Calendario lleno, mente vacía: la ecuación que define la crisis de productividad moderna
Hace unos días, revisando el calendario, me di cuenta de que había caído en cierta trampa: rellenar cada minuto disponible de forma compulsiva. No es que me arrepienta de añadir cualquier cosa al calendario – eso me parece bastante saludable. De lo que me arrepiento es de ir suprimiendo deliberadamente cualquier hueco libre, de forma casi artificial. Es paradójico: las herramientas digitales, convenientes y estupendas, prometen ayudarnos a ser más productivos. Sin embargo, nos acaban convirtiendo en esclavos de una agenda imposible. Calendarios compartidos, notificaciones persistentes y la facilidad para programar reuniones con tres clicks han creado una cultura de "tiempo cero" en la que cualquier espacio libre es visto como una ineficiencia. Es como el diseño del tráfico urbano: una ciudad que optimiza cada intersección para el mayor flujo posible acaba colapsada a la primera perturbación. Los espacios de amortiguación que absorben imprevistos son necesarios. Lo aprend...