modelo anterior al T87 fue uno de sus máximos exponentes.
Con el T87, Tatra mejoró la berlina y consiguió producir 3.000 unidades que pronto brillaron por su estética pero también por un V8 refrigerado por aire y construido en magnesio que es toda una rareza. Con sus más de 160 km/h de velocidad punta, no tardó en ganar adeptos. Y entre los adeptos, se cuenta que el coche causó fascinación entre los altos mandos nazis.
La leyenda cuenta, nunca se ha podido comprobar con seguridad, que hasta siete oficiales nazis murieron en un mismo fin de semana. La alta velocidad, las dificultades para conducir un coche que tenía que pelearse con un eje trasero sobre el que recaía la mayor parte del peso y las carreteras de la época fueron un cóctel explosivo para sus conductores.
En Motorpasión explican que el III Reich llegó a prohibir su uso, aunque tampoco está del todo claro cuánto influyó la demanda que volaba por los aires entre Tatra y Volkswagen. Guillermo García Alfonsín, en un extraordinario vídeo en Power Art cuenta toda la historia del coche (hay una unidad en el Museo Automovilístico y de la Moda de Málaga) y menciona que Hitler era el primer enamorado del Tatra T87.
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Fotos | RM Sotebhy's
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Fuente: Xataka
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