Ciclismo a 54 km/h sin pedalear: la ciencia que explica las propiedades aerodinámicas del pelotón
La estampa es de lo más veraniega: un cúmulo de pobres desgraciados, a menudo tres o cuatro, cabalgan contra viento y marea en busca de una exigua victoria de etapa que adorne su discreto palmarés. Por detrás, una bestia serpenteante y colorida de más de cien ciclistas consume los minutos y los kilómetros entre bostezos y una aparente e inexplicable relajación. El reloj corre, y también el cuentakilómetros: unos los zampan a 40 kilómetros por hora. Otros, a 50. ¿Por qué? El hecho en sí no es misterioso: todos los aficionados ciclistas y todos los ciclistas profesionales son plenamente conscientes de las ventajas de circular dentro del pelotón. La resolución del escenario previo es casi siempre invariable, especialmente en la primera semana: conforme la llegada se acerca, el pelotón acelera el ritmo, se enfila y devora la antaño gigantesca ventaja de los escapados. Es la primera semana del Tour y el espectador novicio, probablemente aturdido por la siesta, se dispone a contemplar un