En 1911 Francia sufrió una de las olas de calor más devastadoras de la historia: 30.000 niños muertos
"Nos estamos muriendo de calor en París". No es un grito de ayuda. O sí. Aunque hoy quizás nos llame la atención —o no— esa frase encabezaba un extenso artículo publicado por el periódico Le Petit Parisien el 30 de julio de 1911, una edición en la que, además de alabar los prodigios del telégrafo o relatar cómo una mujer había asesinado a su amante en la calle Croix-Nivert, el diario parisino alertaba de la ola de calor que estaba padeciendo el país. Y con razón. Francia vivió ese año una canícula tan extrema que contó los fallecidos por decenas de miles. Y enterró un número aterrador de niños. Alerta, calor . Esa es la sensación que se vivió en Francia durante el verano de 1911. Durante alrededor de 70 días , entre aproximadamente el 4 de julio y el 13 de septiembre, los galos vieron cómo el mercurio de sus termómetros escalaba hasta alcanzar valores poco habituales y el calor se cobraba víctimas por doquier. Para hacerse una idea de lo que ocurrió aquel tórrido y acia