Godzilla, de monstruo imparable a embajador cultural de Japón
En Japón pocos personajes son más queridos que Godzilla. Habiendo protagonizado más de treinta y cinco películas, llevando su figura a merchandising de toda clase y siendo, en esencia, un embajador de la cultura japonesa en el resto del mundo, para saber por qué es tan relevante Godzilla para la idiosincrasia japonesa hay que hablar de la evolución de esa misma sociedad. Porque Godzilla, antes que un dios o un monstruo, es la representación de cómo ha ido cambiando nuestro mundo a lo largo del último siglo. Para empezar, un poco de contexto. Godzilla nació en 1954 en la película homónima dirigida por Ishirō Honda y producida por Tomoyuki Tanaka con diseños de Eiji Tsubaraya. Su nombre en japonés, Gojira, un portmanteau de las palabras japonesas gorira (gorila) y kujira (ballena), dan a entender a la perfección su naturaleza: gigantesco, monstruoso, acuático, pero también con posibilidad de moverse por la tierra. Y eso es lo más aterrador del personaje. Cómo la película lo retrata co