Los ordenadores cuánticos actuales son a la computación cuántica lo que el ENIAC a la computación clásica; el reto es conseguir que avancen igual de rápido
El ENIAC era imponente. Intimidatorio. Este ordenador, una de las primeras máquinas de propósito general de la historia, pesaba alrededor de 27 toneladas, ocupaba 167 metros cuadrados y utilizaba nada menos que 18 000 válvulas termoiónicas. John Mauchly y J. Presper Eckert, sus diseñadores, lo pusieron en marcha para resolver un problema real a finales de 1945, en la Universidad de Pennsylvania, y se mantuvo operativo hasta 1955 . El desarrollo que han experimentado los ordenadores clásicos desde entonces ha sido asombroso. Y ha estado marcado ante todo por la llegada de un componente: el transistor . Hizo su debut en 1947 de la mano de John Bardeen, William Shockley y Walter Brattain, tres físicos de los Laboratorios Bell. Una forma sencilla de definirlo nos invita a describirlo como un dispositivo electrónico semiconductor que es capaz de responder a una señal de entrada entregándonos una salida determinada. En cualquier caso, dejando a un lado su principio de funcionamiento, lo