Nos hemos llenado de supersticiones digitales. Son un espanto para nuestra productividad

Nos hemos llenado de supersticiones digitales. Son un espanto para nuestra productividad

Hay algo inherentemente humano en nuestro deseo de encontrar patrones donde no los hay, de atribuir causalidad a la mera coincidencia. Hace siglos bailaban para que lloviera. Nosotros organizamos nuestro Notion para ser más productivos.

Misma superstición, distinto ritual.

Cal Newport lo bautizó muy bien como "danzas de la lluvia productivas": esas actividades que hacemos convencidísimos de que mejorarán nuestros resultados, pero que en realidad son meros rituales sin mucho impacto real.

Pasamos horas configurando aplicaciones de gestión del tiempo (culpable), categorizando correos por colores (inocente) o probando métodos como si fuesen pociones mágicas (culpable). Bailamos alrededor de la hoguera de la productividad, esperando que los dioses del rendimiento se apiaden de nosotros. Elí, elí, lama sabactani.

Lo interesante de estas supersticiones digitales es que, a diferencia de las de nuestros ancestros, vienen respaldadas por interfaces elegantes y métricas que alimentan nuestra ilusión de progreso.

Tres horas reorganizando carpetas en la nube no producen trabajo real aunque nos generen una gratificante sensación de orden. Limpiar notificaciones constantemente no avanza proyectos, pero nos da pequeñas dosis de dopamina. Y así vamos construyendo sistemas de creencias.

  • "Solo puedo concentrarme usando esta aplicación concreta".
  • "Necesito mi ritual matutino de 17 pasos o el día está perdido".
  • "Tengo que responder cada mensaje al momento o soy un profesional terrible".

El problema de estos rituales no es que sean inútiles (algunos tienen un cierto valor), sino que confundimos el medio con el fin, la actividad con el resultado.

En palabras de Newport, estamos "enfocados en la actividad del momento en lugar de los resultados a lo largo del tiempo". Y mientras ejecutamos estas danzas con devoción, los proyectos importantes, los que realmente cambian nuestra trayectoria, se mantienen intactos en nuestras listas de pendientes.

Hace falta austeridad pragmática para romper con estas supersticiones digitales. Empezar por preguntarnos si esta actividad produce un resultado medible o si solo nos da la ilusión de estar avanzando. Si estamos confundiendo movimiento con progreso.

Los rituales más afectivos suelen ser los menos espectaculares: bloques de tiempo ininterrumpido, limitación de las notificaciones y enfoque en los resultados concretos que queremos generar.

Quizás no está de más dejar de bailar para que llueva y empezar a construir acueductos.

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Imagen destacada | Andreas Klassen en Unsplash 

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Fuente: Xataka
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