La ciencia lleva siglos luchando contra el libre albedrío: cómo uno de los grandes problemas filosóficos se resiste a morir
Imagina por un momento que esta tarde, mientras tomas algo con tu mejor amigo, descubres que todas las cosas que hace, dice y piensan está controladas por un grupo de científicos a través de un pequeño dispositivo electrónico implantado en la base del cráneo. Durante todos estos años, cada vez que hablábamos con él, estamos hablando en realidad con un comité de investigadores que decidían cómo actuar. Y el caso es que él no es consciente de ello. La manipulación es tan sutil que, utilizando pequeñas descargas eléctricas, las decisiones son experimentadas como propias por nuestro amigo. Es decir, no es su culpa, él no ha hecho nada malo. Y sin embargo, ese el problema: que él no ha hecho nada. ¿Podríamos seguir viéndolo igual? ¿Podría seguir siendo nuestro mejor amigo? ¿En serio? Ese es el nudo central del problema del libre albedrío. Aquí tenéis una guía de viaje científico-filosófica sobre el asunto. El mito de la libertad en un mundo como el contemporáneo Con ese pequeño experi